VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 66

NARRA RAQUEL

De la sorpresa por poco me ahogo con la comida al tragar, por lo que empecé a toser varias veces seguidas y Joel se preocupó un poco.

 

Joel: ¿Estás bien?  — Arqueo una ceja, su entrecejo levemente fruncido.

 

— Sí — Logré decir cuando dejé de toser, y tome un sorbo de mi jugo. — Solo me sorprendió lo que acabas de decir. ¿Te has pensado bien al menos?

 

Joel: Si, y eso es lo que haré — dijo, seguro de sus palabras. —  Le pediré matrimonio porque lo que más quiero es eso, casarme con la mujer que amo y formar una familia junto a ella — Mientras hablaba una pequeña sonrisa se hizo presente en su rostro. — Además, Jimena llevaba días diciéndome con indirectas que era momento de dar ese siguiente paso en nuestra relación, sólo que yo no le hacía caso — Se encogió de hombros.

 

— Lo que dices suena bonito, pero ella está molesta contigo y no creo que te perdone así de fácil; o sea Joel tú no le creíste, sólo pensaste cosas que no eran y…

 

Joel: Si, ya sé lo que hice, no tienes que repetirme lo — Volteó los ojos con fastidio, sin dejarme terminar de hablar. — Primero hablaré con ella y pedirle disculpas, luego le pediría que se case conmigo, sé que aceptara

 

— Bueno, yo sólo te diré una cosa Pimentel — Guarde silencio para tomar una bocanada de aire y después soltarla, mi expresión seria. — ¡Si o si tengo que ser la madrina de esa boda! — exclamé sonriendo.

 

Joel: claro que lo serás — afirmó sonriendo. — Oh, y necesito que me ayudes a escoger el anillo de compromiso, pensaba ir a comprarlo hoy.

 

— Si, está bien, te ayudaré con eso.

 

Joel: Gracias — sonrió de lado.

 

Le devolví el gesto y seguí comiendo.

 

Cuando acabamos Joel recogió los platos y fue a fregarlos, quise ayudarlo, pero se negó así que me dirigí a mi habitación.

 

Ya en la misma; entre al baño donde cepille mis dientes y salí, decidí cambiarme de una vez, así estaría lista a la hora de irnos.

 

Saqué del closet una falda rosada, una blusa de encaje corta por encima del ombligo color blanca, una chaqueta de jeans y tome mis zapatos converse blancos; y me vestí.

 

Planche mi cabello para quitar aquellas ondas naturales que tenía, y termine una hora y media después. No quise maquillarme, sólo me eche perfume y estaba lista.

 

Esperando a que Joel me avisará cuando nos íbamos decidí llamar al arquitecto que estaba haciéndose cargo de la empresa mis padres temporalmente. Me senté en mi cama y de la mesita de noche agarre la carpeta que Erick me había dado ayer, la abrí en busca del número del arquitecto y le marqué desde mi celular.

 

No contesto a la primera, así que volví a intentarlo y está vez atendió al segundo tono.

 

Xx: ¿Diga? — Una voz masculina se hizo presente del otro lado de la línea.

 

— Buenos días, quisiera hablar con el arquitecto... — Hice una pausa para leer su nombre en aquella nota, y seguí. — Christopher DeLuca

 

Xx: Con él habla, dígame qué se le ofrece.

 

— Eh, soy Raquel Martínez y lo llamo porque hasta donde tengo entendido usted está viendo por la empresa de mis padres mientras yo aprenda lo necesario.

 

Christopher: Oh, señorita Martínez, es un gusto por fin poder hablar con usted — Habló, por su tono de voz supe que sonrió o eso creí. — Y sí, me estoy haciendo cargo temporalmente de su empresa hasta que usted finalice sus estudios en administración, tengo entendido que nunca los termino.

 

— Sí, así es... — Respondí, y así era, nunca quise terminarlos por muchos motivos, entre ellos estaba que mi padre me había vendido a un completo extraño, y estaba segura que ese "extraño" no aprobaría mi decisión de continuar estudiando. — Y quería preguntarle cuándo podemos vernos para hablar respecto a todo eso.

 

Christopher: Me encantaría decirle que mañana mismo, pero no puedo, estoy fuera del país por asuntos laborales y regresaré en dos meses

 

— Ya veo, entonces... — Hablé, pero guarde silencio cuando ví la puerta de mi habitación abrirse dejando ver luego a Joel. — Deme un segundo  — sin esperar respuesta alguna de su parte quite el celular de mi oreja, y con mi mano tapé la parte de abajo del celular para que no se escuchara nada.

 

Joel: Oh, disculpa. No sabía que estabas hablando por teléfono — Habló en cuanto entró a la habitación. — Solo venía a preguntarte si estabas lista para irnos

 

— Tranquilo — Le sonreí. — Y sí, si estoy lista.

 

Joel: Bueno, te estaré esperando en la sala para irnos — Dicho eso salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él.

