Orión apareció hasta el otro lado del campo de batalla, ahora ya no tenía tanto agotamiento por la teletransportación porque el Éter Oscuro no dejaba de darle su magia ilimitadamente. Estaba tan enojado, una cosa era ser obviamente menos experimentado en pelea que dos semidemonios que probablemente tenían años de experiencia.
Sin embargo, era demasiado humillante que una estúpida humana sin ningún poder casi le cortara el cuello con tanta facilidad, además de que no le tenía miedo en lo absoluto.
La mataría a ella primero teniendo la oportunidad.
Se arrancó el cuchillo de cuerpo mientras recitaba un hechizo de sanación, noto que ese cuchillo no era como otros que había visto, este era de jade y pensó que lo vio en algún recuerdo de Gunnar. Lo guardo mientras repasaba los recuerdos.
Miro a todos lados solo para confirmar algo que ya sabía, su ejército estaba arrinconado. No tenía oportunidad de poder enfrentarse a los espectros de los demonios y enfrentarse cuerpo a cuerpo contra ellos, seria suicidio.
Así que tenía que usar su ingenio esta vez, las ideas llegaron a su cabeza y se dio cuenta de algo fundamental. La batalla estaba reduciendo su tamaño. Aunque estaban dispersos, una gran mayoría se concentraba en un punto en específico.
Noto que los espectros no podían derribar a sus bestias con facilidad. Entonces empezó a dibujar runas alrededor del campo de batalla, apareciendo y desapareciendo con agilidad para dibujar las runas en diferentes puntos.
De ese modo sus monstruos tendrían varios modos de llegar a sus enemigos y el demonio de fuego no lo encontraría con facilidad.
Cuando se creyó listo para invocar a sus bestias, un aullido hizo que se agachara instintivamente. Su lobo estaba agachando la cabeza hacia alguien en específico. Vio como una onda de poder se expandía haciendo que la batalla se detuviera abruptamente.
El Éter oscuro se agitó asustando a Orión, la única vez que el Éter Oscuro se movió a voluntad, fue cuando su madre murió y el artefacto se arrancó de sus manos frías para posarse en las manos de Orión.
Orión sintió pánico al creer por un segundo que el éter estaba buscando un nuevo dueño, pero al recibir una vibración correosa por su brazo. Se dio cuenta que no era un nuevo dueño lo que deseaba, quería absorber el poder de quien detuvo la batalla.
Sintió la oleada de poder emanando del centro campal, era una magia tan pura y limpia. Eso no era ninguno de los demonios, ese ser era otra cosa. Nunca había estado en presencia de una magia tan especial.
El Éter volvió a vibrar, hambriento de aquella magia. Orión supo que esas eran las respuestas a sus preguntas. Tendría que atrapar aquello tan especial para poder vencer a los demonios.
—Cálmate, ese poder será nuestro ahora mismo —hablo con el artefacto como si este realmente le entendiera.
Alzó el Éter hacia el cielo y lanzó un hechizo de cúpula reforzado con la magia maligna del artefacto. Una bola de poder se estrelló en el cielo, creando una cúpula que evitaría que cualquiera que esté adentro no escapara de ningún modo.
Después golpeó el suelo y se concentró en todas las runas que dejó por todos lados para invocar a las bestias más terroríficas y grandes que jamás algún hechicero invocó. El poder del Éter fluía torrencialmente dentro de él y lo utilizó al extremo. Miles de invocaciones salían a trompicones de las runas e ingresaban a cúpula para terminar de matar a cualquier ser viviente dentro.
Una bola de fuego cayó sobre él, tuvo que lanzar otra para esquivarla. La explosión lo hizo retroceder.
—¡Desactiva esa cúpula ahora mismo! —Bael aterrizó furioso.
Orión empezó a lanzar rayos con todo su poder, Bael las esquivaba con ayuda de su lanza. Águilas de fuego cayeron sobre el hechicero. Orión tuvo que recurrir nuevamente a los recuerdos de su mate e hizo aparecer un remolino de agua gigante que lo rodeó para protegerlo.
Bael desplegó sus alas, hizo una voltereta y lanzó una gran ráfaga de aire para deshacer aquel remolino.
—¿Quién está dentro de la cúpula que estas tan desesperado por proteger? —Orión atrajo bestias para que lucharan contra los espectros de Bael—, ¿Cómo trajeron algo tan delicioso aquí?
Bael gruño muy alto.
—Esto se está prolongando demasiado ¿sabes? —Bael lanzó sin ver su lanza a su izquierda, está atravesó el cráneo de un monstruo que iba directo a atacar a Bael, la lanza atravesó la cabeza y después volvió por sí sola a la mano del semidemonio—, ya empiezas a impacientarme.
—Quien sea que tenga ese delicioso y puro poder —Orión se lamió los labios—, lo consumiré hasta solo dejar sus huesos.
—Tu realmente quieres morir —Bael torció la cabeza empezando a sentir la vibra demoníaca saliendo de él.
Orión se agachó cuándo una bola de fuego verde cayó sobre él.
Gunnar apareció al lado de Bael empezando atacar a Orión.
—¡¿Entonces qué m****a se supone que debo hacer?!
Gunnar tembló.
—Mátame.
—¿Qué?
—Máteme príncipe Bael —Gunnar miró por primera vez a Bael, casi llora al ver a los ojos tan parecidos a los de Dantalian—, sé que el príncipe Liam tiene una magia singular, es como si estuviera bendecido por la diosa luna y los dos sabemos que, si mi repulsivo mate lo absorbe, será invencible con aquella magia curadora, será prácticamente inmortal. Una amenaza terrible, máteme, eso lo debilitará y podrá romper la cúpula para detenerlo.
Bael se acercó amenazadoramente.
—¿Crees que no quiero matarte? —siseo lleno de rencor—, te llevaste a mi mate y a mi hijo, he querido destruirte hace mucho tiempo.
—¿Entonces que lo detiene? —Gunnar sonrió—, soy el causante de su dolor, vénguese y salve al príncipe Liam.
—No quiero que Dantalian me odie más de lo que hace —Bael negó con la cabeza—, usted maldito ladrón, se ha robado el afecto de mi hijo. Matarlo solo lo alejaría más de mí.
—Dan… Dantalian es solo un niño —Gunnar tenía lágrimas surcando su rostro—, me olvidará y si se esfuerza, con el tiempo se ganará su corazón.
Bael no dijo nada más.
Otra explosión de electricidad hizo temblar la tierra, Estefan estaba usando todo su poder para proteger a Liam. Bael se sentía muy impotente.
—No tiene tiempo que perder —Gunnar dio un paso más hacia Bael—, creo que es un destino que siempre nos unió, de un modo u otro, que usted me mate es algo que debe suceder. Dele a mi muerte un verdadero significado, creo que seríamos condenados los dos si dejamos que algo tan puro como el corazón del príncipe Liam sea asesinado.
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