—¿Por qué tiene que ser un regalo tan grandioso? —pregunto Jessy moldeando la masa de galletas y poniéndola sobre bandejas para hornear—, es tu gemela, no la conozco, pero he escuchado que te quiere mucho, apuesto que cualquier cosa se sentirá feliz con tal que estés a su lado para apoyarla.
Bael retuvo una risa cruel. Era muy evidente que Jessy no tenía ni un mínimo recuerdo de su gemela, porque Gabriela estaría todo menos contenta si le llevara una simple pañalera o algún juguete cualquiera para su bebé.
Gabriela era la definición de extravagante, su misma casa era un recordatorio de eso. El maximalismo se pintaba en cada habitación de ese lugar. El lujo era su apellido y tener lo mejor era su lema.
Gracias a la llegada de ese ángel raro, el baby shower se retrasó un día y Bael tenía tiempo para conseguirle un buen regalo a su sobrina.
Tenía que ser grandioso, algo que nadie pudiera tener, algo que demostrará cuánto quería a su hermana y a su futura sobrina.
Y sobre toda las cosas, algo que haga parecer que el regalo de Estefan es cualquier cochinada barata.
¿Pero qué podría ser?
—Entonces mi hermano Angel siempre está ocupado —escucho la voz fastidiosa de Haniel—, así que me dijo que podía cuidar de Noon mientras él estuviera ocupado.
—Noon está feliz de jugar con el niño Haniel —escucho al duende—, Noon pasaba mucho tiempo solo porque el niño Angel para fuera de casa todo el tiempo desde que cumplió 15 años y Noon se aburre.
—Es genial —escuchó a su hijo—, me gustaría tener un duende algún día.
—Puedes jugar con Noon por mientras —replicó Haniel.
Entonces Bael tuvo una revelación. Ya sabía que podía regalarle a su sobrina.
—Lo siento chicos —Bael se acercó a los dos niños y al duende—, me llevó a Noon un momento.
Bael cargo a Noon como si fuera un juguete, el duende ni se movió porque estaba acostumbrado a la tosquedad de los semidemonios.
—¿Dónde te lo llevas? —preguntó Haniel a la defensiva.
—No importa, solo me lo llevare un rato y le devolveré antes de que se vayan a acostar.
Bael ignoró los reclamos de los dos niños, salió al jardín con Noon a cuestas y desapareció.
Theo repasaba la lista de los invitados de su boda, la cual sucedería algunas semanas después del nacimiento del bebé de Gabriela. Él tuvo que tomar la responsabilidad de la organización porque Taylor no quería saber nada del asunto y que de ella solo podían esperar que esté ahí presente y definitivamente no dejaría todo ese trabajo a su padre Dylan.
Amaba a su papá, pero quería algo simple e íntimo, algo romántico. Con su padre a cargo, tendrían cisnes y decoraciones raras y gigantes. Ni Theo o Taylor realmente deseaban algo así.
—Aceptaré a los alfas de las principales manadas —habló Taylor sirviéndose café—, pero no quiero a todo el mundo ahí. Prometiste algo íntimo Theo.
—Y lo será —Theo tachaba nombres—, lo que pasa es que tengo muchos amigos.
—Si, lo sé —Taylor empezó a ponerle varias cucharitas de azúcar a su café—, en cada evento te saluda todo el mundo.
La puerta de su departamento fue golpeada con esmero. Theo se levantó lentamente olfateando el olor de Bael detrás de la puerta. Abrió esta y sintió el agarre de Bael en sus ropas.
—Me voy a llevar a este —gruño Bael al interior del departamento desapareciendo con su amigo a continuación.
Taylor no se sorprendió ni un poco, solo se quejó porque dejaron la puerta abierta.
—¿Qué hacemos aquí? —Theo reconoció al instante el bosque mágico de Finlandia que pertenecía a la manada de su padre Víctor—, ¿Por qué has traído a Noon? ¿piensas devolverlo?
