Tras la Máscara del Amor romance Capítulo 27

Macarena iba delante y Beatríz detrás, y las dos pudieron oír cómo todo el mundo las saludaba con respeto.

Aunque Macarena era una mujer distante, no era arrogante. En respuesta, inclinaba la cabeza hacia las figuras más importantes del mundo empresarial por cortesía.

Los hombres que recibían su respuesta hinchaban el pecho de orgullo.

Mientras tanto, como Emmanuel y Roselyn no podían ver por quién estaban todos entusiasmados, decidieron seguir disfrutando de la comida que tenían delante.

Por otro lado, cuando Macarena subió las escaleras y recorrió la habitación con la mirada, se fijó en su marido, que estaba en un rincón.

«¿Qué está pasando? ¿Ese hombre está compartiendo comida con otra mujer, e incluso están charlando tan alegremente?»

La sonrisa cortés de Macarena se desvaneció y la temperatura a su alrededor bajó drásticamente.

«¿Por qué está ese hombre aquí? ¿Me está engañando? ¡Maldita sea!»

Aunque Macarena le dijo a Emmanuel que estaba bien que saliera con otras mujeres después de casarse, se dio cuenta de que seguía perturbada cuando lo vio con otra mujer.

Por suerte, su matrimonio era un secreto y nadie sabía que Emmanuel era su marido. De lo contrario, su aparición con otra mujer habría arruinado su ilustre reputación.

—¡Umm!

Tras una repentina burla, Macarena dejó de saludar a los demás y abandonó el salón de baile de la primera planta.

Beatríz, que no podía leer la mente de Macarena, estaba desconcertada.

«¡La expresión de Macarena cambió en un abrir y cerrar de ojos! ¿Qué le pasaba?»

Sin embargo, un pensamiento le vino a la cabeza cuando siguió la mirada de Macarena hacia el lugar de la esquina y se fijó en Emmanuel.

Beatríz nunca había visto a Emmanuel, así que de inmediato acercó a la asistente personal de Macarena y le preguntó:

—¿Quién es ese hombre?

—Señora Beatríz, es Emmanuel Martínez.

—¡Oh! —exclamó Beatríz al caer en la cuenta.

—Me encantaría disfrutar de más manjares en diferentes plantas, pero la invitación que he recibido sólo me permite permanecer en la primera.

Roselyn se encogió de hombros, la mirada de sus ojos parecía decirle a Emmanuel que no podía hacer nada.

Justo entonces, una dulce voz sonó detrás de ellos.

—¡Roselyn! ¡Doctor Martínez!

Los hermanos se giraron y vieron a una mujer con un vestido verde claro y una sonrisa en la cara que se dirigía hacia ellos.

La mirada de la atractiva mujer era tranquila y llevaba un collar de diamantes alrededor de su esbelto cuello. El diamante centelleaba bajo las luces, y era tan brillante que parecía como si el universo entero se hubiera guardado en la preciosa roca.

—¿Claudia?

Roselyn se puso en pie de un salto, emocionada, antes de lanzarse hacia la otra mujer y abrazarla.

«¡Mi jefe ha llegado en el momento justo!»