Te Quiero Como Eres romance Capítulo 564

Alba se rio a carcajadas por la diversión y se ofreció a abrazar a Ernesto.

—Ernesto, es que yo... —Alba se detuvo a mitad de la frase.

Ernesto le sujetó la barbilla ligeramente y le preguntó:

—Cariño, ¿qué quieres decir?

Alba sonrió, negó con la cabeza y dijo:

—Tengo muchas ganas de regresar a casa. Volvamos rápido, ¿vale?

Ernesto asintió y se dirigió con ella hacia el ascensor.

Alba bajó la vista para mirar su mano cálida y fuerte y terminó mentalmente la frase que no pronunció: «Ernesto, te amo.»

Eran casi las doce cuando Alba salió del baño después de lavarse. Recordó de repente que no le había dicho a Micaela que se había vuelto a casa con Ernesto y sacó apresuradamente su teléfono. Al abrir su WhatsApp, vio un montón de mensajes de Micaela, en los que le preguntó si se había acordado de algo, qué le parecía después de ver a Ernesto y algo así.

«Mica siempre es tan atenta a todo. ¿Cómo sería posible que yo abandonara a una amiga tan buena? Qué bueno sería si yo no padeciera de esa maldita ceguera facial...»

Se sentó en el tocador y preguntó tentativamente:

—Mica, ¿ya estás dormida?

Al cabo de unos segundos, esta última respondió:

—Todavía no. Alba, ¿cómo te sientes?

Alba sintió mucha emoción y escribió:

—No te preocupes, me he acordado de él y no lo olvidaré tan fácilmente en el futuro.

Micaela le envió un meme de sorpresa y preguntó:

—¿De verdad? ¡Eso es bueno! Pero, ¿qué quieres decir con que no lo olvidarás tan fácilmente en el futuro? ¿Acaso has encontrado alguna forma para tratar la ceguera facial?

—Sí, tú eres mi curación. No lo olvidaré a él cuando piense en ti.

Alba pensó que Mica le preguntaría por qué o le enviaría por lo menos un meme de sorpresa, pero no recibió su respuesta durante un buen rato.

«¿Qué pasa? ¿Carlos le ha quitado el teléfono y no la deja charlar conmigo?»

Justo cuando Alba se preguntaba, Ernesto abrió la puerta y entró con un vaso de leche tibia en la mano.

De una manera muy natural, Alba tomó la leche de su mano y se la bebió.

Ernesto era realmente un hombre considerado. Después de la última vez que había vuelto a la casa sin nada en la nevera, hoy había tenido todo preparado con un día de antelación antes de que ella volviera.

Después de terminar la leche, Alba le entregó el vaso vació y le dijo fingiendo ser arrogante:

—Bueno, ya puedes retirarte. Voy a descansar.

Ernesto sonrió levemente, tomó el vaso y la puso sobre la mesa y respondió:

—Sí, mi reina.

Luego se agachó, la cogió en sus abrazos y se dirigió hacia la puerta.

Alba luchó y gritó:

—Quiero dormir aquí hoy. ¡Ya llevo mucho tiempo sin acostarme en esta habitación!

—Ve a dormir en mi habitación. La cama es más grande allí.

Alba sabía lo que estaba pensando.

«¡¿Este tipo ya no puede contenerse después de probar el placer en la cama?! ¡Hombre insaciable!»

Extendió la mano y se agarró al marco de la puerta para impedir al hombre salir.

—¡Voy a dormir aquí!

Estancado allí durante un rato, Ernesto se giró, cerró la puerta de una patada y dijo con picardía:

—Bien, no está mal que la cama sea pequeña, así no tienes donde escapar.

Antes de que Alba pudiera reaccionar, el hombre ya le puso en la cama. Acto seguido, le dejó caer un beso en la mejilla y le preguntó con ternura:

—Cariño, ¿qué te hizo recuperar tus memorias sobre mí de repente?

Alba se señaló el cuello con un dedo y dijo:

—¡Es por las marcas que me has dejado anoche!

Micaela temía que le preguntara algo que la hiciera sonrojarse de vergüenza y trató de evitarlo:

—No, me voy a la cama, Carlos, suéltame...

—Si Alba estuviera enamorada de mí, ¿me abandonarías y me entregarías a ella?

La pregunta de Carlos hizo que Micaela se congelara en el acto.

Bajo la tenue luz de la lámpara de la cabecera, Carlos tenía una mirada muy seria esperando ansiosamente la respuesta de esta. Tras un buen rato, Micaela reaccionó y contestó apresuradamente:

—Carlos, no seas tan ridículo. ¿Cómo sería posible? El hombre al que Alba ama es Ernesto...

Subrayó Carlos:

—Si el hombre al que ella amara fuera yo, ¿qué harías?

Al no obtener la respuesta de la mujer durante un rato, Carlos se puso un poco ansioso, le besó la frente y la apresuró:

—Mica, contéstame.

Entonces Micaela masculló:

—Claro que...

Hizo una pausa.

Carlos la vio detenerse y se puso aún más ansioso, y tardó un momento en darse cuenta de que la mujer le estaba gastando broma endiablada. Al instante, los movimientos de él se volvió repentinamente ardientes y Micaela se apresuró a agarrar su mano y le dijo seriamente:

—¡Claro que no voy a cederte a nadie! Eres un ser vivo, no un objeto para poner en venta, sin mencionar que te amo y quiero estar contigo. Tú eres mía y solo puedes ser mía. ¡Nadie podrá robarte de mí! Además, Alba ama a Ernesto, por lo tanto, tu pregunta es simplemente una suposición sin sentido.

Su firme respuesta le alivió y conmovió bastante a Carlos. Y acto seguido, él se le acercó un poco más con la intención de besarla en los labios, pero Micaela apartó la cabeza a un lado y se negó:

—Carlos, acabamos de hacerlo al mediodía... Por favor, déjame en paz esta noche...

Sin embargo, el hombre dijo con voz arenosa:

—Ahora ya son más de las 12 de la noche, ¡y eso fue de ayer!

Con eso, la besó en los labios...

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