Una humana para el rey romance Capítulo 50

-Minesa - susurro dulcemente Leopoldo - he anhelado ver tu delicado rostro ante mí, no sabes cuándo te he extrañado, mi dulcinea - Leopoldo intento acercarse a Minesa, pero fue inútil, ella retrocedió lentamente lo que causo un dolor inigualable en aquel hombre

-Lo lamento Leopoldo - respondió Minesa, Leopoldo formo en sus labios una perfecta sonrisa al escuchar la voz de su amada

-¿Puedes hablar? - pregunto Leopoldo

-Una bruja, le pedí una pócima para poder hablar y así no ser tan inútil frente a los soldados - Minesa observo atentamente a Leopoldo, él mostraba una perfecta sonrisa y se le iluminaban los ojos - ¿Dónde está Aleckey?

-Mi primo no importa - respondió con brusquedad - solo importas tú - susurro, se acercó lentamente a Minesa mientras hablaba - tienes que estar conmigo, yo te hare feliz nada te faltara y solo tendrás que amarme a mí, solo a mí - se quedó frente a Minesa, tomo delicadamente sus manos y las acaricio

-Leopoldo, por favor, por tu bien y por el bien de todos libera Aleckey - susurro Minesa, sintió sus ojos llenarse de lágrimas y luego la suave caricia de ellas bajando por sus mejillas

-No llores mi dulcinea, eres mi vida. Verte llorar me mata lentamente, estaremos juntos, para siempre, ya nadie importa ni siquiera mi primo - con su pulgar limpio las lágrimas de su amada

-No es así, tú no estás bien. Leopoldo no puedes destruir a tu familia, a tu raza, a tu propia sangre, tú no eres así, tú eres mejor que esto - ante las palabras de Minesa el sacudía su cabeza en desaprobación

-No mi querida Minesa, soy el mismo de siempre, soy aquel que vivió en las sombras, aquel que espero ser el orgullo de su padre, aquel que sufrió golpes con tal de no morir desolado, soy aquel que te ama y solo te desea a ti - soltó un suspiro - huyamos juntos, te prometo que no matare ni a primito ni aquellos bebes que engendro dentro tuyo, podremos tener nuestra propia familia, solo nuestra - Minesa se zafo del contacto de Leopoldo, la ira invadió su rostro y las lágrimas se secaban lentamente

-No te permito que hables así de mis hijos, ni mucho menos de Aleckey - Leopoldo escucho la voz dulce de Minesa tornarse una arisca - quería que no salieras lastimado, pero ahora me doy cuenta que es inútil, el odio que hay a tu alrededor te consume

Leopoldo solo escuchaba atentamente.

-Entrégame Aleckey ahora, es una orden de tu reina - el ambiente se tornaba tenso, la furia empezaba a cegar a Leopoldo, pero él se esforzaba por no lastimar a Minesa, de pronto a la mente se le vino una idea, una idea descabellada, una idea llena de locura

Con rapidez se encargó de encarcelar el cuerpo de Minesa, la tomo delicadamente de la cintura y la apretó a él, ella forcejeaba sin ninguna respuesta.

Dirigió una mano detrás de la cabeza de Minesa y atrapo sus labios ferozmente, ella intentaba liberarse, pero la fuerza ejercida en su cintura y en su cabeza le era imposible.

Un beso largo.

Un beso que para Leopoldo era apasionado, pero para Minesa era descarado.

Fue entonces que Minesa sintió su cuerpo ser liberado, mantuvo sus ojos cerrados no quería ver la mirada triunfante de Leopoldo.

Pero solo escucho un carraspeo.

Abrió suavemente sus ojos y pudo ver frente a ella una mujer.

-Yanet - susurro suavemente Minesa

-Necesito que hablemos - hablo Yanet

(...)

Esperaban las órdenes de su reina, pero solo el silencio rondaba.

Escuchaban el susurro del viento y era como escuchar voces sollozantes a la lejanía.

-¿Habrá pasado algo? - pregunto Jazmín

-No lo creo, ella habría pedido nuestra ayuda - susurro Doroteo

Los minutos se tornaban horas.

Y el miedo era inevitable de no sentirse.

-Esperemos un poco más - hablo Jazmín, Doroteo asintió lentamente

(...)

-¿Hablar? - pregunto Minesa, sentía alguna extrañeza ante la proposición de Yanet. Yanet mantenía su mirada baja, como si tuviera miedo o pensara

-Sí - susurro

-Está bien, dime - Minesa observo a Leopoldo su cuerpo yacía boca abajo, parecía muerto, pero podía escuchar su suave respiración

-¿Alguna vez escuchaste hablar sobre Beatriz? - Minesa negó - ella fue la madre de Leopoldo, fue una bruja.

