Su mirada me atemorizaba, llevó aquí ya dos semanas y no quiero verlo ni que este cerca mío. Sentía como su mirada ocultaba algo, como el nerviosismo de su toque podía emitir aquel silencio abrumador.
Mi padre vive aquí junto conmigo en este castillo, en esta prisión, me siento sola ya que mi padre ha aceptado que me casé con él.
Me pasó mis tardes solas, observando a través de la ventana o leyendo algún libro que las mucamas me dejan.
La comodidad de estas cuatro paredes suele ser frustrante y agobiada, quería salir, pero la rotunda negación de mi padre me encloquecía.
Algo ocultaba y siempre negaba.
Pero ¿Qué podría ser?
Últimamente muchos guardias vigilaban aquel castillo, miraban con temor cada parte como si esperaran algo o tal vez a alguien.
-Hija mía - la voz de mi padre resonó por toda la gran alcoba - que te parece si vamos al jardín a ver los rosales ¿Qué dices?
Moví mi cabeza en señal de negación, estaba dolida, mi padre creía que esta era una vida de paz, pero para mí es el infierno. Su raza es mala y él también lo es.
Hace un tiempo que vienen costureras a hacerme pruebas para confeccionarme un vestido de novia, traen telas y mide todo mi cuerpo.
Yo solo me quedó ahí, asintiendo a todo, no quiero esta vida, quiero ser libre, pero una parte de mi corazón se negaba a irse.
¿Acaso sentía atracción por aquel rey?
(…)
La corona relucía sobre su hermosa cabellera, su traje color melón se amoldaba a su cintura y sus labios temblaban. Todo era imperfecto ante sus entristecidos ojos.
Ella yacía sentada en la gran cama, con las manos sobre su regazo y sus ojos nublados de tanto llorar. Esperaba a que su esposo llegará, para que según hablaban las sirvientas consumarán su matrimonio.
"Nunca agaches la cabeza, tú eres un rey"
-Mi señor, la reina espera en la alcoba - Dimitri hizo reverencia y salió de ahí rápidamente
Caminó hacia su alcoba, tomó el pomo y lo abrió entrando a la fría alcoba.
Sus ojos recorrieron la alcoba y se topó con Minesa que yacía recostada sobre la cama boca arriba, sus hermosos ojos estaban siendo cubiertos por sus largas pestañas.
-Minesa - susurró y tomó la colcha entre sus manos cubriendo el cuerpo de Minesa - No te preocupes, te voy a esperar amada mía, lo importante es que debo protegerte
Besó la frente de su amada y se recostó al lado de ella acurrucándola entre sus brazos.
-Te amo mi reina – pronuncio mientras cerraba sus ojos con lentitud sumiéndose en sus sueños
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