PDV Saint
— ¿Disfrutaste tu velada? ¿Qué quieres decir con eso? —me pregunto Tomas.
—Que disfrute mucho mi velada Tomas… ¿Recuerdas a esa chica de la cual te
hable? —le pregunte a Tomas.
—Sí, la recuerdo, ¿Y bien? ¿Te acostaste con ella? No quiero que me mandes
fotos como la última vez, solo dime que sí y ya, no es necesario mostrarme
fotos de ti desnudo con ella —me dijo Tomas.
—No Tomas, no me acosté con ella… no estuve ni cerca de eso —le dije a
Tomas, y no pude evitar dejar salir una sonrisa.
— ¿Ah no? ¿No te acostaste con ella? —pregunto Tomas, parecía muy
sorprendido.
Y no era de extrañar, es decir ¿Quién podría pensar que una mujer
rechazaría a alguien como yo? ¿Quién podría pensar que alguien podría rechazar
a el Saint?
La sorpresa de Tomas era algo natural.
—No, Tomas, no estuve ni cerca de poder hacerlo, fue algo loco lo que paso
—le dije a Tomas.
— ¿Qué diablos hiciste Vincent? —me pregunto.
—Bien, espero que no pienses dormir, tengo mucho que contarte.
—Pareces una adolecente chismosa que no puede mantener su boca cerrada y
tiene que contarle todo a su amiga.
—Pero Tomas… ¿Acaso tú y yo no somos “best friends forever”?
—Habla de una vez Vincent, quiero dormir, tuve un largo día —me dijo Tomas.
—No me hables así cariño.
—Vincent…
—Bien, bien, acomódate y escúchame con atención.
Después de decir estas últimas palabras, procedí a contarle todo a mi
amigo, le conté todo, desde que entre al restaurante hasta que le di un beso a
Teresa.
Tomas hizo algunas intervenciones aquí y allá, pero escucho todo
atentamente.
Cuando termine mi historia, no pude evitar quedar un poco satisfecho de
finalmente desahogarme de todo lo que había pasado el día de hoy.
Se sentía liberador poder soltar todo esto.
—Es increíble que después de todo lo que presumiste ante mi sobre como ibas
a hacer rogar que esa chica te pidiera a gritos el acostarse contigo, al final
solo hayas podido obtener un beso de mala gana —me dijo Tomas, su tono estaba
lleno de sarcasmo.
Se estaba burlando.
—No me importa Tomas, tarde o temprano esta chica será mía, lo que hice el día
de hoy fue solo echar las primeras semillas —le dije con emoción a Tomas.
—Mejor será que te apresures porque sigues demorándote, alguien más se te a
va a adelantar y te robara a tu chica.
—Por favor Tomas, hay que ser honestos, mientras yo esté al lado de esa
chica, todos los hombres con los cuales este o llegue a ver les van a parecer
un montón de idiotas y puercos… ¿En serio piensas que podría encontrar a
alguien que me supere y que pueda seducirla antes que yo? Seamos realistas.
—Un poco de humildad te vendría bien Vincent.
— ¿Y tú tienes algo de eso?
—No, y si tuviera no alcanzaría para poder llenarte ni un poco.
—Cierto, de por si la humildad que tú tienes no debe ni llenarte una décima
de tu tanque.
Después de colgar el teléfono, lo guarde en mi bolsillo y me prepare para
poder irme a mi casa, pero antes de poder hacerlo, note cierta cosa en el piso.
Eso me dio mucha curiosidad y termine por agacharme para poder ver de qué
se trataba.
Cuando vi lo que había allí, termine por soltar una sonrisa siniestra… ya
que lo que había en el piso era el documento de identidad de mi Teresa… al
parecer se le cayó mientras la alzaba en mis brazos.
No podía dejar algo tan importante como un documento de identidad (D.N.I)
aquí tirado en el suelo, no, yo necesitaba regresárselo a mi amada… y en
persona…
En otras palabras… había encontrado la excusa perfecta para poder entrar en
la casa de Teresa y husmear un poquito, quizás pudiera incluso llegar a algo más.
Parece que mi noche no había terminado, como dice el dicho “la noche es
joven” y parece que a mí me quedaba más noche por delante.
Si Teresa estaba sola, quizás podría convencerla de tener un momento de
calidad nosotros 2 solos en agradecimiento por devolverle un documento tan
importante, sería un buen paso para poder establecer confianza entre ella y yo.
Termine por tomar el documento de identidad de mi Teresa, y acabe por
observar su foto y pude ver que era más joven aquí, quizás en esta foto debió
tener unos 15 años más o menos, se veía muy tierna…
¿Era normal que la Teresa de 15 años me calentara? Bueno, eso no importaba
en realidad.
Metí el documento de identidad de Teresa en mi bolsillo y acto seguido, camine
en dirección hacia su casa, en donde quizás me esperaría una buena velada
romántica.
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