Una segunda oportunidad romance Capítulo 103

... ¿Muerto?

No... eso no puede ser...

Sentí mi corazón acelerarse al escuchar sus palabras.

¿Por qué ella haría eso? ¿Por qué hacer algo antes de…?

A menos que... a menos que ella esperara que yo me precipitara a la guerra sin importar si ella lo usaba como carnada. Porque ella sabía que yo no tendría forma de saber que él estaba vivo y asumiría que iría por él, de todas formas.

'Es solo otra estrategia para hacerme daño'.

Durante nuestra estancia en la cabaña, siempre había evitado el tema de que Aleric me marcara. No había querido atarlo a mí sabiendo que podría no estar durante mucho en este mundo, y no quería que pasara por ese dolor cuando muriera. Pero no había pensado que lo opuesto me afectaría en ese momento. Si lo hubiera hecho de verdad, hubiese sabido en el momento en que hubiera pasado y habría evitado que todo el mundo se apresurara a salvarlo.

Entonces, ¿estaba realmente... muerto?

Y el gruñido más gutural y animal salió entonces de mis labios, el cual hizo que varias personas cercanas se estremecieran y huyeran de la presión.

Esto no era lo que tenía que pasar.

No debía morir por mi propia incompetencia de salvarlo a tiempo.

No debía morir ante mí.

Podía sentir los ojos de Thea observándome de cerca y la sonrisa en su rostro.

… Y de repente supe lo que tenía que hacer.

Mis piernas empezaron a correr hacia ella, obligándome a mí misma a moverme cada vez más rápido. Varias personas se peleaban entre nosotros, pero no dejé que eso me distrajera mientras maniobraba alrededor de ellos con facilidad, sin romper el paso ni una sola vez.

"¡Aria!". Oí que alguien gritaba.

Pero yo no me detenía.

Esto era por su culpa. Era su culpa. Ella tenía que pagar.

Seguí corriendo hacia la línea de árboles, hacia la figura que me esperaba ahí. Nada podría detenerme.

… Ni siquiera la decena de salvajes que podía sentir en ese momento que me seguían.

Estaban lo suficientemente cerca como para alcanzarme pronto, con la ventaja de tener cuatro patas más que yo. Pero justo antes de que pudiera llegar a los árboles, sentí como uno de ellos iba a arremeter contra mis piernas en un intento de tirarme al suelo.

Sin embargo, esto no sería suficiente. No cuando podía predecir su siguiente movimiento.

Esquivé sin esfuerzo su ataque y contraataqué con un cuchillo en su costado, y su cuerpo rodó lentamente hasta detenerse a medio metro de distancia.

Los demás se pusieron frenéticos al verme matar al salvaje y empezaron a dar vueltas a mi alrededor, chasqueando y gruñendo en mi dirección mientras esperaban para atacar. Se tomaron su tiempo para evaluarme, ya que su mentalidad de manada se puso en marcha.

Pero no tenía tiempo para esto.

Miré hacia los árboles, ya lo suficientemente cerca como para encontrar los ojos de Thea, y una mezcla de frustración y desesperación me consumió. Necesitaba llegar a ella a tiempo. Atraparla antes de...

Y entonces mi alma se me cayó a los pies cuando ella hizo exactamente lo que yo temía.

Con una última sonrisa ante mi situación, se dio la vuelta rápidamente y empezó a correr hacia el bosque, alejándose de la batalla.

Mierda.

"¡Lárguense ya!", les grité a los salvajes con rabia. "No quiero luchar contra ustedes".

Evidentemente, se lo tomaron a mal, ya que vi que empezaban a acercarse ansiosamente. Ignoraron estúpidamente lo que acababa de hacerle a su camarada y tomaron mis palabras como si tuviera miedo de luchar contra tantos de ellos a la vez.

… Algo que luego pusieron en práctica, atacándome bajo esa falsa creencia.

Sin dudarlo más, todos empezaron a cargar contra mí, tratando de dominarme por su cantidad. Por desgracia para ellos, vi cada uno de sus ataques.

'Izquierda... esquivar... golpear...'.

Me moví con soltura alrededor de todos los salvajes y los eliminé rápidamente uno tras otro.

"Caída... patada lateral... puñalada…’.

Y antes de que pasaran cinco minutos, pronto era todo lo que quedaba. De pie, en un círculo de salvajes muertos a mi alrededor, cubierta de su sangre mientras miraba hacia abajo con desagrado. No habían logrado hacerme ni un solo rasguño.

Lo único que habían conseguido con sus vidas ahora perdidas era hacerme perder el tiempo. Un tiempo que podría haber aprovechado mejor para ir en busca de Thea. Qué muerte más insignificante.

Tras un último vistazo a los cadáveres que me rodeaban, seguí corriendo hacia el bosque, siguiendo el olor asquerosamente dulce de Thea entre los árboles. Podía sentir cómo las ramas me arañaban la piel mientras corría entre las ramas, sin importar en tomarme los segundos adicionales necesarios para bajar la velocidad y evitarlas. Mi mente estaba puesta en una cosa, y solo en una cosa.

Thea.

