Después de pensar por unos segundos, Bruno sacó su celular y le envió un mensaje de voz a Joan: "Mañana voy al set de grabación de tu Srta. Mendoza, si puedes asegurarme que vas a seguir mis instrucciones, te llevaré conmigo."
Joan contestó: "Ok, jefe, haré lo que digas."
Esa denominación, probablemente la aprendió de Hugo. No aprendía lo que tenía que aprender, pero sí aprendió cómo adular.
Al día siguiente, en el Condado de Monteverde, llovía a cántaros.
Como la lluvia era demasiado intensa para trabajar, Julieta se quedó en su habitación de hotel jugando videojuegos.
Mientras estaba jugando, un mensaje apareció en la pantalla.
Un número desconocido: Estoy en la cafetería frente de tu hotel, ¿sales o entro?
Julieta se sobresaltó, tiró rápidamente su celular en la cama y se levantó para abrir las cortinas.
El llamativo coche deportivo rojo de Faustino estaba aparcado en la calle. Julieta vio el coche y sintió un poco de miedo.
Tenía que salir, si Faustino llegaba al hotel, quién sabía qué podría pasar.
Julieta respondió: "Voy a bajar."
Faustino: "Está bien, te espero."
Julieta cogió su paraguas y bajó.
Llovía mucho y el viento casi se llevó su paraguas. La distancia entre el hotel y la cafetería era de poco más de cien metros, pero tardó bastante en recorrerla.
Julieta tomó las flores y las arrojó al suelo, diciendo: "Faustino, basta ya. Ya no soy la niña que podías controlar fácilmente hace tres años. Si te atreves a hacer algo, no te lo pondré fácil."
Faustino sonrió, viendo el rostro que aparecía en sus sueños todas las noches, extendió la mano para tocarla.
Julieta percibió inmediatamente sus intenciones y se apartó rápidamente.
Faustino sonrió levemente, "¿Sabes? Desde que nos separamos, pienso en ti todos los días."
"Yo también pienso en ti todos los días." Ella lo miró fríamente, sin ocultar el disgusto en sus ojos, "Me pregunto cuándo vas a desaparecer."
El ambiente en la habitación se volvió inmediatamente aterrador, la sonrisa de Faustino se volvió peligrosa, "Julieta, no intentes provocarme más, ¡no puedes pagar el precio!"
"¿Precio? Me gustaría ver qué precio quieres que pague. ¿Vas a encerrarme en una habitación sin luz como antes? ¿Vas a meter serpientes en mi habitación para que me aterroricen y forzarme a salir a cenar contigo? ¿O vas a obligarme a ver películas de terror las 24 horas del día para que tenga miedo y busque tu protección?" Julieta rara vez perdía el control como ahora, pero esos recuerdos eran realmente difíciles de olvidar.
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