El duende lloriqueó.
—Noon no puede ser devuelto —se quejó el duende—, Noon tiene una niño. Tiene una familia.
—No te voy a devolver duende tonto —gruño Bael—, necesito que ustedes dos me ayuden a conseguir otro duende para la hija de Gabriela.
Theo soltó un bufido y Noon lo miró confundido.
—¿Te olvidaste del regalo de tu sobrino? —sonrió Theo burlón—, Gabriela no te lo va a perdonar.
—Por eso —dijo de manera asesina—, ustedes van a ir a ese refugio de duendes y me van a conseguir uno.
—El duende tiene que querer servir —hablo Noon—, podríamos preguntar.
—Menos mal no trajiste a Taylor —dijo Theo resignado y empezando a caminar hacia el área donde vivía los duendes—, te hubiera golpeado.
—Por eso te traje a ti —hablo Bael—, porque la vez que traje a Noel, me quedé sin dedo, menos mal que mi tío Dylan pudo hacérmelo crecer de nuevo.
Theo soltó una carcajada.
—Está pensando pedirle matrimonio a Odette después de mi boda ¿sabes? —le contó Theo.
Bael suspiro con tristeza, algo que le causa más remordimiento sobre lo que tendría que hacer a Odette en caso las cosas se complicaran. Era que no creía que hubiera forma de que Noel la rechazara, no le veía modo, Noel la adoraba. Había dejado todo por ella y también a regañadientes, se ganó un poco, solo un poco de la estima de Bael.
—¿Crees que Odette le acepte? —pregunto Bael—, sabes que ella misma está lista para partir si algo malo pasa.
Theo suspiró con tristeza.
—Nada malo va a pasar —dijo Theo—, espero que lo acepte, porque si no Noel se morirá de tristeza.
Llegaron al área donde vivían los duendes, grandes árboles los saludaron. Bael alzó la vista para ver esas casas extrañas.
—¡Coyun! —grito Theo—, ¡Amigo baja para poder saludarte!
Una cabeza pequeña y familiar salió de una de las casitas y después una escalera hecha por palos y varas se desplegó hasta el suelo. Coyun bajo con paciencia.
—Joven Theo —Coyun se veía muy alegre—, amigo Noon, Coyun está muy feliz por verlos.
El duende saludo a sus amigos y después hizo una reverencia hacia Bael.
—Señor demonio es un honor verlo después de años —Coyun miro la mano de Bael—, me alegra que sus dedos estén bien.
Bael gruño en respuesta.
—Coyun —lo llamo Theo con cariño—, necesito que nos hagas un favor.
—Coyun está a sus servicios, joven Theo.
—Verás, pronto va a nacer un bebé en nuestra familia —le explicó Theo—, y queríamos saber si alguno de tus amigos duendes quisiera ser su amigo como Noon es amigo de Angel.
—Necesitamos otro duende de servicio para el hijo de la señorita Gabriela —acotó Noon—, Noon ya no puede repartirse más, Noon ha tenido que cuidar a muchos niños. Son una familia grande.
Coyun asintió y procedió a llamar a todos los duendes de ese lugar. Poco a poco los duendes empezaron a bajar de sus casitas.
Bael le hecho el ojo a unos cuantos duendes pequeños, que parecían crías.
Coyun procedió a decirles lo que buscaban, pero todos los duendes quedaron en total silencio mirando con algo de miedo a Bael. Este pensaba que tal vez debió enviar a Theo solo.
—Son una familia buena —intentó ayudar Noon—, tengo mucha comida y regalos. Y puedo dormir todo lo que quiero. Jamás me han maltratado y todos me tratan con respeto.
Bael miró a una pequeña duendecita, con un lazo rosado en la cabeza. Este se acercó, los duendes chillaron y temblaron ante su presencia. Bael alzó a la duende y esta temblaba entre sus manos.
—¿Cómo te llamas? —le pregunto a la pequeña duende.
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