-Prueba el té con leche -dijo con calidez.
No tenía ninguna intención de deberlo, pero me lo había pedido con tanta cortesía que no tuve más remedio que tomar un sorbo. Estaba realmente preocupada de que pudiera haber puesto algo en la bebida. Era algo de lo que podía ser capaz.
El té con leche sabía muy bien. Lástima que no estuviera de humor para saborear su fino sabor. Dejé la taza de té a un lado y lo miré directo a los ojos.
-No les voy a dar ni vender ni una parte de mis acciones. ¡Sobre mi cadáver!
-No soy el bandido que crees que soy -dijo.
Se había puesto unas gafas sin montura cuando no me había dado cuenta. Sus dedos empujaron su puente con suavidad. Se veía bien con las gafas puestas. Como un sinvergüenza refinado.
-¿Qué quieres entonces?
-Hablar de negocios -dijo y deslizó un puño de documentos hacia mí—. La Organización Ferreiro acaba de cerrar el proyecto para el Estudio Cámara Oscura. Como accionista principal, tiene poder ejecutivo. Su empresa aún no ha comenzado a trabajar en el proyecto. Todavía está buscando socios para colaborar en el proyecto.
Tomé de los documentos y abrí el archivo. Dentro había un contrato para una sociedad conjunta. Lo miré confundida.
-Las Empresas Lafuente son el mejor socio que puede encontrar en toda la Ciudad Buenavista —explicó.
No sabía nada sobre el negocio que estaba haciendo la Organización Ferreiro. Sólo sabía que estaba manejando un proyecto que tenía que ver con el desarrollo inmobiliario y que el Estudio Cámara Oscura era un antiguo estudio de entretenimiento. No sabía qué planeaba hacer la Organización Ferreiro con el estudio después de comprarlo y aquí estaba Roberto, pidiendo una asociación conjunta de la nada.
Me humedecí los labios.
-No soy consciente de lo que está haciendo la Organización Ferreiro en este momento. ¿Qué te parece esto? Déjame volver y averiguar más sobre este proyecto.
-¿Con quién vas a discutir esto? ¿Ese abogado tuyo? Es un abogado, no un hombre de negocios —dijo Roberto. De repente se acercó a mi lado del sofá y me rodeó con el brazo. Su sonrisa blanca y plástica dividió su rostro en dos -. Eres mi esposa. No tengo ninguna razón para engañarte para que hagas un mal trato. Si decides no trabajar conmigo, tu madrastra vendrá a mi puerta y me pedirá que me una con ella. Te doy la oportunidad de fortalecer tu posición en la empresa. No debes dejar pasar una oportunidad tan grandiosa.
El calor de su mano era abrasador. Podía sentir el calor ardiendo a través de mi abrigo grueso.
Mis pensamientos estaban hechos un lío. Lo miré en un estupor.
—Roberto, no sé nada sobre cómo funciona la empresa.
No puedo sólo aceptar tu oferta.
-¿Sabes cómo te ves ahora? -Me miró con los ojos entrecerrados y preguntó. Sacudí la cabeza—. Como una completa idiota -suspiró-. Tu padre cometió un error. No debería haberte dejado con una responsabilidad tan grande. Estoy seguro de que te engañarán y perderás el treinta por ciento de tus acciones en un año.
La burla en sus ojos era exasperante. Sin embargo, no era como si estuviera en posición de estar enojado.
Pero sabía que no era idiota. Simplemente no sabía lo suficiente en este momento.
—Roberto, me llamaste cuando acabo de ganar la demanda y apenas me he hecho cargo del negocio familiar. Sólo estás tratando de aprovecharte de mí de nuevo.
-¡Ja, ja, ja, ja! —soltó una carcajada repentina. El susto casi me mata-. Está bien. Mañana haré una visita a la Organización Ferreiro. Sabrás si estoy tratando de aprovecharme de ti cuando veas cómo me recibe tu madrastra -dijo. Luego, me soltó y levantó los brazos en el aire-. Un buen estratega tiene que ser capaz de evaluar las capacidades de su oponente al instante. Así es como toma las mejores decisiones. Acabas de perder la mejor oportunidad que hayas tenido en tu carrera profesional.
Retiró el contrato y me lo agitó en la cara.
-Este contrato estará mañana en manos de tu madrastra. Acabas de renunciar a tu oportunidad de ser mi soda. Ahora somos enemigos.
Todavía estaba aturdida. Ya había llamado a Santiago.
-Santiago, muéstrale la salida a la invitada.
Había sido todo sonrisas hace un momento, pero ahora, me estaba echando de su habitación con una mirada helada en su rostro.
-Pero Roberto no me dio la oportunidad de pensar bien las cosas.
-Así es como trabaja el Señor Lafuente. Tiene un sentido agudo cuando se trata de asuntos comerciales. Él sabe cuándo fracasará un trato.
-Pero yo no soy como él. Soy nueva en esto.
El ascensor llegó a nuestro piso. Santiago puso su mano en la puerta para evitar que se cerrara.
-El señor Lafuente te hizo una oferta antes que nadie. Lo hizo porque eres su esposa.
-Pero, me asustó mucho cuando estaba hablando del trato -dije mientras entré al ascensor-, Santiago, quiero echar un vistazo a ese contrato. ¿Puedes encontrar una manera de tomar algunas fotos y enviármelas? Encontraré a alguien para que le eche un vistazo. No entendí lo que estaba mirando.
—¿Crees que todavía tienes la oportunidad de trabajar con Empresas Lafuente incluso si yo te enviara una copia del contrato ahora?
—Tú lo dijiste. Somos marido y mujer. Nos encontramos en casa todo el tiempo. Habrá una manera -consideró lo que le había dicho por un momento, luego dijo-. Está bien. Se me ocurrirá algo.
-Gracias.
Hablar de negocios con Roberto fue una prueba aterradora. El ritmo fue demasiado rápido. Antes de que pudiera reaccionar a lo que acababa de decir, me dijo que había perdido mi oportunidad por completo.
Tenía que poner mis manos en el contrato y conseguir que Andrés le echara un vistazo. Así fue como pude saber si la asociación beneficiaría a la Organización Ferreiro. No sabía nada y no confiaba en Roberto. Pero confiaba en Andrés.
Poco después de dejar las Empresas Lafuente, Santiago me envió una serie de fotografías. Había tomado una foto clara de cada página del contrato.
Le pedí a Andrés y a Abril que se reunieran conmigo en un café, donde le mostré el contrato a él.
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