Tras la Máscara del Amor romance Capítulo 26

Los hermanos Martínez no tardaron en llegar al Hotel Real.

El banquete de ese día fue grandioso, y se reservaron varias plantas del hotel para la ocasión.

Todos los invitados iban vestidos de punta en blanco con ropa y accesorios de marca. Era casi como si estuvieran en un desfile de moda.

En cambio, el aspecto de Roselyn era apagado, y el de Emmanuel aún más cutre.

Cuando llegaron a la entrada, Roselyn entregó al guardia su invitación.

El guardia la dejó pasar tras echarle un vistazo, pero detuvo a Emmanuel.

—Señor, ¿dónde está su invitación?

Emmanuel se volvió de inmediato hacia su hermana.

«Creía que había dicho que podía tener un acompañante con su invitación».

Roselyn puso de inmediato las manos en las caderas y fulminó al guardia con la mirada.

—¿Has visto qué clase de invitación es ésta? Es una invitación de la familia Laborda. ¿Hay algún problema en que traiga a un pariente?

—Señorita, nadie que no sea el anfitrión puede invitar a personas irrelevantes al evento —insistió el guardia, pero su compañero de trabajo no tardó en lanzarle una mirada para indicarle que dejara el caso.

Si las cosas estallaran, el guardia avergonzaría a la familia Laborda.

Además, ese día había muchos invitados. A nadie le vendría mal que dejaran entrar a algunas personas más en la zona.

—Entra, entonces —dijo al final el guardia, cediendo.

—¡Umm! Me alegro de que sean tan listos. Si no, habría acudido a mi jefe.

Roselyn seguía enfadada después de entrar en el edificio. Sin embargo, no pudo evitar pensar en lo prestigiosa que tenía que ser la familia Laborda para que ella recibiera un trato especial sólo por decir que su invitación procedía de los Laborda.

Aunque Claudia era técnicamente su empleadora, a menudo trabajaba junto a Roselyn. Las dos estaban muy unidas, hasta el punto de que eran casi mejores amigas si no fuera por la diferencia de estatus.

Si Claudia se enteraba de que Roselyn lo había pasado mal en el evento, Roselyn estaba segura de que Claudia la defendería.

—Cálmate. Ahora estamos aquí, ¿no? —Emmanuel la consoló, y Roselyn al final dejó ir su ira.

Al segundo siguiente, vio los deliciosos platos sobre la mesa y se abalanzó sobre ellos como si fuera un león hambriento.

Todos caminaban hacia la puerta, gritando con entusiasmo.

—¿Qué ocurre? ¿Quién está aquí?

Roselyn sentía curiosidad. Se preguntaba si un hombre rico y atractivo estaría haciendo una gran aparición como en esos programas románticos que veía.

Emmanuel no tenía ni idea de lo que estaba pasando, y se levantó con curiosidad, como su hermana, para ver mejor la situación.

Por desgracia, la multitud era muy numerosa. Aunque Emmanuel y Roselyn eran altos, no podían ver quién estaba en medio de la multitud.

Mientras tanto, Macarena y su prima, Beatríz, eran escoltadas por un grupo de guardaespaldas al subir las escaleras mientras los invitados al banquete las rodeaban.

Macarena irradiaba belleza, y además era alta, esbelta y desprendía un aura cautivadora. Cada vez que aparecía en eventos sociales, hacía girar las cabezas.

Aunque Beatríz no era tan bella como ella, su aspecto dulce y entrañable la convirtió en el blanco de los cortejos de muchos.

Además, la estrella de la noche era su tía, recién ascendida a teniente de alcalde de la ciudad. Las dos eran hijas de la familia más rica de Cataratas y sobrinas del teniente de alcalde. Naturalmente, ellas también serían el centro de atención.

—¡Señorita Quillen! ¡Señorita Quillen!

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