PDV Teresa
— ¡Suéltame Tomas! ¡Maldita sea! ¡Suéltame ya! —le grite a Tomas, quien caminaba por el corredor de la mansión de Mía.
Trate de soltarme pero el agarre de Tomas era muy fuerte, moví mis piernas e hice de todo pero Tomas no me soltó.
No paso mucho tiempo antes de que lográramos salir del corredor de la mansión y saliéramos por la puerta de entrada.
— ¡Suéltame! —le grite otra vez, mientras el guardia nos veía con perplejidad.
Tomas empezó a caminar en dirección hacia su auto, yo estaba histérica, el maldito de mi padre estaba justo aquí y Tomas me estaba llevando a la fuerza a otro lugar, habían pasado 3 años, ¡3 años! Y ahora que por fin lo volví a ver, Tomas me estaba alejando de él otra vez.
Si lo perdía en esta ocasión, quien sabe cuándo lo volvería a ver.
Cuando pensaba en mi padre, y como estaba actualmente, me enojaba y me deprimía al mismo tiempo.
De no ser por una serie de situaciones especiales, mi vida actual sería un infierno.
De no ser porque Daisy me recomendó ir a ese club a vender mi virginidad, mi situación actual no podría ser más mala, si yo no hubiera ido allí, yo no hubiera conocido a Tomas, tampoco a Vincent, y no hubiera llegado a este acuerdo que teníamos.
Sin ese acuerdo, no hubiera podido pagar el tratamiento de mi madre, y entonces mi situación actual seria que tuviera una madre moribunda que hubiera podido salvarse de no ser por la falta de dinero, y mi madre además de ser una mujer moribunda, también regresaría a una casa hipotecada con 2 hijos que trabajan más de 10 horas al día, y de hecho hasta podría seguir trabajando en ese restaurante donde me encontré con Vincent y seguiría siendo acosada por mi jefe.
De no ser por pura casualidad mi vida podría ser todo un caos, y en especial la vida de mi madre la cual se estaría muriendo, y en cambio mi padre…
No solo parecía muy saludable y fuerte, sino que además le parecía ir muy bien, maldita sea, incluso había asistido a una fiesta de la más alta sociedad, donde solo los más ricos podían llegar a asistir.
Al maldito infeliz no solo le iba bien, sino que parecía irle de maravilla, él en los últimos 3 años se había dado la gran vida, no podía ni imaginar cuantos lujos debía tener en estos momentos, mientras que nosotros en los últimos 3 años la habíamos pasado terrible solo para llegar a fines de mes, en especial en ese primer año cuando se fue.
Cuando comparaba nuestras situaciones, y cuando pensaba en lo que hubiera podido pasar de no ir a ese club por sugerencia de Daisy y cuando pensaba en lo que podría ser de mi madre por culpa suya, el odio que sentía hacia él incrementaba.
De hecho, puede que incluso él haya sido la causa de que mi madre contrajera cáncer, había escuchado que el estrés podría terminar causando esa enfermedad, y mi madre en los últimos 3 años había estado estresada por nuestra situación, si eso era verdad, entonces él también tenía la culpa de eso.
De verdad que lo odiaba.
Quería matarlo, si lo dejaba ir de seguro huiría otra vez, quería matarlo de verdad, pero Tomas no me dejaba ir.
— ¡Dije que me sueltes Tomas! —le grite a Tomas, antes de guiar uno de mis dedos hacia su trasero.
Le hice lo mismo que él me hizo a mi mientras conversábamos con Mía, le metí uno de mis dedos justo en la raja de su culo, él de seguro nunca sintió ni de cerca una sensación como esa, le metí mis dedos muy profundo, Tomas dio un leve grito y termino por soltarme.
Me caí de él y acabe en el suelo, por suerte no caí de frente, sino boca arriba, pude sentir como el dolor invadía mi cuerpo, mis nalgas amortiguaron un poco mi caída allí abajo, por suerte habían aumentado de tamaño en comparación a hace más de 1 mes atrás.
No me quede allí, me levante 1 segundo después de caer y empecé a correr de nuevo hacia la fiesta, o más bien intente correr, los malditos tacones que tenía no me dejaban moverme con libertad, termine por quitármelos y comencé a correr descalza para volver a entrar a la fiesta.
Por desgracia, Tomas me alcanzo y me detuvo.
— ¡Suéltame Tomas! —le grite, mientras me giraba en su dirección.
