Te Quiero Como Eres romance Capítulo 368

—Mi novio y yo nos queremos. Es capaz y optimista. Pero no es de clase alta. Eso no es su culpa y está esforzándose por mí. Somos muy diferentes en la posición y mi papá siempre quiere que busque un novio de clase alta para promover la empresa. Pero no quiero destrozar mi amor por la empresa de la familia… —para no ser interrumpida, Natalia continuó diciendo.

Micaela se puso emocionada porque eso también les pasó a Carlos y ella.

Pero en su cuento, la persona que procedía de clase alta era Natalia…

—Natalia, ¡basta!

—Carlos, siempre te considero como mi amigo, ¡y no me quieres hacer este pequeño favor! Dejemos lo de negocios, nos llevamos conocidos más de dos años. Solo quiero que te hagas pasar por mi novio. ¡No vas a morir por eso! —enfadada, ¡Micaela se puso de pie! —Además, ¿la familia Núñez acaso no es suficientemente discreta? Definitivamente no vamos a denunciar eso al público ni traer molestia a ti ni a Micaela. Simplemente no quiero que mi papá me presione ni a mi novio. ¿Así te parece demasiado? Solo quiero conseguir mi amor por mi cuanta. Eres mi amigo, ¿es tan difícil hacer algo para mí?

Mirándola, Carlos frunció el ceño, al que Micaela hizo una señal.

Carlos miró a Micaela con una mirada fría.

—Chiquita, ¿te atreves a convencerme por ella?

Micaela solo tuvo que contener lo que quería decir.

Carlos levantó a Micaela a ponerse de pie y se fijó en Natalia.

—También siempre te considero como mi amiga. Pero no puedo ayudarte en esto. No puedes decidir si es un pequeño favor o no.

¡Natalia se mostró muy enojada!

Ella se puso llorosa y se fue después de echarle un vistazo.

Micaela quiso detenerla, pero Carlos no la permitió.

—Está llorando. ¡Solo quiero despedirme de ella!

Pensando en que Natalia estaba llorando, él le soltó la mano a Micaela.

Micaela la alcanzó en la oficina de Diego. Mientras Diego no estaba ahí.

Natalia se volvió, quien aún tenía lágrimas en la cara.

—Gerenta, lo siento. Carlos es demasiado frío —Micaela sintió piedad por ella y le dijo sinceramente.

—Micaela, no vas a malentenderlo, ¿verdad? Ayúdame a convencer a Carlos de hacerse pasar por mi novio. Solo lo hará por una noche. Él es el más persuasivo porque a mi papá le encanta Carlos… —Natalia le dijo con mucha esperanza.

—Gerenta, lo siento. No soy santa. Lo amo. Me sentiría celosa, aunque se hiciera pasar por tu novio.

Natalia se paró…

—Creo en Carlos, en ti también. Sin embargo, el amor no se puede suplantar y tu familia tampoco. Como lo que has dicho, a tu abuelo le gusta Carlos, entonces, tu abuelo podrá invitar al novio de su nieta a comer en su casa. También es muy normal que tu abuelo te pida llevar a Carlos a otros banquetes. Puedo tratar de aguantarlo si eso solo pasa unas veces. Pero, si esto sigue durando los próximos años, no puedo aceptarlo. Lo siento.

Natalia se puso seria y le mostró frialdad.

—¿Entonces para qué me detienes? ¿Para mostrarme cuánto os queréis?

—No, gerenta. No me malentiendas. Solo quería decirte que no hay nada que pueda impediros si tú y tu novio estáis realmente enamorados. En comparación con los intereses de la familia, seguramente tu familia prefiere que te sientas feliz. Tal vez puedas comunicarte bien con tu familia. Finalmente te respetará —Micaela sacudió la cabeza.

Pero Micaela no hizo caso a Natalia. Ella también tenía fuerte deseo a Carlos y se sentiría celosa por él, lo cual lo contentó. Por lo tanto, él quiso que ella supiera cuánto se sentía feliz…

Micaela casi no pudo respirar. Y Carlos le besó de los labios al cuello…

—No, Carlos. Para, ¡estamos en la empresa!

Él la besó con más fuerza y ella sintió mucho miedo. Quería quitarse de él, pero no pudo.

Claro que Carlos sabía que estaban en la empresa, por eso, solo la besaba. Además, él le había consumido demasiada energía estos días. Y ahora él estaba tan alegre que no pudo evitar besarla.

Mirándola tan nerviosa, a Carlos se le ocurrió lo de anoche y se excitó.

—No pasa nada. Nadie se atreve a entrar sin mi permiso —la sostuvo contra la puerta y dijo.

Mientras él la tocaba por todo el cuerpo, sus palabras le sorprendieron mucho a Micaela.

—Carlos, ¡no! ¡Qué malo eres!

Pero eso no era rechazo...

Como Micaela estaba muy nerviosa, Carlos quiso jugársele.

—Micaela, quiero... —él le dijo al oído.

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