( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 22

Era cierto eso de que el placer nubla, lo supe en el momento en el que acepté otro trato con ese demonio.

La cadena se arrastraba y yo no podía levantar mi cabeza para ver, escuche una fuerte respiración y no quise mirar, mi corazón estaba muy acelerado y estar atada no me servía de nada. Alguien más estaba ahí con nosotros y yo no sabía quien era, eso era lo que me estresaba.

Un manotazo en mi culo me hizo gritar, era Eder, sin dudarlo lo sabía.

-Tranquila caramelito, ¿te negarás a un poco de placer? - su voz era sensual y me invitaba al peligro. Alargó sus brazos y pellizco ambos pezones para luego masajear mis tetas, haciendo que el fuego que creí apagar con miedo, encendiera de nuevo.

-No me gusta estar expuesta frente a un desconocido. Al menos no cuando estoy atada y de espaldas- me queje y me alegro demostrar una falsa fortaleza en mi tono de voz.

-Eso se arregla fácil- me dijo como si nada, entrando en mi campo visual frente a los barrotes a los que mis manos se ataban, estaba tranquilo y su polla se exhibía al aire libre en su esplendor. Maldito trozo que me hacía cometer locuras- Zeus, preséntate con la chica- ordenó y me molestó su manera de dirigirse a mí, pero antes que reclamara algo un enorme pitbull con orejas cortas y un brillante pelaje gris plomo se acercó a mi. Tenía una cadena en su cuello abrochada a un lindo collar de cuero que solo remarcaba más su rudeza, ese era el ruido que yo escuchaba. Me sorprendió ver ese animal ahí, y más que decidiera mostrarme su mascota en aquel momento. Era imposible no estar nerviosa con aquel canino que parecía intentar comerme en cualquier segundo. Una vez leí que los pitbulls iban por la yugular. Y en ese momento yo podía parecer un apetitoso bocado para Zeus.

Soltó un poco la cadena y quise asesinarlo pero Eder se veía muy seguro así que decidí confiar un poco, Zeus me olfateo un poco y luego se acercó a mis dedos, me congelé cuando restregó sus orejas y yo no pude hacer más que tratar de mover torpemente mis dedos. En este momento mi deseo sexual se había apagado.

-¿Ves? Es muy tranquilo, le gusta jugar- el tono de voz de mi jefe me perturbó y alcé la mirada para apreciar su rostro, sus felinos orbes brillaban y algo en mi se calentó.

Eder apretó la cadena en su poder y Zeus retrocedió, de verdad parecía inofensivo, a pesar de la gran apariencia que te hacía querer correr del lugar, se ubicó entre las piernas de su amo y este acarició su cabeza con cariño.

-Bebé, es muy bello tu perro pero, eh, ¿recuerdas en lo que estábamos?- mi tono de voz fue incomodidad y se carcajeo burlándose de mi y humillándome solo un poco más. Lo que hacía por un poco de sexo.

Sin decir nada ambos caminaron hasta un lugar donde no entraban en mi campo visual, estaban frente a mi trasero y sentí aún la crema batida y las fresas en mis agujeros. Él me dio una fuerte nalgada y brinqué por el susto, la cadena de Zeus sonó en su arrastre.

-Claro que recuerdo en lo que estábamos, dulzura, y también recuerdo que aceptaste jugar con Zeus también- una idea se formó en mi cabeza y me alarmé cuando mis dudas se completaron con su siguiente frase- Te dije que te dejaría comer antes de comerte yo.

-Eder...- amenacé sin fuerza, ya que estaba en una posición muy favorecedora para mi.

-Shh... solo disfruta, caramelito- pidió en un susurro antes de dejar un húmedo beso en mi oreja que me hizo gemir por lo bajo, eso pareció ser un positivo para él ya que se apartó de mi y caminó entre mis piernas. Zeus no se separaba de su lado, lo sé por la cadena rozando el cuerpo. Sus manos acariciaron desde la parte trasera de mis rodillas hasta mis muslos y contuve la respiración con expectación.

-Zeus, aquí- fue la orden y antes de que yo pudiese gritar, una lengua salvaje empezó a limpiar mi clítoris de aquella crema batida, por algo no se movía solo de ese lugar, aún cuando la crema abarcaba gran espacio y las fresas estaban un poco más atras, pero algo explotó en mi sin querer. Me sorprendieron mis propios gemidos en mis oídos, aún con mis ojos cerrados me obligaba a querer sentir asco, repulsión, pero no podía, el placer era abrumador. La lengua se apartó así mismo como llegó cuando la cadena sonó contra el piso y la sala era cubierta por mi respiración acelerada, y la de aquel perro.

-Eder, no, por favor- supliqué en un intento de obtener aire, sus manos apretaron mis pezones y el pellizco en la piel sensible me hizo retorcer.

-¿No te gusta, bebé? Tus gritos me dicen que sí, ¿por que te cierras?- su voz era suave y un dedo empezó a masajear mi centro ahora limpio, estaba hinchado y latente y el jugó con maldad, haciendo que la humedad empezara a rodar hasta rondar el comienzo de mis muslos.

-No esta bien, es un ani--

-¿Pero te da placer, o no? Él esta bien, esta perfecto- aseguró sin dejar de tocarme, lo escuchaba por encima de la bruma de placer-¿Tú, la gran cachonda Sweet Candy, se negará a un juego? Uno donde la más beneficiada eres tú, Sweet- se pegó a mi oído provocando más sensaciones en mí- Te prometo que luego de él voy yo.- un pellizco de sus dedos traidores selló aquella promesa y yo dejé caer mi cabeza aceptando mi "derrota".