Cuando me termino de girar, quedamos frente a frente, pude ver que su rostro estaba algo rojo, estaba molesto, pero eso no podría importarme menos, en especial cuando me separo de mi padre.
— ¡Déjame en paz Tomas! ¡Ya suéltame! —le grite mientras trataba de soltarme.
— ¿Quieres que te suelte? ¡¿Para hacer que?! ¡¿Seguir humillándote a tu misma allí?! —me grito Tomas mientras reforzaba su agarre en mí.
— ¡¿Crees que me importa lo que pienses esos desconocidos?! ¡Suéltame! ¡Lo quiero matar!
— ¡Ya cálmate Teresa!
— ¡¿Quieres que me calme?! ¡Ese hombre arruino mi vida y la de mi familia! —le grite a Tomas, estaba enojado con él, ¿Por qué tenía que impedir que fuera con mi padre?
— ¡¿Y qué esperas hacer allí?! ¡¿Qué Teresa?! ¡¿Seguir gritándole y darle golpes hasta que se canse y se enoje y te responda?! ¡¿Qué harás si termina por darte un golpe para hacer que te tranquilices?!
— ¡Él….! ¡Él no lo…!
— ¡¿No lo haría?! Por lo que me contaste el hombre no tuvo reparos para abandonarte a ti y tu familia con solo un mensaje de texto, no creo que un hombre así soporte que lo humilles en público y menos que lo sigas golpeando por mucho tiempo, y menos frente a tantas personas importantes ante las cuales quiere dejar una buen impresión.
—De acuerdo, te lo contare todo después de que lleguemos a mi casa.
—Bien —le dije a Tomas, mientras marcaba el número de mi hermano.
Cuando termine de marcar el número, ya solo me faltaba apretar el botón para llamar a mi hermano, Richard fue aún más afectado por la partida de nuestro padre, debió ser porque lo tenía en un pedestal o algo y cuando vio que no debía estar allí en ese pedestal donde él mismo lo coloco, se decepciono mucho.
Dude mucho sobre si llamarlo o no, si le decía que encontré a nuestro padre, de seguro estallaría, aun peor que yo, de seguro me preguntaría donde fue que lo encontré y si le daba la dirección de la casa de Mía, era capaz de irse hasta allá y ser echado a golpes por los guardias de esta.
Suspire y decidí que sería mejor no hacer esto, era mejor dejar que las cosas se calmaran por ahora, ni Richard ni yo sacaríamos algo bueno de actuar por ahora, y más Richard que sería golpeado por los guardias de Mía se aparecía histérico a su fiesta.
Cerré mi teléfono y mire por la ventana, no dije nada más durante el resto del camino.
Llegamos a la casa de Tomas y fuimos recibidos por su empleada, la cual se llamaba Sarah, me había aprendido el nombre en el último mes.
Tomas me dijo que fuera a bañarme para poder enfriar mi cabeza y pode recuperar la estabilidad, le hice caso, entre su habitación, me quite al ropa y entre a la regadera, el agua estaba tibia.
Por alguna razón termine oliendo mi cuerpo, y sentí un olor parecido al que tenía mi padre cuando me monte encima de él, eso me dio un poco de asco y empecé a restregarme de forma frenética para poder quitarme su olor de mi cuerpo, y mientras pensaba en él, volví a enojarme, y termine por golpear la pared con mi puño por puro impulso.
Me arrepentí en ese mismo instante cuando sentí el dolor en mi mano, ¿Por qué demonios hice eso?
Después de un tiempo en el baño, finalmente salí y me reuní con Tomas en la sala de su casa, él también se había cambiado de ropa, y tenía una casual, estaba mirando la televisión.
—Sarah dijo que escucho un grito mientras te bañabas ¿Qué sucedió? —me pregunto Tomas, girando su mirada hacia mí.
—Nada, fue solo… un grito tonto nada mas —le respondí mientras recordaba el dolor en mi puño.
—Ya veo —me dijo Tomas, mientras me sentaba en un mueble cercano a él.
—Bien, ya estoy bien Tomas, cuéntame, ¿Cómo conociste a mi padre?
Tomas me miro brevemente cuando escucho lo que le dije, fue solo después de un breve tiempo cuando por fin empezó a contarme de principio a fin el como conoció a mi padre y cómo fue que su relación se desarrolló al punto de convertirse en socios de negocios.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Vendiendo mi virginidad... AL CEO