PDV Saint
Raquel al oír mi
pregunta, frunce el ceño y sus ojos hacen una mueca rara, parece ofendida por
mis palabras, o al menos así parece.
¿Por qué se
ofendió? Mi pregunta es legítima, digo, nunca lo hicimos sin protección, por lo
que las probabilidades de que yo la embarazara son prácticamente nulas.
Además de lo
anterior, hasta donde llegan mis recuerdos, nosotros en ningún momento
acordamos ser totalmente exclusivos, quien sabía si ella veía a otros tipos a
mis espaldas, ese bebe lo más probable es que no sea mío y que en su lugar sea
de alguien más.
Sería muy estúpido
si de verdad simplemente aceptara que un niño es mío solo porque ella lo dice.
Si tuviera esa
mentalidad, cualquier novia que tengo podría embarazarse de cualquier tipo al
azar y decir que ese bebe bastardo es mío a pesar de que no lo es.
Mi padre no había
criado ningún estúpido.
— ¡¿Cómo puedes
preguntarme eso?! ¡Estás loco! —grita Raquel, su voz es muy fuerte, y eso provoca
que las personas en los alrededores se giren para vernos.
No me importa que
hagan esto, al final ni los conozco.
— ¡Claro que es
tuyo! ¡¿De quién más va a ser?! —me dice Raquel.
—No lo sé… tú dime
—le respondo con indiferencia.
— ¡Tú! ¡¿Cómo
puedes ser así?! ¿Estas insinuando que eh estado con otros hombres? A pesar de
que soy tu novia, a pesar de que estamos juntos —me dice Raquel, parece muy
ofendida.
A pesar de esto…
creo que noto algo en su expresión.
—Pues sí, eso es
precisamente lo que insinuó —le digo sin vacilar.
— ¡Tú! —Raquel
grita, se levanta y trata de abofetearme en mi rostro.
Detengo su mano en
seco, ¿Por qué dejaría que me golpee? Sería estúpido que permitiera esto, sin
mencionar que mi rostro era algo preciado para mí.
—Cálmate Raquel, siéntate
y no hagas tanto escándalo —le digo en un tono firme.
Sus gritos y su
intento de golpearme me habían hecho enojar un poco, había que enseñarle a
comportarse.
Raquel me miro
enojada por un instante, pero al final me obedeció y se sentó en su asiento,
hubo un silencio entre los dos, era algo incómodo, pero yo permanecí
imperturbable, al menos así fue en base a mi expresión.
—Eres de lo peor
—me dijo Raquel, rompiendo el silencio.
— ¿Ah sí?!
—murmuro mientras la miro fijo, tratando de ver que pensamiento puedo adivinar
en base a su expresión.
—Sí, vine aquí
llena de nervios para decirte que íbamos a tener un hijo los dos juntos, que yo
iba a tener a tú hijo, y en lugar de decirme algo que me aliente o que me
reconforte lo primero que haces es preguntar si eres el padre o no, como si yo
fuese una zorra que se anda acostando con cualquier hombre —me dijo Raquel
mientras me mira y deja salir sus quejas.
—Ya veo, aunque en
ningún momento insinué que fueses una cualquiera que se acuesta con cualquier
hombre —le digo, mientras veo como el camarero trae nuestras comidas.
— ¡¿Y entonces por
qué me preguntas si mi hijo es tuyo o no?! —me grita Raquel mientras me mira
enojada.
Su repentino grito
asusto al mesero, por suerte ya había dejado la comida en la mesa y no boto al
suelo, las personas a nuestro alrededor nos observan, pero yo los ignoro.
Bien, como ya
llegue aquí, es hora de dejar las cosas claras entre ella y yo, sería lo mejor
teniendo en cuenta nuestras circunstancias.
—Bien, como
preguntas te lo voy a decir —le respondo a Raquel, mientras el mesero se va.
— ¿Decirme que?
—me pregunta Raquel.
—Las razones por
las cuales dudo de que yo sea el padre —le respondo.
— ¡Tú! ¿Vas a
seguir con eso?
—Así es.
— ¡Bien! ¡¿Por qué
demonios dudas de que el padre eres tú?! —me pregunta Raquel a gritos.
—Principalmente
por 2 razones, la primera razón, es que en todas las veces que hemos estado
juntos tú y yo siempre lo hemos hecho
con protección, nunca hemos llegado a tener sexo sin alguna clase de protección
por lo que debería ser imposible que yo te haya embarazado —le digo de forma
calmada.
— ¿Eres idiota?
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