( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 25

— No lo puedo creer, en serio.

— Oh, ¿Dirás que no te gusta?

— Claro que sí, sólo no me esperaba esto

— Pues soy una caja de sorpresas así que prepárate

— Pensé que eras una caja de bombones de chocolate — él se río, envolviendo mis oídos en esa deliciosa melodía.

Era lunes, el siguiente lunes a mi primera transmisión del sábado, el martes volvería a transmitir y me había tomado en serio el asunto de sacar de mi corazón a el innombrable Shane.

Adrien me invitó a una noche mágica, por supuesto, en mi mente era un hotel de lujo, con jacuzzi, velas, pétalos de rosas, música suave y unas botellas de champagne. En su mente, era una tienda repleta de caramelos, con sillas y mesas de madera donde ahora estaba acomodado mi hermoso trasero enfundado en mi lindo short de vestir color negro. Gracias a Dios dejé los tacones en casa.

— Buenas noches, ¿En qué te puedo ayudar? — Nunca falta una atrevida en la calle y esta vez juro que no era yo. La tonta camarera, típica estudiante de secundaria con uniforme soso que amerita este tipo de establecimientos para niños y jóvenes, no dejaba de hacerle ojitos a mi hermoso acompañante, y ahora, encima de eso, le hablaba a él solo y, pues, yo no existía. Chasqueé los dedos en su rostro y levanté una ceja mirándola despectivamente. Sí, podía ser muy perra cuando me provocaban.

— ¿Ahora en las escuelas no enseñan a separar el singular del plural?¿Te haces la tonta o no ves que somos dos aquí, eh? — Ella me miró con enojo y seguí provocandola, ahora con una sonrisita burlona en mi cara — ¿Te gustó mi chico, no? Si tienes la edad suficiente podrías participar en un trío con nosotros, o mejor, en una orgía, ¿No tienes novio tú? — Sus mejillas eran de color granate y Adrien respiraba con fuerza para no soltar la carcajada.

— ¿Qué van a ordenar? — Preguntó en voz baja, esta vez de la forma correcta. Adrien le dijo lo que pediríamos y ella salió en dos ruedas de ahí. Las risas nuestras no tardaron en llegar. Estábamos uno junto al otro en la banca de madera y el mantel con caramelos de la mesa hacía marear a cualquiera.

— Así que soy tú chico... — Odiaba que fuera tan tonto, su mano estaba en mi muslo y mi piel se erizó por el contacto de su palma caliente. Yo sonreí

— No empieces, sabes que lo dije para burlarme de esa tonta. Me sorprendió cuando sus labios se posaron en mi oído, dejando mi cabello de lado con su otra mano

— Pero a mí me encantaría ser tu chico. — Mordí mi labio inferior y miré alrededor, todo para no ver su rostro y ponerme más nerviosa de lo que estaba.

— No creo que lo digas en serio, no es un puesto para cualquiera.

Tomó mi barbilla para mirarme a la cara, sus ojos celestes me deslumbraron de inmediato.

— ¿Quieres retarme?....

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— ¿Vives sola? Estos pisos son caros. Sí, lo había llevado a mi casa, no me juzguen, estaba realmente cachonda.La bolsa de confites estaba en su mano y lo insté a lanzarla al mesón de la cocina. Alcanzamos a tomarnos las malteadas de chocolate antes de salir de la tienda.

— Sí, me pagan bien. — No hice otra mención de mi trabajo, era muy pronto para hablar de eso. Quería sexo y lo quería ahora. Así que caminé hasta estar frente a él, el mesón estaba a sus espaldas así que lo acorralé, por supuesto que con mi baja estatura era algo sencillo salirse de mí agarre, pero no era algo que él pareciera querer. — ¿Entonces, chocolatito...? — Empecé con una mirada inocente, no me dejó continuar, sus manos agarraron mis caderas con furia y empezó a besarme con posesividad. Era una guerra de cazadores, lo tenía claro, y por todos los cielos que yo sería la ganadora.

