( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 14

De vuelta a la realidad.

La cafetería seguía tan concurrida como siempre. Edward estaba feliz de mi regreso, una rápida visita por su oficina me lo hizo saber, también me percaté de que estaba arreglado y su explosión de semen no fue tan intensa como habitualmente lo era cuando le regalaba un oral. Así que mientras se limpiaba y yo aprovechaba tomar un vaso de agua, fui lo más directa y poco delicada que pude ser.

-Daddy...

-¿Dime Sweetie? - Estaba subiendo sus boxers y cerrando la cremallera

-¿Con quién estás teniendo sexo?- Mi voz fue neutral, tranquila y relajada. El detuvo su acción y me miró con asombro. Negué con la cabeza- No no, no actúes así, habla claro y ya.

-Vero, voy a ser honesto contigo- hablo serio, yo me acomodé en mi silla y el en la suya detrás del escritorio- No veo por qué debería de darte explicaciones sobre mis relaciones extra maritales, ya que ni siquiera se las informo a mi esposa. Eres hermosa, me encanta la adrenalina que siento a tu lado, amo tenerte cerca de mi en casa corriendo el riesgo de ser vistos, tu inteligencia y madurez me enloquecen, pero no, no eres la única. Ni lo serás, al menos no para mi.

Sopesé las palabras dichas, como dicen por ahí, esas son las que no se recogen, tenía razón en todo lo que me decía. Estaba bien, trabajaba para él, vivía con él, follaba con él, pero sí, no sentía amor por él.

-Ok.

Me levanté de mi asiento y el me miró intrigado.

-Ok?- repitió

-Claro, esta perfecto, Daddy. Gracias por la honestidad, nos vemos.

Salí de la oficina dejándolo pasmado.

Y continúe mi día laboral en orden.

Algunos podrían llamarme fría, pero crecí en un pueblo donde las relaciones extra maritales eran un hecho a voz populi. Me gusta el sexo, ahora lo admito. Me siento realizada al tocar un orgasmo venga de las manos de quién venga. Y si Daddy opinaba lo mismo, bien por él.

Luego de mi deliciosa aventura con Elli, quedamos en contacto vía online. Mandábamos fotos, algunas sexuales y otras no, también teníamos todo tipo de charla. Una amiga con beneficios, ¡lo que necesitaba mi vida!

Mi día en la cafetería culminó y debía celebrarlo. En la librería -a la que entré luego de comprar un té helado en el mall- compré algunos útiles necesarios para la universidad. Se aproximaba el final del verano y debía ajustarme a mis nuevas actividades.

Por último, una rica cena casera para uno en el restaurante frente a la calle de Edward y a dormir, sabiendo que el aún no llegaba a casa y que su esposa -según una conversación que le escuchó a la mujer, la cual gritaba al teléfono- había encontrado un recibo de comida para dos en un fino lugar, por suerte no era conmigo y tal parece que no la tendría fácil Daddy al llegar.

Odio inmiscuirme en cosas de relaciones ajenas. Pues sí, no me mido a preguntar el estado sentimental de mis compañeros sexuales, pero cuando Anais, la esposa de Edward tocó mi puerta con lágrimas en los ojos, me asusté.

-Verónica, disculpa que venga así - sollozaba, su cabello rubio estaba revuelto como si se lo hubiese jaloneado y su delineador totalmente corrido- sé que no debo incluirte en cosas de mi marido y yo pero, ¿de casualidad lo viste en la cafetería el día de hoy?

Así que era eso.

-Oh, señora Anais, sí lo vi pero temprano. A eso de las 4 se marchó y mi turno acabo un par de horas después.

Me miró por unos segundos asegurándose de que le estuviese diciendo la verdad pero el dolor en sus ojos me hizo apartar la mirada. Ella asintió y miró a otro lado.

-Esta bien, gracias.

Sus hombros caídos y su ropa holgada de siempre la hacían ver como una anciana, así que no resistí el impulso cuando le hablé.

-¿Señora Anais?

-Sí, Verónica? - se giró, limpiándose la nariz con el dorso de su mano.

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