THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN romance Capítulo 6

Cuando Liam la llamó para decirle que tenían una gran sorpresa se emocionó mucho, salió disparada de la escuela al palacio olvidándose que esa tarde tenía que ir a la mansión de la manada francesa.

Entró corriendo al palacio, estaba tan emocionada que no podía controlarse. Había soñado por mucho tiempo que le pidieran entrar a dentro del escuadrón del príncipe heredero, desde que era una niña pequeña. Siempre había visto con añoranza como sus primos mayores eran héroes sin poder hacer mucho por ayudar por su edad. Se había esforzado mucho, estudió hasta el cansancio y siguió un riguroso entrenamiento para ser útil para su futuro puesto.

Cuando llegó a la puerta de la sala donde la familia real solía juntarse, se alisó la falda del uniforme al escuchar las voces del escuadrón mayor adentro.

¿Se lo dirían todos juntos?

No quería parecer nerviosa enfrente de su padre, así que adoptó tener mucha serenidad.

Cuando entro algo la descoloco.

Casi toda la familia estaba ahí, incluso sus hermanos y su madre.

El pequeño Bruno, hijo de su tío Jeremy, tenía abrazada a Gabriela con la cabeza pegada en su estómago.

—No puedo escucharlo —decía Bruno—, ¿Estás segura de que hay un bebé ahí?

—Tu aún no tienes audición de lobo —decía Diana—, por eso no puedes escucharlo.

—Puede ser ella —sonrió Gabriela despeinando a Bruno.

—¿Ella? —Jose tuvo que sentarse—. Ella…

Jeremy se burló de Jose.

—¡Liana! —dijeron dos voces al unísono.

Ted y Tomas, sus hermanos mellizos, corrieron hacia ella tan rápido que ella no pudo detener que la sujetarán.

—¡Gabriela tendrá un bebé! —dijo Ted.

—¡Vamos a tener otro primo! —hablo Tomas

—¡Vamos a hacer primos mayores! —replicó Ted.

—¡Podremos enseñarles muchas cosas! —dijo Tomas.

Arrastraron a su hermana mayor junto a los demás.

—Van a marearla —se rio Timothee tomando a sus hermanos—, dejen que vea a Gaby.

La saludaron en conjunto, Liam le dio las buenas nuevas y Gabriela la abrazo cuando Liana la felicito. Mantuvo su rostro gentil todo el tiempo, agradeciendo que su padre le enseñara a controlar sus sentimientos, porque en ese momento tenía muchas ganas de llorar.

Estaba muy feliz por Gabriela, realmente lo estaba. Sin embargo, estaba algo cansada de que Gabriela siempre la opacara en todo. Cuando Gabriela entraba a una habitación parecía siempre acaparar la atención de todos. Había visto en primera fila como Bael, Liam, Theo y Estefan orbitan a su alrededor atraídos por su gran fuerza de gravedad. También estaba el hecho de que era tan hermosa que todos los hombres se le quedaban viendo con la boca abierta o que fuera tan poderosa que sola podría acabar con un ejército entero de hombres lobos. Liana a veces quería pensar que podría ser la más inteligente, pero Gabriela era brillante y observadora.

Gabriela era prácticamente perfecta y Liana sentía que jamás iba a sobresalir en el escuadrón con ella ahí. Jamás sería tan esencial para ellos como fue su padre para su propio escuadrón.

Los Dickens siempre fueron miembros fundamentales en su escuadrón y líderes que quedaron inmortalizados en la historia de los hombres lobos, pero a este paso no creía que el escuadrón de Liam la necesitara realmente. Sería la primera Dickens que pasaría desapercibida por todos.

—¡Liana! —Angel seguido por Junior y Belial ingresaron a la estancia—, ¡Te fuiste sin nosotros!

Liana recordó que estaba tan emocionada que se olvidó de ellos en la escuela.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Junior.

—¿Se enteraron de la bebé? —preguntó Belial.

