VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 38

Raquel Martínez.

Después de media hora llegamos al hotel que fué reservado para celebrar el aniversario de la empresa de los padres de Joel, en el sitio hay personas bajando de lujosos automóviles vestidos de manera pulcra con sus elegantes trajes mientras unos fotógrafos les toman fotos a todos, así que imagino que nosotros no seremos la excepción.

El del valet parking de encargó de abrirnos la puerta a mí y luego a Jimena, mi amigo le entrego las llaves del coche y tanto Jimena como yo enganchamos nuestros brazos con los de él.

Pasamos por donde están los fotógrafos y al ver Joel el hijo del dueño le pidieron unos fotos de más que acepto encantado para después entrar al salón del hotel donde se lleva a cabo todo.

Una música suave suena de fondo mientras las personas beben champagne y conversan entre sí, nosotros avanzamos entre las personas, un mesero se nos acercó y nos ofreció una copa de champagne cosa que recibimos encantados antes de acercarnos a una señora y un señor platicando.

Joel los presento como Patricia y Carmelo, sus padres. Cómo era de esperarse Jimena los conoció mucho antes así que en cuanto la vieron la abrazaron y besaron sus dos mejillas, aunque conmigo hicieron lo mismo después que su hijo me presentó.

Digamos platicando por un rato y la conversación me sirve para descubrir que los señores padres de Joel también están cumpliendo treinta años de casados, por lo que los felicito.

Las personas van y vienen, unas cuantas que no conozco se acercan a nosotros para felicitar a Patricia y a Carmelo por el aniversario de su empresa, otros lo felicitan también por el aniversario de su matrimonio.

De pronto, el celular dentro de mi bolso de mano empieza a sonar indicándome que me están llamando así que lo saco de manera veloz y una sonrisa boba aparece en mi rostro al ver de quién se trata.

— Joel —lo llamo en un susurro—. Erick está llamándome, ahora vuelvo.

— No tardes.

Muevo la cabeza en un gesto afirmativo y tras disculparme con quiénes estábamos hablando avanzo a la salida, en el camino le contesto al ojiverde.

— Hola hermosa —saluda del otro lado de la línea, haciendo sonreír otra vez.

— Hola.

— ¿Dónde estás? —pregunta curioso.

— Acepte la invitación de Joel, olvidé decirte...

— Tranquila —me interrumpe—. Si quieres cuando termine acá voy a hacerte compañía.

— Me encantaría que lo hicieras.

— Vale, pásame la diré y...

— Oye, Erick... —escucho una tercera voz masculina al otro lado de la línea.

— Un segundo —dice él—. Preciosa debo colgar, te llamaré cuando acabe.

— Vale, te quiero.

— Yo... también.

Cuelgo la llamada y antes de guardar el celular en el bolso busco en mis mensajes el contacto de Erick y le envío la dirección. Cuando giro sobre mi propio eje para volver a entrar choco con el gran torso de un hombre, uno muy apuesto.

—Yo... lo...

— Raquel Martínez —dice, callándome de golpe.

Frunzo mis cejas y lo miro, tiene una sonrisa extraña en su rostro.

— ¿Eh?

— Eres mucho más hermosa en persona —dice, dándome una mirada significa de arriba abajo.

— ¿Lo conozco? —arqueo una ceja.

— No, pero podríamos conocernos —dice, sonriendo—. Nicolás Horan, a sus órdenes —estira su mano hacia mí—. Encantado de conocerte por fin.

Miro su mano con duda, y cuando ve que no la voy a estrechar la mete dentro del bolsillo del pantalón de su caro traje.

— Igualmente, supongo —digo—. Debo entrar, discúlpeme.

Tras decir aquello me adentro nuevamente al salón donde estaba antes.

[×××]

Son más de las doce de la noche.

Sigo en aquel hotel, hace rato planeaba marcharme, pero Joel me convenció de que me quedara otro rato y acá estoy.

Erick no se ha comunicado conmigo como quedó, y estoy un poco preocupada porque ni siquiera contesta mis llamadas.

Me encuentro a mitad del salón decorado de manera simple, pero no menos hermosa y elegante. Frente a mí está Patricia y Jimena, con quiénes estoy platicando desde hace ya un buen rato de temas triviales hasta que de pronto siento a alguien posarse en mi espalda.

— Buenas noches —dice una voz masculina que reconozco enseguida.

[×××]

Tipo de narrador: omnisciente.

Después de la larga y aburrida cena que tuvo Erick con los posibles inversionistas estos decidieron ir a un bar cercano a dónde estaban, al principio Erick se negó puesto a que tenía planeado ir a acompañar a Raquel a aquel evento, pero su socio y amigo Ricardo lo convenció y a la final terminó yendo con todos.

No pasaron más de veinte minutos cuando todos entraron por la puerta del bar más concurrido de la zona, como siempre estaba repleto de su mayoría jóvenes alcoholizados bailando o bebiendo, incluso podrían estar drogándose o teniéndose sexo en los baños.

Ellos sin duda sobresalían entre las personas de ese bar con sus caros trajes hechos a la medida, se acercaron a la barra, pidieron un trago para cada uno y se sentaron en la única mesa disponible que encontraron en un rincón.

[×××]

Las horas pasaron y para cuándo el ojiverde quiso mirar la hora en su reloj de muñeca sus ojos se abrieron tan grandes como dos faroles puesto a que eran más de la una de la madrugada.

Quiso levantarse del cómodo sofá en el que todos lo dejaron solo por irse a bailar o a follarse a una chica de por ahí, pero todo a su alrededor se movió, se sentía demasiado mareado por la cantidad de tragos que se tomo y cayó devuelta al sofá.

Inconsciente empezo a reírse de sí mismo y se llevó a la boca el último trago que quedaba en la mesa frente a él cuando de pronto una mujer se acercó a él.

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