( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 15

La primera semana pasó volando. Edward estaba descontrolado, Anais había dado un cambio de 360° aquella noche y fue un shock para él ver que su insípida y aburrida mujer salía a divertirse y llegaba tarde.

La cafetería funcionaba como siempre, aún con las crisis de sus propietarios. Mi turno acabó y no tuve más remedio que dirigirme a la casa. El día era lindo y decidí hacer una larga caminata.

Al llegar vi el coche de Edward estacionado, suspiré y caminé hasta mi espacio, gracias al cielo por la entrada independiente.

Me encanta Daddy, su forma de ser, su carisma, su desempeño sexual y su maldito trozo de carne, pero este tiempo me a permitido comprender que, a veces, debemos soltar. Y ya era hora de soltar a Daddy. Por suerte quedaban tres semanas más para irme a estudiar y salir de todo.

Entre a mi recamara y procedí a quitarme la ropa, el clima era árido en estas fechas del año y mi cuerpo anhelaba una piscina para refrescarse. Abrí la ventana y mi mente volvió a aquel fisgón de la semana pasada. Seguramente a Mommy le encantaría que le contara aquello, lástima por su viaje y el cambio de horas.

Me encargaría de aquella situación, aunque debiese malgastar mi único día libre a la semana, mientras tanto tomé un gran vaso de agua helada y me acosté a dormir.

7:45 am. Maldito cuerpo adaptado al horario laboral. Me recordaba a la vida en el pueblo, cuando hasta en vacaciones de la escuela me despertaba temprano y quedaba haciendo quehaceres todo el día. Me vestí deportiva, un sostén de correr y un short, zapatos adecuados y mi cabello en una coleta. Casi salgo sin mi celular, por suerte recordé a tiempo y lo recogí, junto con los audífonos y un poco de efectivo, uno nunca sabe.

Tenía mucho tiempo que no corría y odiaba hacerlo, pero estaba aburrida y la curiosidad de saber más sobre mi vecino. Así que calenté un poco, hice unas respiraciones profundas y empecé con un trote suave.

No me había tomado el tiempo para conocer el vecindario, realmente era bonito ver todas las casas arregladas y pintadas de colores en tono pastel. Algunos autos seguían estacionados en sus respectivos lugares, otros tantos procedían a salir con toda la familia encima. Tenía que dar la vuelta a la manzana ya que la casa que me interesaba miraba a otra calle.

Era amplia, con ventanas enormes y de color blanco en su totalidad. La entrada cubierta de césped y unas lindas flores amarillas y pequeñas que no reconozco. Me detuve al frente con la excusa de amarrar mis cordones, el garaje se abrió y una camioneta negra salió. El vidrio del conductor estaba abajo puesto que quién manejaba iba fumando un cigarrillo. Del conductor solo vi el venoso brazo con el que sostenía el cigarro y la camisa negra doblada a 3/4 que dejaba ver una línea oscura de tatuaje. En su rostro estaban unos lentes oscuros y así arrancó, sin tomarme en cuenta. No me di cuenta que sostenía la respiración hasta que la puerta del garaje bajaba y sin pensarlo dos veces corrí dentro. ¿Ahora qué mierda iba a hacer?

El lugar estaba oscuro pero la claridad que asomaba del portón me dejaba ver un amplio lugar ordenado. No había nada fuera de lugar, o el tipo era casado o era un maniático de la limpieza y el orden.

Entre por la puerta que conectaba a la casa, por suerte era un modelo de vivienda distinta a la de Edward y no tenía entrada independiente y me asome con cuidado de que no hubiese nadie adentro. Pasé, era amplio y moderno. Olía a perfume de hombre, de esos que te hacen querer oler más y más y que producen un aceleramiento en mis hormonas. No había fotos en las paredes, solo diplomas, obras de arte minimalista, y repisas llenas de libros. En la sala un gran sofá de cuero negro y frente una baja mesa cuadrada de vidrio con terminaciones color plata. Sobre ella estaba una laptop color vino, una taza de café usada y un cenicero recién usado. Me debatí entre abrirla o no, sé que lo que estoy haciendo no esta bien pero no me importa. Me senté y la coloque en mi regazo, solo para llevarme la sorpresa de que, al abrirla, tenía clave ¡pero claro! Puse los ojos en blanco y la acomodé de nuevo. Miré con detenimiento los diplomas y ahí tenía su nombre bien claro: Eder Louis Shane Smith. Lo anoté en mi cabeza para chequear sus redes sociales, seguí husmeando: resulta que mi querido vecino Eder era Ingeniero Petroquímico, pero además era Ingeniero en Sistemas, en Electricidad Automotriz y de Aviones, y en Informática. Es decir, el tipo era un geniecito al que le gusta espiar a las mujeres en su intimidad.