—¡¿Tu ya lo sabías?! —preguntó Gabriela junto a Bael.

—Espera —Estefan se cruzó de brazos—. ¿Ella?

—Soñé con una demonia me decía que vendría y nacería de Lilibeth —Belial suspiro y se encogió de brazos—, así que supuse que Gabriela estaba embarazada.

—¡¿Y no pensaste que a nosotros nos gustaría saber esa información?! —exclamó Alan.

—Bueno… —Belial se sentó como si nada en uno de los muebles ignorando a todos y sacando su celular—, hace años soñé con otro demonio que nacería de una brecha mágica de un cuerpo moribundo, un demonio que debió ser semidemonio o algo así me dijo, de igual manera nunca se cumplió así que pensé que esta vez era otras de mis alucinaciones.

Se empezó una discusión y algunas bromas a cuenta de Belial, además de que su papá empezó a preguntarle más cosas.

Liana se escabullo cuando pudo y salió al gran jardín del palacio perdiéndose entre los rosales y arbustos. Había sido una reverenda estúpida por imaginar cosas que no eran. Como decía su padre, uno nunca debe estar seguro de las cosas. Una debe esperar lo imprevisto.

Aunque no había nada de imprevisto que Gabriela se robara toda la atención nuevamente. Luciendo como la virgen María a la espera del niño.

—¿Estas con tu menstruación? —le pregunto Junior apareciendo súbitamente a su lado.

Liana sacó el frasco de agua bendita que siempre cargaba consigo y se lo arrojó.

—¡Ah! —Junior se tapó la cara—. ¡Eso quema!

—¡Eso es por asustarme y por decir que estoy con mi menstruación cada vez que me vez pensativa imbécil! —exclamó furiosa.

—¡Solo vine a ver como estabas! —Junior saco sus colmillos—, ¡Eres horrible y por eso te vas a quedar sola y amargada!

Liana sacó su estaca.

Angel que llegó caminando a contrario de Junior que había saltado con su alta velocidad de vampiro, los encontró en medio de una feroz pelea.

—Por amor a la diosa luna —Angel negó con la cabeza—, ¿Por qué siempre están intentando matarse el uno a otro?

—Deberían intentar hacer yoga —habló Belial arrastrando las palabras sin dejar de mensajear—, eso calmara la ira de sus almas.

Angel lo miro mosqueado.

—¿Podrías usar tu super fuerza o magia para separarlos antes que se hagan daño? —le pregunto Angel a Belial.

Este suspiro aburrido y de un manotazo Liana y Junior fueron expulsados por los aires a gran altura y cayeron con fuerza en la tierra uno sobre otro.

—Ups —Belial miro con culpa a Angel—, creo que me pase un poco.

—¡¿Tú crees?! —le gritó Angel yendo a auxiliarlos.

Junior se levantó inmediatamente.

—¡Liana! —exclamaron los tres chicos.

—Los… los voy a matar —Liana se mordía los labios para no gritar de dolor—. Duele…

—Su brazo está… —Angel la cargo con delicadeza—, m****a tiene el brazo totalmente doblado.

—Liana lo siento —Junior se veía muy arrepentido—, lo siento…

—Llévenme con Liam —ordenó Liana—, ahora mismo.

Angel y Belial llevaron inmediatamente a Liana a donde los demás, Junior los iba a seguir, pero escucho el sonido del celular de Liana.

Lo tomo y noto algo extraño, en la pantalla el nombre de quien llamaba decía “idiota francés”.

La mente de Junior empezó a trabajar inmediatamente, ese “idiota francés”, ¿Era quien tenía tan molesta a Liana? ¿Quién era ese sujeto? ¿Era algún tarado que la fastidiaba?

Seguía llamándola así que Junior contestó la llamada.

—¿Sí? —respondió Junior altanero.

—¿Este es el número de Liana? —preguntó una voz presuntuosa.

