Tras la Máscara del Amor romance Capítulo 40

—Ya lo he entendido. ¿Por qué eres tan prolijo siendo un hombre? —amonestó Macarena con frialdad.

Después de terminar su frase, sintió que tardaba mucho en calmarse.

«Debo admitir que la vida después del matrimonio difiere mucho de la vida de soltero. Parece que me llevará algún tiempo acostumbrarme a vivir con otra persona».

Al día siguiente era domingo, y aun así salió de casa a las seis y media de la mañana.

Para un adicto al trabajo, básicamente no había días de descanso ni vacaciones, sólo días de trabajo.

Sentada en su despacho, utilizó su teléfono para comprobar las imágenes de vigilancia en lugar de ocuparse de sus asuntos, como hacía siempre.

Los bordes de sus labios se curvaron hacia arriba cuando pensó en cómo Emmanuel no sabía que podía controlar todo lo que ocurría en la casa.

«Quiero ver lo que hace cuando yo no estoy».

Sin que ella lo supiera, Beatríz acababa de llegar a la puerta de su despacho, observándola en secreto.

—¡Maldita sea! Sabía que ese hombre no era de fiar. —De repente, Macarena dio un manotazo en la mesa porque le vio lavando los pantalones a mano.

«¡Me dijo que dejaría que la lavadora hiciera la colada! ¿Qué derecho tiene a tocar mis pantalones?»

«¡Umm! ¡Eso es tan personal! Espera un minuto...»

Al momento siguiente, se sonrojó porque se dio cuenta de por qué estaba haciendo eso. Al parecer, estaba eliminando su secreción corporal de los pantalones, algo muy difícil de hacer para una lavadora.

—¡Voy a matar a ese hombre! —Ella explotó de rabia y vergüenza.

Fuera de la oficina, Beatríz disfrutaba viendo la reacción de su hermana, porque rara vez podía ver ese lado de su hermana mayor.

De repente, alguien le dio una palmada en el hombro, asustándola e incitándola a darse la vuelta.

—Por supuesto, pero la situación no pinta muy bien ahora mismo. A juzgar por el estado actual de Macarena, ¡creo que puede echar a su marido en cualquier momento! —especuló Beatríz basándose en lo que había visto antes.

Enarcando una ceja, Letizia pensó:

«Ya he tratado con Emmanuel varias veces y no creo que sea tan simple como parece. Eso quedó patente cuando me ayudó a encargarme del estafador, a lidiar con el señor Santana y a agarrar el puño de Agustín anoche. Si no fuera capaz de alguna manera, el viejo señor Quillen no le habría tomado cariño».

Luego dijo:

—No estoy de acuerdo con usted, señora Beatríz. Creo que ese hombre seguirá a su lado.

Sus palabras dejaron atónita a Beatríz.

«¿De verdad cree que ese hombre puede soportar a alguien como Macarena?»

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