De repente, otra luz que se abría a una gran llanura vacía apareció. Pude ver cómo los árboles rodeaban la zona de forma circular, dándole la apariencia de ser casi una arena. Y, sin embargo... algo en este lugar me resultaba familiar. Algo que era imposible dado que nunca había estado cerca de allí.

Sin embargo, no tuve la oportunidad de pensar más en ello, ya que finalmente vi a Thea, de pie en el centro, como si me estuviera esperando. Esperando que yo atacara.

… Tanta confianza para una mujer que en ese momento estaba aislada de su ejército.

Me acerqué a ella con cautela mientras la observaba cuidadosamente para ver si se movía de repente, pero se quedó completamente quieta. Su comportamiento me decía que me pusiera frente a ella, que quería que acortara la distancia. Y yo accedí a su petición de buena gana.

"Aria", saludó con una sonrisa, lo cual provocó un escalofrío en mí.

Cómo odiaba esa voz. Despreciaba cómo sonaba mi nombre en sus labios.

Pero no perdí el tiempo con tonterías. No, decidí ir inmediatamente al grano. Ambas sabíamos que solo había una pregunta que hacer aquí, una que ella estaría esperando de mí.

"¿Está muerto?".

Y contuve la respiración mientras esperaba la respuesta, con el corazón latiendo ensordecedoramente en mis oídos.

Era como si los segundos que pasaban fueran en realidad horas, pasando con una lentitud insoportable. Sentía que el peso de mi impaciencia me aplastaba, necesitando escuchar la confirmación más que nada.

Pero Thea apenas reaccionó, en completo contraste conmigo.

Se limitó a inclinar ligeramente la cabeza hacia un lado mientras sus ojos me observaban con atención.

"... Sí", fue todo lo que dijo.

Y, al instante, exhalé como si me hubieran sacado el aire.

Me había respondido tan claramente. Como si la pregunta fuera tan simple como la respuesta que había dado. Ninguna de nuestras vidas le importaba, eso ya lo sabía. Pero se sintió como sal en la herida al escuchar su confirmación, como si solo estuviéramos discutiendo el tiempo.

"... Voy a matarte", susurré en voz baja, mirando al suelo con incredulidad.

Podía sentir cómo las lágrimas se formaban en mis ojos, pero apenas les di importancia.

"¿Qué acabas de decir?", preguntó ella.

"¡Dije que te voy a matar!".

Repetí las palabras en voz alta y la miré directamente con un odio ardiendo en mis ojos. Todo lo que vi fue rojo, vi mi propia ira y la sangre en sus manos. La sangre de todas las personas que había matado.

Lentamente, me acerqué unos pasos y apunté mi cuchillo hacia ella con la mano temblando.

"Ya es suficiente", dije. "Me lo has quitado todo. Todo. Ya no me importa lo que cueste. Voy a terminar con esto. Ahora".

Ella se rio inmediatamente de mis palabras, encontrando la situación más entretenida que nada, y eso solo logró alimentar mi furia interior.

Alimentar la sed de sangre que latía en mis venas.

… Y, sin siquiera tomarme un momento para pensar... cargué contra ella.

Vi como su mano se levantaba para defenderse, buscando desviar mi brazo golpeándolo hacia un lado, pero la leí como un libro. Con la otra mano, saqué un segundo cuchillo y lo subí para golpear su costado, apuntando a sus costillas.

Fue solo al último segundo que se dio cuenta, por lo que apenas pudo esquivar el ataque lo suficiente para solo quedar con un pequeño rasguño. Era apenas una herida superficial.

Pensé que eso sería todo y traté de retroceder para comenzar mi siguiente ataque, pero de alguna manera ella se movió más rápido de lo que esperaba. Antes de que pudiera detenerla, me sorprendió en mi retirada y me quitó el segundo cuchillo de la mano de una patada antes de entonces tomarlo para ella.

"Interesante", observó tras saltar finalmente hacia atrás para crear algo de distancia. "Este cuchillo me resulta familiar. ¿No fue la misma arma con la que maté a tu amiga?".

Y un gruñido bajo salió amenazadoramente de mis labios.

"La única muerte que debe preocuparte ahora es la tuya", advertí. "Después de todo, la última vez que nos peleamos, tuviste que apuñalarme primero en el hombro para que quedara todo igualado".

Sus ojos se entrecerraron de inmediato ante eso. Parecía que ya no encontraba la situación tan graciosa como antes.

"No te burles de mí, niña...".

Ahí está. La verdadera Thea. La que dice lo que realmente siente. Como si todos estuviéramos por debajo de ella.

Rápidamente, antes de que pudiera hacer o pensar algo más, volví a cargar contra ella y me moví cada vez más rápido mientras intentaba darle varios golpes diferentes en su cuerpo. Me esforcé por golpearla aunque fuera una vez. Y, antes de que pasara demasiado tiempo, pronto solo el sonido de nuestros cuchillos chocando llenó el aire al coincidir perfectamente. Con cada golpe, era como si ella fuera capaz de esquivar o redirigir el ataque por poco.

… Como si ella pudiera sentir mis movimientos como yo los suyos.

… Oh.

Levanté la vista para verla sonreír una vez más, lo cual confirmó la respuesta que se me acababa de ocurrir.

Ella estaba en mi cabeza.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una segunda oportunidad