A Junior ya le caía mal.

Junior la miró dolido.

—¡Oye! —Junior se sentó a su lado—. ¡No puedes estar molesta conmigo!

—¡Si puedo!

—¡No puedes! —Junior la abrazo por la espalda—, soy un desastre sin ti, ¡Así que tienes que perdonarme ahora mismo!

—No quiero.

—¡Perdóname!

—No.

—¡Que me perdones! —Junior empezó a sacudirla—. ¡No puedo vivir sin ti mujer!

Belial se lanzó hacia ellos para aplastarlos y Angel suspiró derrotado.

—Todos ustedes son unos idiotas —dijo Angel.

—Ven ayudarme que me perdone —le pidió Junior.

Angel se acercó y cayó encima de los tres. Empezaron a reír los cuatro y Liana tuvo que decirle a Junior que lo perdonaba porque este le empezó a hacerle cosquillas.

—Pero si estabas molesta —dijo Belial masticando uno de los chocolatines que encontraron entre las cosas de Leia—, yo lo sentí, ya sabes, sentidos de demonio, por eso fuimos por ti.

Liana suspiro comiendo dos chocolates a la vez.

—¿Cómo voy a ser igual que mi padre si ni siquiera puedo dominar mis sentimientos como lo hace él? —se quejó de sí misma.

—Saliste emocionada de la escuela —dijo Angel sin dejar de interrogarla—. ¿Qué pasó?

—Ahmm… —Junior abrió los ojos—, ¿pensaste que te llamaron para otra cosa verdad?

Liana asintió comiendo otro chocolate con disgusto.

—¿Creíste que te estaban llamando para el escuadrón? —pregunto Angel deduciéndolo—. Has estado esperando expectante desde que tu papá te lo dijo.

Liana no respondió y dejó su vista fija en la caja de chocolatinas.

Angel suspiro pasando su brazo por los hombros de Liana y le dio un beso en la cien.

—No sé qué te emociona tanto de unirte a ese bendito escuadrón —Junior mastico su chocolatina con colera—, son una tira de pretenciosos mandones, cada vez que se ponen a hablar de cómo se esfuerzan tanto para ocupar el lugar de nuestros padres tengo ganas de suicidarme.

—Nos tienes a nosotros —Belial se encogió de hombros—, no tenemos el poder de dominar el mundo de los hombres lobos, pero siempre estaremos para ti.

—Lo sé —Liana los miró conmovida—, solo es que he esperado tanto esto que me siento estúpida. Y soy tan imperfecta que no creo estar a la altura de todo lo que supone que tengo que ser.

—Eres malditamente brillante —dijo Junior—, eres la persona más inteligente que conozco, cuando esos idiotas se den cuenta de tu potencial los tendrás comiendo de la mano.

—Eres aterradora —siguió Belial—, no necesitas mis poderes para intimidar a nadie. Lograras cosas que nadie más ha hecho y te impondrás como la primera mujer Dickens en tomar un lugar en un puesto de poder.

—Y tienes un gran corazón —sonrió Angel—, sé que quieres ser como tu padre, pero creo que lo que te hace mejor que él, es que puedes ver el mundo de un modo distinto al que él lo hace. Eso hará que crees un mundo mejor.

Liana pensó que tal vez nunca podría ser tan importante para el escuadrón del príncipe como le gustaría serlo, pero siempre sería importante para los tres tarados que siempre la apoyaban y la querían. Eso era suficiente para ella.

—Ah, por cierto —Junior saco el teléfono de Liana de su bolsillo—, lo apagué porque ese “idiota francés”, no dejaba de llamar, pero ya no te preocupes por él, ya lo puse en su lugar.

Liana palideció.

—¿Qué?

—Le dije que era tu novio y que nunca más te llamara —dijo Junior orgulloso de sí mismo—. Así que no tienes que preocuparte de ese imbécil nunca más, por cierto, ¿Quién era?

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