Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 7

POV NOEL

«El Levriant», pienso con tristeza y decepción al recordar las innumerables cenas románticas que tuve, en este lugar, con… Mezz

—¿Pasamos? —escucho la voz del hombre de ojos grises que me acompañaba en esta ocasión; y dirijo mi mirada hacia él.

—Sí, claro —respondo cortés; y empezamos a caminar hacia el interior.

Dentro de aquel, el anfitrión nos empieza a dirigir a nuestra mesa. Yo voy observando el restaurante y este, al igual que siempre, se mantenía hermoso; no obstante, el ser el centro de atención de muchas personas curiosas, quienes me regalaban miradas de desprecio, hizo que me sintiera muy incómoda al instante.

—¿Todo bien? —escucho la grave voz de mi acompañante.

—Sí, todo bien —contesto; y le sonrío gentil.

Lo último que deseaba, en este momento, era arruinar la noche del hombre que nos mantenía protegidas a mi hija y a mí.

—Sabe mentir

—¿Qué dice? —pregunto cuando de repente, él se detiene intempestivamente—, pero… ¿qué pasa?

—Solo guarde silencio —menciona serio; y se da media vuelta para quedar frente a la mayoría de los comensales del Levriant.

—Pero… ¿qué pretende hacer?

—Callar los murmullos

—Por favor, por favor, no lo haga —le pido al mirarlo suplicante.

—Están hablando de usted.

—Lo sé —contesto cansada del mismo tema—. Lo sé…

—Alguien debe callarlos.

—Por favor, no lo haga. No deseo conflictos esta noche y, mucho menos, que los asuma usted. Por favor, solo vayamos a nuestra mesa y disfrutemos de la cena.

—No puedo dejar pasar esto por alto, señorita Varksov.

—Por favor, se lo pido, vayamos a nuestra mesa —suplico una vez más, pero él parece no querer acceder a mi petición—. Por favor, señor Hills, se lo suplico, vayamos a nuestra mesa.

—Está bien —contesta muy serio—, pero igual esto no se quedará así. Me encargaré después —precisa; y yo me sorprendo, pero no iba a preguntar l respecto.

Lo único que deseaba era llegar a nuestra mesa y estar muy alejada del nido de víboras que murmullaba.

—¿Por qué no quiso que interviniera? —me pregunta de pronto, mientras seguimos caminando hasta el segundo piso.

—Porque ya estoy cansada de lo mismo. Desde que empezó el escándalo mundial de corrupción sobre mi padre, lo único que hice fue acostumbrarme al acoso de la gente en la calle. En fin…, son las consecuencias de tener un padre corrupto.

—¿Está diciéndome que Yadiel Varksov, su padre, es culpable de todo lo que se le acusa? —cuestiona de repente; y mis alarmas se encienden.

Me detengo intempestivamente; y me suelto de su brazo para después observarlo con desconfianza.

—Relájese, Noel. Sé que usted no tiene nada que ver en lso negocios de su padre.

—¿Cómo podría creerle?

—Retírese por favor, yo ya conozco la mesa —le ordena al anfitrión del restaurante.

Ya a solas, vuelve a mirarme fijamente.

—¿Por qué debería creerle? —arremeto inmediatamente—. ¿Sabe algo? Ahora que lo pienso, todo esto está muy extraño.

—¿Qué es lo que dice?

—Que todo esto está muy extraño. Primero, usted me salva de morir. Luego, trae a mi hija conmigo, me propone un trato y me pide que me mantenga muy lejos de usted y ahora…, de una forma muy repentina y extraña… ¿me invita a cenar?

—Noel

—NO, NO ME DIGA NOEL Y SÍ; TODO ESTO ME RESULTA MUY EXTRAÑO —concluyo al mirarlo desconfiada—- ¿Quién es usted? ¿Por qué me salvó? ¿Cuál es su verdadero interés?

—Noel

—Señorita Varksov para usted —aclaro a la defensiva; y aquel parece sorprenderse por ello.

—Está bien…, señorita Varksov —repite muy serio al endurecer su mirada.

—¿Qué es lo que busca de mí? Exijo que me diga la verdad

—Primero, le voy a pedir que se calme, porque créame, una de mis virtudes no es la paciencia.

—¿QUIÉN ES USTED Y QUÉ BUSCA?

—No busco nada en particular y, por favor, cálmese. Estaremos en una zona privada, pero, aun así, alguien podría oírnos —demanda con cierta molestia.

—ESTOY CALMADA

—PUES NO LO PARECE

—Hable ya o, de verdad, perderé la paciencia.

—¿Estoy hablando con una niña acaso?

—Está hablando con una madre que hará hasta lo imposible para que no la separen de su hija.

—YO NO LA ESTOY AMENAZANDO CON HACER ESO

—¿COLABORA USTED CON LA POLICÍA?

—¿Qué está diciendo? —cuestiona incrédulo.

—LO QUE OYÓ. ¿COLABORA USTED CON ALGUIEN?

—Por favor, ya cálmese —me pide fastidiado al pretender acercarse a mí, pero yo abro mi cartera y…— PERO ¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ HACIENDO?

—Nadie va a separarme de mi hija.

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