VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 37

Raquel Martínez.

Voy hasta la puerta principal y cuando la abro veo a una chica frente a mí.

— Hola, soy...

Al principio me pareció conocida, algo me dice que la he visto antes, su rostro y su voz me es un tanto familiar, solo que no recuerda hasta después de mirarla detalladamente unos segundos más que recuerdo de a donde la he visto.

Me siento más que contenga de verla, puesto a que hace años no nos veíamos, desde que ambas teníamos doce años.

Ella y yo crecimos juntas, en la niñez fuimos las mejores amigas, aunque a dicha edad perdimos contacto absoluto cuando ella tuvo que mudarse con sus padres al extranjero.

La veo bien y no parece ser aquella niña de doce con la que solía jugar muñecas, está tan cambiada, por ello no la reconocí tan fácilmente. Su piel se ha puesto un tanto más morena, su cabello que solía ser por encima de los hombros está por debajo de su cintura, sus curvas están más marcadas. En fin, está guapísima.

— ¿Jimena? —termino por ella, sorprendida y contenta a partes iguales.

— Si —asiente—. Un placer...

— ¿No me recuerdas?

Hunde sus cejas en un claro gesto de confusión en su rostro.

— No —su sonrisa titubea—. Nunca te había visto...

— Soy Raquel —digo—. Raquel Martínez, fuimos amigas antes...

— ¿Raquel? —su expresión cambia notoriamente de confusión a sorpresa y finalmente a alegría—. ¡Joder, claro que eres tú! —sonríe con emoción—. ¡Qué alegría verte!

— Lo mismo digo.

— ¿Puedo darte un abrazo?

Asiento con la cabeza sin dejar de sonreír a lo que ella se abalanzó sobre mi y me abrazó.

— No sabes cuántas veces intenté contactarme contigo, pero resultó que te habías mudado —me dice.

Me apartó del abrazo.

— Tenemos mucho que contarnos, eh —digo—. Para empezar, debes decirme que hiciste todo este tiempo, como has estado. Todo.

— Vale —asiente—. Pero hablemos en el camino, el taxista nos espera afuera.

— Vamos.

Salgo de la casa y subo a la parte trasera del taxi en acompañía de mi vieja amiga.

[×××]

El taxista condujo hasta el centro de la ciudad y nos dejó frente a un centro comercial, el más visitado de la zona así que le pagamos al taxista, nos bajamos del auto y entramos.

— ¿A qué tienda vamos primero? —le pregunto mientras caminamos mirando todo a nuestro alrededor.

— A esa de allá —la señala—. Desde aquí veo que hay vestidos bonitos.

Asiento y vamos con dirección a la tienda que señalo.

Al entrar Jimena se probó varios vestidos los cuales unos le favorecen más que otros, pero al final no elogió ninguno. Así que salimos de esa tienda y fuimos a otra, y así hasta entrar a la penúltima —si, nos devolvimos— en cuya tienda mi amiga se decidió por un vestido el cual es ajustado corte sirena de color rojo y tiene un escote en la espalda.

Ese vestido no fue el único que compró ya que quiso regalarme un vestido a mí, aunque me negué que lo hiciera, lo compró cuando me distraje por si cambiaba de opinión y decidía ir a última hora al evento que me invitó Joel.

Después que pago decidimos ir a una pi

y decidimos ir a una pizzeria la cual quedaba en el mismo centro comercial, solo que un piso más abajo de donde estábamos.

Al entrar nos sentamos en una de las mesas que están vacías en el centro y un señor —mesero del lugar— se nos acordó al minuto de haber entrado.

— Buenas tardes, señoritas —dice, sin si quiera sonreír—. ¿Qué desean ordenar?

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