Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 10

POV DEMETRIUS

Despierto con un infernal dolor de cabeza y lo único que hago es ir a la ducha para bañarme con agua fría.

—Buenos días, Sophia —sonrío al abrir la llave—. Tomé mucho anoche… Sí, sí, sé que no te gusta que tome, pero… lo necesitaba. Lo necesitaba porque no soporto tener a esa mujer en nuestra casa —confieso con rabia contenida—. No soporto tener a alguien con la sangre de Varksov aquí. Pero todo sea por ustedes, mi amor. Por ti y por nuestros hijos —sonrío al recordar a mis niños—. Los extraño tanto, Sophia —empiezo a llorar desconsolado—. Daría lo que fuera por volverlos a tener conmigo otra vez. Daría mi vida porque ustedes estuvieran aquí y yo me hubiese ido, pero no… —lloro mucho más mientras me empapo con el agua de la regadera— ¡TUVISTE QUE SER TÚ Y MIS BEBÉS QUIENES FUERAN EN MI AUTO! ¡FUE MI CULPA TAMBIÉN SOPHIA! ¡PORQUE YO DEBÍ ESTAR AHÍ Y NO USTEDES! ¡DIOS! —me lamento al continuar llorando desgarrado mientras recuerdo a mi familia, a mis tres amores—. Ya no sé ni por qué sigo aquí Sophia. ¡Ya no sé qué hago vivo! ¡Ya no quiero estar aquí! ¡QUIERO ESTAR CON USTEDES! ¡LOS EXTRAÑO! …. Los extraño mucho, mi amor —susurro agotado mientras veo a mi alrededor y me doy cuenta de que hay una botella de ron muy cerca.

La tomo, la abro y la empiezo a beber mientras sigo tirado en el piso de la ducha.

—Hoy la invitaré a salir…, tendremos una cita y… te prometo que todo lo que pasé solo será por el plan de venganza que tengo. Jamás llegaría a sentir algo por esa mujer. Es la hija de Varksov; ha de ser igual que él, sino que finge muy bien. ¿Inocente? —bufo irónico—. Estoy segura de que esa mujer sí sabía de los negocios de su padre. Hay que ser muy ingenuo para no saberlo. Como sea —bebo más ron—, hoy empieza todo esto, mi amor, y yo solo quiero que te quedes tranquila porque no habrá mujer alguna que pueda ocupar tu lugar. Tú eres y siempre serás el gran amor de mi vida, Sophia —suspiro cansado—. Ahora… —sonrío—, ahora debo terminar de bañarme para ir a desayunar con esa mujer y su hija…, aunque lo único que desee es botarlas de esta casa —concluyo y, sin más, comienzo con mi baño.

Salgo 30 minutos después y me visto. Termino de acomodar las mangas de mi camisa, me peino y, finalmente, tomo mi saco para salir de mi habitación.

Ya en el comedor, la veo a ella esperando sentada, al lado del asiento central de la mesa (el mío). Su hija estaba con ella, en una pequeña canasta de bebés.

De pronto, me ve y cruzamos miradas. Cuando lo hace, reconozco, en ella, lo único que había sacado de su padre: sus ojos. Aquellos ojos azules que más odiaba en todo el mundo. Noel Varksov se parecía demasiado a su madre; no obstante, había heredado los ojos del hombre al cual me encargaría de destruir.

—Buenos días, señor Hills

—Buen día, señorita Varksov. No es necesario que se ponga de pie, tranquila —le regalo una amigable sonrisa.

—Bien… —sonríe—, buen día

—Buen día —respondo al tomar asiento en la cabeza de la mesa—. ¿Cómo está?

—Muy bien, gracias

—¿Y su hija?

—Valentina también está muy bien. El doctor tenía mucha razón, no era nada de qué preocuparse.

—Me alegra escuchar eso. SIRVAN EL DESAYUNO —ordeno al instate; y las mucamas lo hacen.

—Señor Hills

—Demetrius, puede llamarme Demetrius

—Está bien… ¿Demetrius?

—Dígame, señorita Varksov

—Le dije que podía llamarme Noel

—Bien, dígame, señorita Noel —preciso; y ella sonríe.

—Señor Hills

—¿Qué pasó con Demetrius?

—Esto es un poco serio

—Bueno, la escucho

—Yo… quería agradecerle, otra vez, por haber…

—Señorita, Varksov, no es necesario que siga agradeciendo.

—NO, CLARO QUE SÍ —me mira fijamente; y eso me molesta, ya que sus ojos eran lo último que quería ver—. Señor Hills, le agradezco, sinceramente, que no nos haya dejado solas a mi hija y a mí. Yo, de verdad, no sé cómo pagarle lo que ha hecho por nosotras en estas semanas.

—No hay nada que agradecer, señorita Varksov; es parte de nuestro trato

—También quería hablarle de eso

—¿Sigue sin querer trato? —interrogo preocupado; y ella niega

—No, todo lo contrario. Yo quería saber si nuestro trato seguía en pie.

—Mi propuesta sí. ¿Qué hay de usted?

—Yo quiero seguir con el contrato que firmamos. Le prometo que, de ahora en adelante, no daré más problemas.

—No se preocupe, en parte la entiendo. Entiendo que tenga tanta desconfianza.

—Aún así, lo lamento.

—Bueno… ¿qué le parece si para celebrar que continuamos con el trato, terminamos la cena que quedó pendiente ayer?

—Me siento mal por lo que hice en el Levriant

—Descuide —contesto serio

—Lo apunté con un arma

—No es la primera vez que lo hacen —señalo relajado; y ella se sorprende mucho—. El dinero y la política suele traer grandes enemigos —explico

—¿Y por qué quiere ingresar a la política si trae problemas?

—Porque tengo un asunto pendiente que debo resolver —señalo al mirarla directamente a sus ojos

—Entiendo —responde algo intimidada.

—¿Le han dicho que tiene unos ojos muy… bonitos, señorita Varksov? —pregunto de pronto; y noto que mi comentario le toma por sorpresa, ay que estaba bebiendo su jugo y se detuvo intempestivamente.

—Gghm gghm perdón —se aclara la garganta algo nerviosa— yo —sonríe— le agradezco mucho el cumplido, señor Varksov

—Tiene unos ojos azules muy bonitos…, son… muy intensos

—Sí… yo… eh… a mí no me gustan mucho la verdad

—¿Por qué no?

—Bueno…, me hubiese gustado tener los de mi madre para ser sincera.

—¿Por qué?

—Bueno… porque…. No sé —se encoge de hombros— solo me hubiera gustado tener los de ella. Mi madre era muy hermosa.

CAP 10 1

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