Sentí sus palmas masajear mis nalgas y exponiendo más mi ano, las caricias eran deliciosamente relajantes y casi no escuché cuando ordenó de nuevo con un suave- Aquí, Zeus.

Aquel pitbull empezó a lamer la crema que estaba en mis pliegues, aquel agujero fue penetrado con la fresa que seguía en su punto y la cual fue mordida por el perro sin producir ningún daño, mis gemidos eran fuertes y los dedos de Eder masajeando mi clítoris mientras Zeus lamía allá atrás, la mezcla era exquisita y en cuestión de minutos me arropó el orgasmo más fuerte que había sentido nunca, la orden al perro para apartarse nunca llegó y me sentí desfallecer cuando un segundo orgasmo llegó antes de que el primero se marchase, la mano de mi jefe paseaba entre mi vagina y mis pezones y la lengua canina ya había mordido la fresa que estaba en mi entrada, produciéndome cosquillas con sus dientes pero sin llegar a hacer daño, sólo generaban más placer. Tenía un velo en los ojos a causa de la excitación, mi clítoris dolía de tanto y el sudor cubría mi cuerpo, mis piernas parecían una cascada y la sábana bajo mi cuerpo debía de estar empapada.

Debí de quedar totalmente limpia ya que en algún momento el perro fue apartado y me desplomé torpemente en la desecha cama. Eder acarició mi cabello y lo siguió por mi espalda haciendo que mi piel se erizara y mi boca soltara un leve gemido. La mano bajó por mi trasero y por mis muslos, hasta mis talones donde fueron desatadas las esposas y pude cerrar un poco las piernas tratando de mantener un poco de la dignidad arrebatada. Salió de la cama y caminó hasta donde estaban mis manos para liberarlas también. Volteé mi cuerpo hasta quedar boca arriba y en una de las barras donde mis pies fueron atados descansaba una cadena, no vi al perro debido a la altura de la cama y a que no podía moverme lo suficiente aún ya que mi corazón parecía no querer tomarse un momento.

Eder quedo a horcadas sobre mi, estaba desnudo aún y su erección me hizo cosquillas en el vientre, se estiró para besar mis maltratadas muñecas y al terminar buscó mis labios con delicadeza para empezar un inocente beso que yo intensifiqué con furia, sentí su sonrisa y aproveché para morder su labio inferior, me debía mucho y empezaría a cobrar.

-¿Seguimos?- preguntó con dulzura mientras besaba mi clavícula

-Claro que sí, jefe- ronroneé y su suspiro fue sonoro, cuando empezó a atacar mis senos entre mordiscos, besos, masajes y pellizcos me dejé llevar por su toque en mi, los jugos viejos le daban la bienvenida a los nuevos en mi vagina y no había más gloria que ahora su lengua acariciando mi ombligo sin descuidar mis pezones con una sola mano para apoyarse en el codo de la otra.

-Eres deliciosa, Verónica- mi nombre en su boca sonaba espectacular y su lengua siguió su camino hasta la frente de mi vagina totalmente depilada y húmeda por nuestros sórdidos juegos.

-¡Mmmm... Eder!- agarre su cabello hundiéndolo más en mi interior cuando la lengua empezó a jugar con mi maltratado clítoris, era increíblemente distinta a la lengua de Zeus, está claro de sobra, y su control y experiencia me excitaba más al pensar con cuantas tuvo que practicar para llegar a semejante nivel.

Empezó a penetrarme con su lengua, mientras que manejaba una mano moviéndose en círculos sobre mi clítoris, tocándome únicamente con los nudillos y provocan dome mini infartos en la zona, mientras que su otra mano jugaba con mi ano, lubricando con mis jugos vaginales y dejando entrar un dedo en un vaivén a juego con el de su lengua, el orgasmo me acarició y yo le di la bienvenida, sabiendo que quería tragarse todo de mi me deje subir a la nube y lo halé por el cabello más aún, tal vez le hacía daño pero francamente me valía mierda.

Los espasmos pasaron mientras suaves besos en picos eran regados por toda mi vagina y mi culo, mi ano seguía lleno con sus dos dedos y parecía no querer sacarlos de ahí, aún así no me negaba.

Se alejó quedando en rodillas sobre el colchón y me abrí completa para su deleite, sus ojos amarillos estaban llenos de salvajismo, ese hombre era una bestia en ese momento y nada cuerdo lo sostenía, lo supe cuando apretó mis muslos con fuerza para levantarlos y sin dudar me penetró de una estocada, grité por la violencia pero no le importó y meneo sus caderas para que lo sintiera más a fondo. El dolor rápidamente le dio paso al placer y sentirlo llenándome completamente con su enorme pene me ponía aún más cachonda, empezó su danza salvaje y rápida, veloz, y la cama era sacudida con fuerza, así como yo.

-¡AAHHH! ¡EDER! ¡DIOS! ¡NO PARES, MALDITO!- mis gritos reventaban mis oídos y su manera de respirar me encantaba, sus gemidos roncos y ver como su cara era transformada por el placer, me fascinaba, y aún con la violencia que esto incluía, me parecía un momento lleno de ¿amor?

Sacó su pene de mi interior sin yo esperarlo y casi me quejo, en ese momento volvió a sujetar mis piernas y abrí todo lo que pude cuando -con más delicadeza esta vez- sentí su trozo venoso en la entrada de mi ano. Me miró a los ojos pidiendo permiso, pero algo me decía que si me negaba igual lo haría.

-Hazlo bebé- supliqué cuando su cabeza entraba y salía de la estrecha entrada de mi ano, acariciaba pero no penetraba y eso era frustante.

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