Vendiendo mi virginidad... AL CEO romance Capítulo 36

— ¿Has comido

algo? ¿Cuánto has comido en las últimas horas? —me pregunta Vincent sin apartar

la mirada.

—Pues… la verdad

es que no…

— ¿Ocurre algún

problema aquí? —pregunta mi jefe, interrumpiendo lo que iba a decir.

Colocaba su mano

en mi hombro, y me mira fijamente, puedo entender que me está diciendo que me

vaya de allí.

De todas formas

quería una forma de poder huir de Saint, por lo que sería bueno aprovechar el

momento.

Sin embargo, justo

cuando quiero retirarme, Saint me toma por la mano, me mira fijamente, ahora

estoy metida entre mi jefe y Saint.

— ¿Ocurre algún

problema señor? No es bueno que toque a las chicas del restaurante —dice mi

jefe, mientras despega mi mano de la de Saint.

—Teresa ¿Has

comida algo en las últimas horas? —me pregunta Saint, mientras me mira

fijamente.

—Obviamente que lo

ha hecho señor, ¿Por qué pregunta esa tontería? —dice mi jefe, mientras mira

algo molesto a Saint.

Puedo sentir como

mi jefe pone su mano en mi cintura… está muy cerca de mi trasero.

Me siento enferma

al sentir su toque, trato de disimularlo, pero… creo que Saint lo ha notado, no

sé si lo que vi es real, pero por un instante puedo notar una momentánea

expresión de asco en su mirada.

—Usted dice que

Teresa si ha comido, pero hace solo unos momentos, su estómago rugió, y no de

una de forma suave, sino de una forma muy estridente, ni mi estómago ruge así

cuando tiene hambre, incluso pensé que se trataba de otra cosa al principio

—dice Saint.

Por Dios,  al menos no lo digas de forma tan fuerte,

dijo estas palabras casi a gritos y algunas personas giran sus miradas para

vernos… que vergüenza, espero que no hayan escuchado por completo las palabras

de Saint.

—Eso debió ser su

imaginación, mis empleados son todos bien tratados y están bien alimentados, debió

ser usted el que lo imagino —dice mi jefe, su mano está bajando cada vez más.

¡Maldita sea!

—Eso no es lo que

yo acabo de ver y escuchar, ¿Usted permite que sus empleados trabajen mientras

se están muriendo de hambre? —pregunta Saint, mientras mira enojado a mi jefe.

— ¡Claro que no

señor! ¡Y si tantas dudas tiene! ¡Vamos a preguntarle a la persona en cuestión!

—dice mi jefe.

Un instante

después de que dijo estas palabras, Saint y él giran sus miradas para ver.

La mano de mi jefe

sigue bajando, ya está a punto de tocar mi trasero.

—Vamos Teresa,

dile por ti misma lo bien que te trato, ¡Dile! ¡A ver si así se calla! —me dice

mi jefe.

Después de decir

esto, coloca su boca en mi oído, su mano ahora toca mi trasero.

—Sera mejor que no

digas nada que no sea agradable o te vas de patitas a la calle —murmura mi

jefe.

Después de decir

estas palabras, puedo sentir un dolor agudo en mis nalgas, mi jefe me estaba

pellizcando con sus dedos… con sus horribles dedos… y muy cerca del espacio que

separaba a mis nalgas una de la otra.

Esto fue la gota

que derramo el vaso.

— ¡Quieres quitar

tu maldita mano! —le grito, mientras me separo de él, y acto seguido le doy una

bofetada enfrente de todos.

Acabo de abofetear

al viejo verde de mi jefe, el que constantemente me sobreexplotaba y me deja

horas y horas sin comer…

No puedo creer lo

bien que se sintió, quisiera hacerlo otra vez.

— ¡Maldita perra!

—grita mi jefe, está enfadado, él carga hacia mí con los puños alzados con la

intención de agredirme.

Estoy asustada y

retrocedo por puro instinto, pero antes de que mi jefe se acerque a mí, Saint

aparece y lo detiene, detiene uno de sus puños y con su mano libre le da un

manotazo en su rostro el cual casi lo hace caer.

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