Otto seguía sonriendo, pero Amelia no pudo evitar sorprenderse cuando lo escuchó. ¿Qué acababa de decir? ¿Ya estaba de vuelta y en el camino a su casa? ¿Sabía dónde vivía ella? De repente, recordó que parecía haberle dicho que se mudaría a la casa de Paula, pues podría él ir al chalé de la familia Romero.
Amelia se sintió preocupada cuando pensó en esto. De ninguna manera no podía dejar que Otto supiera que ella vivía en la villa de Daniel. Si no, con su genio, ciertamente la molestaría locamente. ¿Entonces qué debería hacer ella?
-¿Seguro? ¿Sabes dónde estoy? Mejor que hagamos una cita en algún sitio -dijo Amelia mirando la hora. Ya eran más de las diez. Ella no sabía si sería capaz de volver aquí antes de que Daniel regresara, tampoco sabía si Otto estaría de acuerdo con su plan.
-¿Me estás pidiendo salir? -Otto todavía dijo con una sonrisa.
Al escuchar sus palabras, Amelia se puso más curiosa. ¿No estaba enojado por la relación entre Daniel y ella? ¿Por qué ahora estaba tan contento? ¿Le había tocado la lotería o se había hecho famoso de la noche a la mañana?
-Otto, ¿has enriquecido? -preguntó Amelia con curiosidad, pero sus palabras sorprendieron a todos los que estaban cerca de Otto.
Daniel estaba demasiado atónito para enfadarse. Resultaba que esta mujer hablaría del dinero tanto con él como con Otto. ¡Qué codiciosa cien por cien!
Otto quería poner los ojos en blanco. ¿Qué mosca le había picado a esta mujer? ¿Le preguntó si había enriquecido él? ¡Qué aguafiestas! Sin embargo, Otto hizo todo lo posible para mantener una sonrisa en su rostro.
-¿Qué estás pensando? Te pregunto si estás invitándome a salir -Aunque ya no tenía mucha paciencia, para que Daniel escuchara las palabras melosas, Otto soportó la incomodidad y continuó la conversación.
Amelia no sabía qué Otto quería hacer. ¿Por qué insistía hacerle esta pregunta?
-Vale, te invito, pero tú lo pagas -dijo Amelia de nuevo. Podía invitar a cualquier persona, pero nunca pagaría la cuenta.
Daniel ya estaba tan enojado que apretó los puños. ¿Qué estaba pensando esta zorra al aceptar salir con un hombre tan tarde en la noche?
Observando el cambio de la expresión de Daniel, Otto se sintió aún más orgulloso. Este fue el resultado que quería.
-¿Alguna vez has salido con Daniel antes? -Otto continuó preguntándole.
-Vaya, por supuesto que no. Es como un demonio -dijo Amelia pensando en su rostro guapo pero frío. Aunque parecía un ángel, lo que había hecho fue diabólico, por lo que ella siempre lo trataba como un demonio.
Daniel estaba tan rabioso que las venas azules le aparecieron en la frente. Si esta mujer estuviera frente a él ahora, él no dudaría en levantar su abrigo y darle azotes con fuerza.
-¿Entonces amas a Daniel o a mí? -Otto ya sentía que a Amelia no le gustaba Daniel, así que intentaba encolerizarlo aún más haciendo esta pregunta provocante. Más fría se volvía la cara de Daniel, más alegre estaba Otto.
-Por supuesto que te amo a ti. ¡Qué curioso si amo a Daniel! -respondió inmediatamente. Si se escuchaba con atención, incluso se podía escucharla hacer clic con el ratón y dibujar con el teclado. De hecho, ella respondió a la pregunta sin pensar. En cualquier caso, Daniel no estaba aquí, y naturalmente debía satisfacer a Otto. De esta manera, no estaría enojado.
-¡Sabía que me amarías más! Entonces vamos a tener la cita -mientras hablaba con sonrisa afirmativa, Otto apagó el altavoz. Ya que iban a citarse, por supuesto que no podían dejar que otros supieran la dirección.
Camila miró a Otto sorprendida. Nunca había pensado que a su hermano también le gustaría Amelia. Al recordar que los mercenarios suyos casi consiguieron violarla, tenía miedo de que él lo supiera. De ninguna manera, no podía dejar que tal cosa ocurriera.
Paula parecía estar muy contenta con la respuesta de Amelia. Cuando vio la cara sombría de Daniel, estaba aún más satisfecha. ¡Bien! Ya que trató a Amelia como un juguete, era natural que no le gustara.
-Daniel, no te enojes, ¿vale? Mira tu cara fría, ahuyentaré a todo el mundo -Paula fingía estar asustada mientras hablaba. Bueno, de verdad ella debía tener miedo. ¿Quién sabía si Daniel la golpearía por impulso? Pero con tanta gente a su alrededor, no debería hacerlo, porque perdería su dignidad. Además, ¿acaso no estaba su hermano protegiéndola a su lado?
Luego Paula miró a su lado, pero no podía encontrar a Carlos. Inconscientemente, dio algunos pasos hacia atrás alejándose de Daniel, y se dio la vuelta para mirar. Cuando vio la figura llena de duelo, de repente se dio cuenta de su descuido, ¡Carlos también amaba a Amelia durante ocho años! ¡Ella realmente merecía morir! ¿Por qué no tomó en cuenta sus sentimientos en ese momento?
Otto citó con Amelia en Bar Demonio. Ella iba porque él lo pagaría.
Antes de irse, Otto no se olvidó de despedirse de Daniel. Sus ojos estaban llenos de orgullo. Parecía que Amelia tampoco amaba a Daniel, por eso, todavía tendría la oportunidad de ser su novio en el futuro.
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