Encontré que la casa tenía un espacio tipo gimnasio, donde estaba una nevera ejecutiva al alcance. También había un cuarto tipo oficina pero con al menos media docena de computadoras muy modernas e instaladas entre la pared y un escritorio largo y que sobresalían con sus colores LED.

La gran y limpia cocina francamente me impresionó por el hecho de que parecía ser un hombre solo. Cubiertos y platos resplandecientes y una nevera llena de comida. Sí, le revisé la nevera, él me vio masturbándome así que estamos a mano.

En el segundo piso seguía una enorme ventana amplia que casualmente daba a la entrada principal de la casa de Daddy si se enfocaba la mirada en cierto punto. Seguía un pequeño pasillo que daba a dos habitaciones en direcciones opuestas. Las puertas eran negras en su totalidad y resaltaban por lo blanco de las paredes. Fui a la de la izquierda pero estaba con seguro la puerta lo cual me extrañó, pero de inmediato caminé a la otra puerta. Esta abrió de inmediato y me encontré en una habitación. Su habitación. No me extrañó el orden de su cuarto. La cama cubierta por una manta color azul oscuro, dos libros en la mesa de noche junto a una lámpara. Lo que sí me sorprendió fue la silla. Está estaba ubicada justo frente a una ventana más pequeña que los anteriores ventanales, era justo de la mitad de la pared, mi sorpresa era porque la ventana daba justo en dirección a la mía. Así que es aquí donde me espías y te tocas, eh?

Encontré unas notas adhesivas sin usar y agarré una hoja color amarillo, un bolígrafo que estaba sobre la mesa de noche y busqué en mi mente inspiración para la locura que iba a cometer.

Y la encontré.

"Querido vecino, todo esto lo hago por tu bien, me encantaría que entendieses la lección y aprendas que el respeto a la privacidad ajena es un toma y dame. He conocido mucho de ti husmeando, así como de seguro ya conoces de mi mientras te sientas en esa silla a mirarme. Imaginó como se endurece tu miembro y empiezan a latir con fuerza tus venas debido a la descarga de adrenalina que provoca el miedo a ser descubierto mientras haces algo malo. Creo que te va a gustar mi confesión y aquí va: Yo también he sido fisgona. También me he excitado en cantidad espiando, he humedecido totalmente mi ropa interior mientras miraba a otros en su intimidad, tocándose, duchándose y teniendo relaciones sexuales. He introducido mis dedos dentro de mi y he cubierto mi boca con la otra mano para que esos que observo no se percaten de mi presencia y continúen lo suyo, he llegado al clímax mientras los demás, ignorantes de mí, se despojan de tabúes y explotan en su ser como artista sobre un lienzo. Y aquí va otra confesión, mi querido vecino: Sabía que me mirabas y me he tocado delante de esa ventana a gusto esperando que el show te agrade. Me he desvestido ahí, deseosa de que me hagas alguna seña para saber que estas observando y que lo que ves es de tu gusto. Sí. El único problema es esta vocecilla necia en mi cabeza que dice que no seamos estúpidos, ambos somos adultos y solteros, y podemos gozar libremente cualquier experiencia sexual que nos agrade a ambos. Así que toma este atrevimiento como una invitación. Sé que eres un nerd pervertido, así que te reto a encontrarme. Vamos, deja de ser un cobarde idiota y atrévete a entrar en mi apartamento y tomarme con toda la rudeza que desees, ¿Qué esperas?

Por último, vecino, esta es una sugerencia de diseño de interiores: coloca más fotos tuyas. Se me ha hecho imposible conocer tu rostro, así que esa es tu ventaja del juego, conoces mi cara, mi cabello, mis senos y mi intimidad, yo no.

Adiós, querido vecino fisgón.

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