Minesa le dio una mirada de confusión.

-¿Su madre fue una bruja? - preguntó y ante su pregunta Yanet soltó un suspiro pesado para seguir hablando

-Sí, ella era una bruja blanca, solía robar plantas del castillo, fue ahí donde conoció al padre de Leopoldo y él quedó cautivado con ella que poco después se la llevó al castillo convirtiéndola en su esposa. 2 años después Leopoldo nació. Él es el nieto mayor, luego de un año nació Aleckey y aunque Leopoldo desde muy pequeño fue llamado el heredero de la corona nunca consiguió serlo.

-¿Qué? - pregunto Minesa

-A la edad de 15 años Leopoldo fue dejado de llamar el heredero de la corona por haber intentado asesinar a Aleckey. Fue entonces cuando todo se tornó malo en el castillo, llena de traición, de odio, de mentiras y de muerte. La madre de Leopoldo se tornó una mujer oscura, decían que ella era influenciada por una bruja negra en lo profundo del bosque ya que ella solía ir al bosque a leer. Y tenían razón - susurro Yanet - ella empezó a hacer magia negra, lo que causó que de pronto un día atacará a la madre de Aleckey, así que fue condenada a la horca. Leopoldo se tornó frío y solitario, su padre trataba de calmarlo, pero él se alejaba de todo. Todos murmuraban que él hablaba solo, inventaban que hablaba con su madre, con una sombra negra, con el mal. Su madre nunca dejó este mundo, se quedó aquí como una sombra, en la oscuridad cuidando a su hijo y llevándolo a la oscuridad.

-¿Ella está aquí? - pregunto Minesa señalando el lugar

-No en el lugar, en mí - la mirada de Yanet se tornaba llorosa - ella está dentro de mí y no me deja en paz. Ella me atormenta, me consume, me carcome - se abrazó a sí misma sintiendo el miedo recorrerle todo el cuerpo

-Y Leopoldo ¿lo sabe? - susurro Minesa

-Ella no quiere que él sepa sobre esto, pero yo no puedo más, voy acabar con mi vida y con la vida de Junior. Voy acabar con todo - sollozó suavemente

-Entonces ¿Ella ha habitado tu cuerpo todo este tiempo? - ante aquella pregunta Yanet asintió

-Ella causó que a pesar de los años transcurridos siga viva, invento que yo me quería vengar de Junior cuando yo solo quería volverlo a verlo. Tenemos tiempo, si ella toma por completo mi cuerpo será capaz de causar el final de todo. De toda la familia real, ella solo quiere vengarse y que su hijo tome el poder siendo manipulado. Siendo un títere.

-No lo dejaré, eso no pasará - susurro Minesa, sintió un viento suave y frío acariciar su rostro - ¿Cómo fue que ella entro en tu cuerpo?

-Cuando mi hijo tenía 17 años, fuimos al bosque a recolectar frutos para poder comer, sentíamos el lugar lleno de frialdad, de oscuridad, tan sombrío y con las voces que susurraban "muerte". Intentaba no prestarle atención y fue ahí cuando cometí un grave error. Sentí como una fuerte bruma entró por mis fosas nasales, todo me daba vueltas, el olor a putrefacción era cada vez más fuerte y a la lejanía escuchaba la voz de mi hijo llamándome. Pero yo ya no reaccionaba. Según me contó había estado inconsciente 3 días, me sentía extraña, fuerte y cada vez las voces se tornaban insoportables. Y así viví durante años, ya luego morir era imposible para mi cuerpo y para mi hijo. Nos volvimos inmortales. Ella tomaba mi cuerpo más y más. Planeo todo con tal de vengarse, ella desapareció durante un día cuando llegó la noticia de la muerte de su esposo. Pero luego se repuso con más odio, con más oscuridad y yo debo obedecerla o si no mataría a Junior. Yo ya no puedo perderlo, ya perdí a mi hijo, Junior es lo único que me queda - Yanet sollozaba recordando todo, sentía la ira relucir y su alma sufrir.

-Yanet gracias por contarme esto, ahora necesitamos acabar con esto - susurro Minesa

-Llévate a Aleckey - Minesa observó a Yanet, está dio media vuelta y entró a la cabaña, al salir con dificultad Aleckey se apoyaba sobre Yanet.

Ambos se miraron fijamente.

Minesa sintió una paz enorme.

-Váyanse ahora - susurro Yanet, Aleckey no pudo esperar más y corrió hacía Minesa, la abrazo fuertemente aspirando su aroma, ella se acurrucaba en sus brazos.

Yanet miró por última vez aquella escena y entró a la cabaña.

Nerviosa.

Llena de miedo.

De tristeza.

De nostalgia.

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