Sonó el timbre de la puerta, Julieta sintió un escalofrío.
¡Qué mierda!
Bruno notó que algo andaba mal en la expresión de Julieta, a pesar de que el timbre sonaba, no parecía tener intención de abrir la puerta. Entonces, él decidió hacerlo.
"¡Espera!", ella lo detuvo. "Bruno, déjame hacerlo a mí".
Julieta tenía una expresión peculiar en su rostro. Eso provocó una intensa curiosidad en Bruno acerca de quién podría estar fuera.
El timbre seguía sonando, Julieta tomó una gran bocanada de aire, luego abrió la puerta. Tan pronto como lo hizo, un montón de cosas desordenadas volaron hacia su cara.
"¿Teodoro Rivas, acaso estás buscando morir?", Julieta escupió unos pedazos de algo desconocido de su boca: "¿No dijiste que ibas a cortar toda relación conmigo?".
"¿No dijiste que cada uno seguiría su camino, que no tendríamos nada que ver el uno con el otro en el futuro? ¿Por qué volviste?".
"Di una vuelta y descubrí que, en este mundo, solo tú eres digna de mí, así que volví a buscarte". Una voz burlona resonó, un hombre guapo apareció en se puerta.
Tenía más de veinte años, llevaba un pendiente de diamantes azules en su oreja izquierda, tenía un encanto indescriptible, y era aún más atractivo cuando sonreía: "¿Julieta, en serio, acabamos de separarnos y ya tienes un nuevo novio?".
Bruno miró a Teodoro sin expresión alguna: "Julieta, ¿quién es este? ¿No vas a presentarlo?".
Julieta: "Él es..."
Eso sorprendió a Julieta. Bruno, el gran jefe, ¿realmente se deja manipular por otros?
Eso era muy inusual.
Julieta se giró para mirar a Teodoro, con su molesta actitud, y dijo directamente: "Bruno, no le hagas caso, ¡lo sacaré de aquí enseguida!".
"¿Quieres café? ¿No tienes manos ni pies?".
"Teodoro, levántate ya, ¡no te quedes aquí!". Julieta caminó hacia él y agarró directamente el cuello de su camisa, pero Teodoro se aferró al borde del sofá, negándose por completo a irse.
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