 

— ¿Sigue ahí? — Pregunté después que volví a poner el celular en mi oreja

 

Christopher: Sí — respondió el hombre del otro lado de la línea con su voz ronca

 

— De verdad discúlpeme, pero es que mi mejor amigo entró y... — Antes que pudiera terminar él me interrumpió.

 

Christopher: No se preocupe.

 

— Claro, bueno, debo irme. Pero antes quería pedirle que en cuánto llegue al país se comunique conmigo, por favor.

 

Christopher: Por supuesto que lo haré — Otra vez habló con ese tono de voz que me hacía pensar que estaba sonriendo a pesar de que no pudiera verlo. — Hasta luego, señorita Martínez

 

— Hasta luego — Hablé, sin más nada que decir colgué.

 

***

 

 

 

Hace minutos habíamos llegado a un centro comercial en busca del anillo perfecto para Jimena; entramos a dos joyerías que estaban en los primeros pisos, pero ninguno de los anillos de compromiso que vimos nos pareció el indicado ni a Joel ni a mí.

 

Así que subimos al cuarto y último piso del centro comercial, ahí al fondo en una esquina había una última joyería; cuando entramos un señor mayor nos recibió con una sonrisa, Joel le comentó que estaba buscando y aquel señor con porte elegante le mostró variedades de anillos, desde los más sencillos hasta los más extravagantes y costosos que tenían.

 

Mientras Joel miraba aquellos anillos yo di un pequeño recorrido por la tienda, sin duda todas las joyas eran hermosas; y me detuve frente a una estantería con más anillos de compromiso, los miré uno por uno a través del vidrio y uno en especial llamó mi atención

 

No era del estilo de Jimena, claro que no, era más de mi estilo; un hermoso, pero a la vez sencillo anillo. Lo observé unos segundos y no pude evitar imaginar cómo sería si Erick algún día me pidiera matrimonio, eso sería hermoso sin duda alguna y a pesar de cualquier cosa yo aceptaría sin pensarlo dos veces, porque vamos, ¿quién en su santo juicio podría decirle que no al hombre que ama?

 

Joel: ¿Te gustó alguno? — La voz de mi mejor amigo me hizo salir de mis pensamientos, él estaba de pie junto a mí.

 

Desvíe rápidamente mi mirada a otros anillos y dure unos segundos en silencio hasta que ví el penúltimo anillo de aquella estantería

 

— Sí — Asentí, y sonreí. — Esté anillo estaría más que perfecto — Señalé aquel anillo con mi dedo. — Sé que le encantará.

 

Joel: ¿Segura? — Preguntó arqueando una ceja, yo solo asentí mirándolo. — De acuerdo, le diré al señor que nos lo muestre de cerca — Dicho eso camino hasta dónde el señor se encontraba.

 

Joel pagó por el anillo, le dió las gracias al señor y salimos de aquella joyería.

 

— ¿Ahora que haremos? — Pregunté mientras bajamos al piso de abajo en las escaleras eléctricas.

 

 Joel: Comprar helado, pizza e irnos a la casa.

 

 — Está bien.

 

Joel: Oh, por cierto, te compre algo o bueno a mí sobrino mientras estaba en la joyería.

 

— ¿Si? — Arqueé una ceja.

 

Joel: Sí, aquí tienes — De la bolsa donde tenía el anillo saco un pequeño estuche azul y me lo entrego.

 

Lo agarre y en cuanto abrí el estuche pude ver un collar de oro con el dije de una virgen.

 

—¿En qué momento...? — Dejé de ver el collar, y miré al pelinegro a mi lado.

 

Joel: Cuando estabas distraída viendo los anillos — Bajamos de las escaleras eléctricas, y caminamos hasta la próxima.

 

— Está hermoso, pero no debiste... — Cerré el estuche y seguí mirándolo a mí amigo.

 

Joel: Tal vez, pero quería ser el primero en regalarle algo a mi sobrino o sobrina — Se encogió de hombros, y detuvo el paso. Yo copié su acción. — Vamos a aquella pizzería antes de bajar al siguiente piso e ir por los helados.

 

 — De acuerdo, y gracias por el obsequio — Sonreí.

 

— No hay de qué — Me guiñó el ojo, paso su brazo por mis hombros y me pego a su cuerpo para caminar juntos a la pizzería.

 

***

 

Acabamos de llegar al edificio en un taxi.

 

Saludamos al vigilante del turno de día quién nos recibió con una sonrisa, entramos y caminamos al elevador; subimos al quinto piso del edificio y mientras conversábamos caminamos por el pasillo hasta llegar a la puerta del departamento.

 

Joel busco en sus bolsillos las llaves del departamento y seguido abrió la puerta.

 

Joel: Iré a guardar el anillo — avisó cerrando la puerta detrás de él, después que yo entre. — Tú lleva las pizzas a la cocina, por favor — Me dió las  bolsas, yo las agarre.

 

— Está bien.

