Micaela movió la cabeza con fuerza. Oyendo los pasos acercándose a la oficina, se asustó tanto que intentó empujarlo.
—¡No!, ¡no! ¡Diego está viniendo! Carlos, vamos a hablar de eso cuando lleguemos a casa. Podemos hacer todo lo que quieras. No seas así, por favor…
Carlos le enarcó las cejas. ¿Podían hacer todo lo que quisiera?
—¿De verdad?
—Sí, suéltame —ella asintió con la cabeza con fuerza.
Originalmente él quería dejarle en paz esta noche, pero ahora ella le parecía una buena tentación…
Alguien llamó a la puerta, lo cual sobresaltó a Micaela porque estaba contra la puerta…
—Vuelve a la sala de descanso —Carlos la soltó después de un buen rato y le dijo en voz baja.
Salvo Carlos, ¡nadie podía ver la cara encantadora de Micaela!
Ella le tiró un vistazo fijamente y entró en la sala rápidamente.
Se organizó y salió cuando ya no estaba tan enrojecida.
Carlos había puesto la comida en la mesa.
«Diego ha venido aquí para traer la comida…»
Micaela sintió mucha hambre.
Los dos se sentaron a comer juntos. Y Carlos le sirvió una sopa delante de ella.
Observándola, a Carlos ella ya le parecía educada hacía mucho tiempo. Era porque cuando era niña, había asistido a clase de cortesía. Si no hubiera pasado el accidente, seguramente sus padres la habrían formado como la primera celebridad en Teladia…
Carlos puso a pensar en el banquete.
—Ven conmigo al banquete de esta noche —él dijo.
—¿Por qué? —sorprendida, Micaela levantó la cabeza.
—¿No quieres ir conmigo? —él la miró.
Micaela movió la cabeza.
Era verdad, no quería ir.
—Entonces no iré.
Ella lo miró con sorpresa.
—¿Cómo que no? Te ha invitado a propósito.
—Yo también te he invitado a propósito —él frunció las cejas.
Ella no supo cómo responderlo.
—Si fuera al banquete sin ti, ¿qué pasaría si ella dijera a Don Núñez que soy su novio? ¿Vale? ¿Qué pasaría si en el futuro Don Núñez siempre me invitara a cenar en su casa? ¿Y a los banquetes?
—¡Has escuchado lo que dije en secreto! —Micaela le acusó.
—Escucho a mi mujer hablar con otra persona en mi lugar, ¿por qué esto es escuchar en secreto? —él le sirvió comida y preguntó.
Mi mujer, qué palabra tan atractiva…
—¡Vaya razones! Además, ¿tendrías que reconocerlo si ella dijera eso? Sabes hablar, ¿acaso no puedes persuadir a su familia de aceptar el novio de Natalia? —tras un buen rato, Micaela le contestó.
Después de tomar la sopa, Carlos continuó sirviéndole comida y le indicó que comiera.
Ella comió lo que había dado él.
—¿Sabes entre las tres grandes familias de Teladia, ¿cuál es la otra? —él le preguntó.
Micaela se paró.
Nunca había prestado atención a las grandes familias, porque nada tenía que ver con ella.
Sin embargo, desde que se enteró de la identidad de Carlos, ella empezó a informarse un poco. La más famosa era la familia Aguayo, seguida de la Dávalos. Y la última la mencionaban raras veces…
Micaela reaccionó.
—¿La familia Núñez?
—Sí —Carlos asintió con la cabeza.
—Entonces, ¿por qué nadie habla de la familia Núñez? Pregunté a Alba, ¡ella tampoco lo sabía!
—Porque la familia Núñez había sido la mejor entre las tres —él se sintió un poco arrepentido de mencionar eso y le respondió después de mucho tiempo.
Ella se quedó estupefacta sin entenderlo…
Raúl asintió con la cabeza y la llevó al coche.
Él tenía que escucharla ya que Carlos lo había arreglado a su disposición.
Raúl hoy conducía un coche no llamativo.
Al principio, Micaela quería ir a la familia Elvira por la noche. Pero no le quedaba tiempo para eso porque Carlos quería que lo acompañara al banquete.
Eric había enviado un aviso en el grupo. Ella tenía que ir a la reunión de venta mañana porque empezarían a vender el reloj de la familia Dávalos que representaba. Y por la tarde, tendría que hacer preámbulo en el Concurso Super Ángel. El tiempo apremiaba.
Micaela tenía que ir a la familia Elvira para recoger lo que le pertenecía. Había esperado este día mucho tiempo y ya no quería esperar más, puesto que ella había recordado todo y sabía que seguramente podía conseguirlo.
Raúl no le preguntó nada, lo cual hizo a Micaela sentirse más tranquila.
Ella no se lo contó a Carlos, porque él no la dejaría ir sola. Aparte de eso, él estaba tan ocupado que ella no quería ocupar su tiempo.
Dos horas deberían ser suficientes.
¡Tenía que recobrar lo que le pertenecía por su propia cuenta!
El coche paró en la villa de la familia Elvira y Raúl insistió en entrar con ella.
Micaela estuvo de acuerdo.
De esta manera, Carlos no se sentiría tan enojado si supiera que ella se escapó sin permiso.
La puerta estaba cerrada y Raúl tocó el timbre.
Vino corriendo una criada. Al ver a Micaela, se detuvo. Y se le acercó tras un buen rato.
Micaela la reconoció. Era la sirvienta favorita de Adriana, Liliana.
Examinando a Micaela, Liliana se sintió molestada. Micaela siempre había estado como sirvienta en la familia Elvira pese a que era la señorita según las relaciones. Por eso, Liliana nunca la respetaba.
Sin embargo, después de que se fue de la familia Elvira, ¡se había convertido en gran estrella de la televisión!
¡Qué celos sentía por ella!
Era bonita, ¡pero eso no era nada importante!
—¿Qué haces aquí? —Liliana dijo con antipatía.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te Quiero Como Eres