( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 16

Tres horas. Mi mamá aterrizaba en tres horas, arruine mi manicura por morder mis uñas. Parecía un león enjaulado.

Cuando Daddy se enteró que mi madre llegaría no dudo en decirme que era bienvenida al hogar y que sería un placer conocer a su suegra. Mi primer pensamiento fue "Alto ahí, tigre. ¿A donde crees que vas?". Necesitaba desesperadamente que la semana pasara para iniciar clases.

Los últimos días los pasé devorando la guía que mandaron por correo desde la administración de la Universidad. Deseaba con ansías irme ya pero por los momentos pensaba disfrutar a mi madre, luego de esta visita haría lo imposible para volver a reunirnos una vez al año en Navidad.

Me miré al espejo para chequear que estuviera presentable. Pantalones negros de tiro alto, blusa de organza de hombros caídos color celeste, mis zapatillas negras, el cabello dividido a la mitad y con la melena oscura dispersa sobre mis hombros casi cubriéndome por completo basta llegar a mis caderas.

Acomode un asiento del sofá color crema que había adquirido en una tienda de segunda y suspire tratando de que mis manos dejaran de temblar. Decidí preparar café y mantenerme ocupada, eso ayudo a que el tiempo pasara rápido y mi laptop justo sobre el mesón de la cocina me distrajo totalmente.

El celular sonó, mamá estaba fuera. Abrí la puerta y estaba un taxi parqueado al frente con mi madre bajando.

Juliana Méndez. La razón de mi parte latina y exótica. Aquella guapa mujer de 40 años con todo aún puesto en su lugar bajaba con un vestido hasta la rodilla y estampado de flores que subía en dos tiras y se le ajustaba a la figura, tenía al taxista babeando. Le bajó la maleta y se acomodo el gorro para decir algo coqueto pero ella le dio el billete con firmeza y una mirada seria que advertía a quien sea que no se atreviera a meterse con ella. A mi padre lo enloquecía. Ese gringo enamorado y entregado a ella que conocí pero que luego, tal vez mis 10 años, decidió marcharse como si nada dejándonos solas.

-Vero no te quedes ahí, ayúdame niña!

Suspire. Iba llegando y ya empezaba. Me acerque con una sonrisa cuando vi las lagrimas en su rostro, eran de felicidad.

-Mi chiquita como estas de hermosa! -Me abrazó fuertemente. Escuché una puerta abrir y me sobresalte al igual que ella cuando escuche muy cerca la voz de Daddy.

-Señora Juliana, un placer. Soy Edward, amigo y jefe de Verónica. También vive conmigo- sonrió coqueto y mi mamá quedo en shock tratando de procesar tanta información. Tomo la mano como saludo que le tendía Edward y yo supuse que debía parar un poco el momento incomodo.

-Sí mami. El señor Edward es amigo de la señora Mary, ella me recomendó. El y su esposa me dejan quedarme en el antiguo garaje, es muy cómodo vamos si quieres. -Ella me miró y asintió. Le sonrió con timidez a Daddy y sacudió con fuerza la mano que aún él tomaba.

-Un placer señor Edward, me encantaría hablar con usted y su esposa más tarde, prepararles algo de comer. Por ahora estoy un poco cansada, usted me disculpara.

Lo dejó con la palabra en la boca, tomo su bolso y camino hasta la puerta del garaje que yo había dejado abierta. Daddy me miró y yo le hablé con seriedad.

-Solo te diré dos cosas Daddy, y que queden claras. Ni una palabra a mi mamá de lo nuestro, en lo absoluto. Delante de ella eres el SEÑOR Edward. Entiendes?

El asintió sin omitir palabra.

-La segunda cosa es que olvídate siquiera de imaginar el acto de cogerte a mi madre.

El me miró con sorpresa haciéndose la víctima.

-Candy jamás! Bebé es imposible que yo quisiera---

-Callate Edward. - Estire mi índice amenazante y el obedeció. Me fui a mi zona, algunas veces parecía un perro y no un sugar daddy.

-Mija que bonito esta esto -Mamá admiraba mi sala de sofá blanco, mesa cuadrada de vidrio y las dos bibliotecas de madera con muchos libros aunque no los suficientes para abarcarlas por completo. Era una fiel clienta de la tienda de segunda mano.

-Qué bueno que te guste ma. Hay un solo cuarto así que dormiremos juntas. -Hablaba mientras llevaba su bolso a la habitación donde sin saber por qué bajé de inmediato la cortina que cubría el ventanal frente a mi cama y que daba con la ventana de mi espía. Ella entro al cuarto atrás de mi mirando cada metro cuadrado y sonriéndome con suficiencia cuando se encontraba con mi mirada. Yo suspire y me senté en la cama. La mire con cansancio.

-¿Qué, mamá? Habla de una vez.

-¿Vives con tu jefe? ¿Duermes en lo que una vez fue un estacionamiento pa' carros? ¿Pa' eso te viniste?- Hablaba con decepción y eso me dolía aunque intentara disimular.

-Las clases comienzan en una semana, Julia. Y si a ti no te gusta pues a mi sí, siempre soñé con salir de ese lugar de mierda y aquí soy libre y feliz.

Ella me miraba enojada.

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