 

Joel camino por el pasillo que daba a las habitaciones, mientras yo fui a la cocina. Dejé las bolsas en la pequeña isla y abrí el refrigerador, saqué la jarra del agua y me serví en un vaso.

 

Después de tomarme el agua quise ir a mi habitación a ducharme y a guardar el obsequio de Joel, sin embargo, cuando camine a la sala para ir a mi habitación me detuvo, el timbre sonó.

 

Suspiré.

 

¿Quién podría ser? Me pregunté a mí misma en mi mente.

 

Camine hasta la puerta y sin ninguna idea de quién podría ser la abrí.

 

— ¿Jimena? — Sorprendida, fruncí levemente mi entrecejo al verla frente a mí.

 

Jimena: Hola — Sonrió de lado.

 

De todas las personas que imagine nunca espere que fuera ella, porque vamos, había peleado con Joel y la conozco, ella se tomaría unos días más para que su enojo hacia él disminuyera y eso implicaba no verlo durante esos días.

 

Jimena: ¿Estás sola? — Arqueo una ceja.

 

Negué varias veces con la cabeza.

 

— Joel esta en su habitación, pero pasa — Me aparte un poco de la puerta para que entrara, ella dudo por un momento, pero segundos después, entró. Cerré la puerta y camine con ella hasta la sala para tomar asiento en el sofá. — ¿Viniste a hablar con él? — Curiosa, pregunté, alzando una ceja.

 

Jimena: No exactamente, vine por ti porque llevamos varias días sin hablar, aunque también vine a entregarle algo del trabajo a él, como tiene días sin ir, es mi deber por ser su secretaria.

 

— Oh, bueno déjame avisarle que viniste y después si quieres vamos a hablar a mí habitación — Dije levantándome del sofá. — Ahora vuelvo — Gire sobre mi propio eje para ir a la habitación del pelinegro, di unos cuantos pasos, pero me detuve al verlo caminar hacia nosotras.

 

Él me miró por un segundo y finalmente su mirada cayó sobre la morena, quién evitó contacto visual con él en ese momento. Él se detuvo, su expresión delatando que se sorprendió de verla.

 

Un silencio incómodo se apoderó de la sala, segundos después, la morena se puso de pie y decidió hablar.

 

Jimena: Vine por cuestiones del trabajo, también para hablar con Raquel — Le aclaró, y de su bolsa saco una carpeta marrón. La desilusión en la cara del chico era obvia. — Ahí en esa carpeta hay  algunas cosas que tú padre necesita que veas y firmes, y está tu agenda imprimida también, te recomiendo que eso sea lo primero que veas — Le acercó la carpeta a Joel, él la tomó de inmediato

 

Joel: Gracias — Se limitó a decir. Abrió la carpeta y empezó a leer una hoja, su agenda quizás. Su ceño se frunció y miró a Jimena. — ¿Cómo qué en unos días debo viajar a Los Ángeles?

 

Jimena: Como lo leíste, habrá una conferencia y tú padre no podrá ir así que debes ir tú en representación de la empresa.

 

Joel: Bueno — Hizo una mueca. — Entonces encargaré de comprar los pasajes y de todo lo referente al vuelo, y al hospedaje.

 

Jimena: ¿Los pasajes? — Arqueo una ceja, omitiendo todo lo demás dicho por él

 

Joel: Sí, los pasajes, serán tres exactamente. — Cerró la carpeta y la dejo en encima de la mesita de en medio.

 

Jimena: ¿Por qué tres? — Volvió a preguntar, frunciendo el entrecejo.

 

Joel: Porque ustedes dos vendrán conmigo — Se encogió de hombros. — Tú porque eres mi secretaria

 

— ¿Y yo por qué? — Levanté una de mis cejas.

 

Joel: Porque no pienso dejarte aquí sola — Hablo mirándome, y me guiñó el ojo.

 

Con ese pequeño gesto comprendí porqué quería que fuéramos, así que me limité a asentir.

 

Jimena entre abrió los labios para decir algo, quizás para negarse a ir, pero no habló gracias a que sonó el celular de Joel.

 

Joel: Denme un segundo — Metió la mano en su bolsillo, y saco su celular. Su entrecejo se frunció levemente al ver quién lo llamaba, deslizó su dedo por la pantalla táctil y contesto. — Bueno, ¿Quién habla? — Pregunté e hizo una pausa, escuchando lo que le decían al otro lado de la línea. — Eh, sí, ¿Por qué? — Su mirada se desvió hacia mí, su entrecejo se frunció más. — Ahora bajo — Despegó su celular de la oreja y colgó.

 

— ¿Sucede algo? — Arqueo una ceja mirándolo.

 

Joel: No, nada — Respondió él. — Tengo que bajar, ya regresó — Sin más nada que salir camino hasta la puerta, y salió cerrando la puerta detrás de él.

 

— Eso fue extraño, ¿Quién lo habrá llamado? — Dije mirando el lugar por donde se había ido.

 

Jimena: No tengo ni idea — Dijo, tomando asiento en el sofá pequeño sofá

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