Sus manos recorrieron mi cuerpo, las mías arrancaron su camiseta, dejando su pecho al descubierto, besaba mi clavícula y estaba muy sofocada, sentí la piel enchinarse cuando me arrancó el top y el sostén con experiencia dejando mis senos al aire y mis pezones muy erguidos, no dudó en meter uno a su boca y el calor de su cavidad bucal me hizo soltar un pequeño gemido. Miré a mi alrededor, ni de coña lo llevaría al sofá blanco, así que fuimos a mi habitación.

Mi cama seguía desordenada puesto que, como mujer que soy, no sabía qué ponerme. Eso no nos importó, caí de espaldas sobre el colchón y amé ver ese torso acaramelado y sudado, con la respiración acelerada y esos orbes celestes que aún en la oscuridad del lugar, brillaban peligrosamente. — Maldición, eres perfecta.

— Nada es perfecto en esta vida — recordé

— Pues, para mí, tú lo eres — se lanzó sobre mí a besar mi cuello y torso y sus caricias me enloquecían. Sin darme cuenta el cierre de mi short se bajó y no dudé en mover las piernas para quitarmelo, quedando en el hilo color rojo que me había decidido a usar.Se revolvió el cabello cuando miró mi prenda interior. — Me vuelves loco, mujer.

Los besos en mis senos fueron de bajada, llenando mis costillas y mi abdomen de ellos. En mi ombligo introdujo su húmeda lengua y no hice más que retorcerme por eso. Poco a poco llegó a mi monte de venus cubierto aún por la prenda que debía de estar empapada ya que mis jugos no dejaban de salir.

La imagen de ese dios sobre mí, no tenía precio. Bajó mi hilo y besó suavemente mi zona depilada, me miró a los ojos y el momento se sintió íntimo. Su lengua sobre mi clítoris me hizo erguir, era un profesional en esto sin duda alguna, y las sensaciones fueron intensificándose cada vez más. Sus manos masajearon mis senos mientras su lengua me penetraba una vez y acariciaba mi centro otra vez, era una tortuosa danza en la que yo era la bailarina estrella. El orgasmo tardó unos minutos en llegar y yo me sentía gloriosa. Lo empujé cuando mis espasmos pasaron, lo quería a él completito.

Quedó recostado sobre la gran cama y casi arrancó sus pantalones, dejándolo con sus bóxers color azul marino. Ese gran pene me daba la bienvenida aún estando preso, me encantaba su grosor y no dudé en sacarlo de ahí y llevármelo a la boca.

Se sentía delicioso, y por sus gestos, le parecía igual. Enrosqué mi lengua alrededor de su falo y subí hasta donde mi garganta me lo permitía ¡Era enorme! Y yo muy golosa. Me provoqué a mí misma arcadas y las lágrimas se agruparon en mis ojos, no me importó. Su mano se dirigía a mi cabeza para hacerme una cola de caballo y sujetarme, aún así, el ritmo lo llevaba yo. Lo miré a los ojos mientras chupaba una y otra vez su cabeza, cómo si de una paleta se tratara, y con la lengua su orificio era rozado. Se mordía los labios y los roncos gemidos de su boca me llenaban de excitación. No dudé en tocarme a mí misma, mis dedos encontraron mi clítoris y empecé a rozarlo con furia. Adrien miraba todos mis movimientos y su respiración acelerada aumentaba. Lo sentí endurecer, y con una lamida en sus bolas, procedí a hacerlo acabar.

Lo chupaba de arriba a abajo, mientras me tocaba con el mismo ritmo, mi orgasmo también estaba por llegar, y quería que fuera al mismo tiempo que el suyo.Y así fue.Caímos derrotados en el colchón y respirando pesadamente, el reía. — Eso estuvo espectacular. — Lo sé — Tomó mi rostro sin delicadeza y me besó los labios, aumentando el fuego en mi entrepierna.Lo monté mientras aún nos besamos y con un rápido movimiento saqué un condón de mi mesa de noche y se lo puse. Tres segundos después, ese enorme falo estaba dentro de mí. Y la frenética danza empezó.

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