( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 26

EDER SHANE NARRA:

— Señor...

— El hombre frente a mí, de casi 2 metros de altura y unos 200 kilos, estaba nervioso y ocultando la mirada como un crío.

— Habla ahora mismo, Leo.

Era el chófer que le había asignado a Verónica, pidió verme en mi oficina y pensé lo peor. Algo grave tenía que pasar.

— Señor, la señorita Verónica bajó de su apartamento hoy con un muchacho de la mano.La taza de café humeante que estaba en mi mano se hizo añicos contra el vidrio templado de la ventana. Leo se encogió pero no hizo ningún otro gesto.

Genial, no contrataba maricas para cuidar a mi mujer.

¿Qué estoy diciendo? Esa demonia no es mi mujer. Es... es sólo... Es una puta con la que debo divertirme, sí. Sólo eso.Quería metermelo en la cabeza a cómo diera lugar, pero entonces llegaba mi duda, ¿Por qué, si no la quería, se me helaba la sangre y ardía mi pecho al imaginarmela siquiera despertar en otros brazos masculinos que no fuesen los míos? Porque siendo sincero, preferiría que su infidelidad fuese con una mujer, y vuelvo al comienzo, ¿Fidelidad? ¿Yo, Eder Shane, con esa palabra en mente?

He perdido la cuenta de la cantidad de mujeres con las que he dormido gracias a la industria que decidí desarrollar y que he explotado hasta niveles de ser un reconocido millonario y persona de respeto social.Y llegaba ella, esa estúpida cachonda que decidió desvestirse frente a aquella ventana el maldito día en que decidí, luego de 3 meses de trabajo agotador, dar un descanso. Fue la primera vez que eyaculé con la simple imagen de una mujer, a metros de distancia y que no sabía ni imaginaba mi presencia, observándola. Eso pensaba yo, lo que no sabía es que era una maldita pervertida casi tan oscura cómo yo. Y me encantaba como sólo ella sabía hacerlo.

Despedí a la seguridad de mi casa luego de encontrar esa atrevida nota que me dejo sobre la ventana en la que amaba verla, eso fue espectacular, lo reconozco, pero me demostró que, si una hermosa chica era capaz de entrar a mi casa sin ser detectada ni reconocida, ¿Qué podrían hacer los demás?

Cómo en todo, se tiene competencia. En mi caso, no llegan a eso, pero tengo seguro que si descuido un poco a la gente de Miranda, se convertirán en un dolor en el culo.

Miranda es el némesis de mi compañía, creada por mi antigua novia, Melissa Rey. Una pequeñísima fuga en el sistema de seguridad que resguarda los números de las tarjetas de créditos de mis usuarios, es decir: sus ID, nombres, direcciones y demás, había permitido que 50 nombres se filtraran, entre esos habían 7 ministros y 1 juez.

¿Se imaginan qué pasaría en el país de descubrirse que esos hombres honorables, respetables, de cargos militares importantes y orgullo de sus colegas, se excitan con vómito, mierda, besos en axilas y chicas con características juveniles?

Sí, todo sería mierda revuelta.

Por eso mi idea de tratar de envolver a mi antigua mujer para que cediera, de a poco, y desistiera de entregar los datos a los periódicos y revistas, empezó.

El asunto esta en que Melissa no es una mujer muy lista. Es hermosa, fue la primera con la que me grabé y fue amada por los seguidores, aunque luego de que KitPer subiese cómo la espuma, sus celos enfermizos y sentido de posesión exagerado, se hicieron presentes.Era una modelo reconocida, ahora después de 7 años de terminar, y se había vuelto más astuta. Pero seguía siendo una bruta.Eso la diferenciaba de mi Sweet Candy, esa chica coqueta e inteligente, sin pelos en la lengua y con una seguridad en sí misma que millones de famosas envidiarían. Y ahora la cagaba de esta forma.Deseaba contarle todo acerca de Melissa, lo juro, pero la tonta era tan terca cómo yo y no quería que mis planes fuesen arruinados por nada. Ni siquiera, por ella.

— Dame las llaves de la camioneta — ordené a Leo luego de pasar casi diez minutos en silencio controlando mi respiración

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Lo. Besó. En. Mi. Puto. Rostro.Conté hasta el 1.000 tratando de calmarme, no estaba bien que ganara más problemas legales dándole una jodida golpiza a ese idiota de ojos azules que besaba a mi maldita chica.

Subió a la camioneta y ni siquiera volteó a verme, por eso hablé.

— Buenas tardes.

Y todo lo jodía su hermosa boquita

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— Señor Shane--

— Ahorita no, luego — ni siquiera miré el rostro de Nelly, llevaba a Verónica sobre mi hombro mientras gritaba lo idiota y poco hombre que era. Por lo que era obvio que no la llevaría a mi oficina. No, la perrita necesitaba un castigo digno de mi estudio.

El número 100 brilló en mi puerta y la empujé con la pierna para abrirla. Zeus estaba en casa así que estábamos completamente solos. Deposité ese hermoso saco sobre mi cama con mucha fuerza, no quería ser ni un poco gentil con Verónica Tocker en ese momento.

En el transcurso quedó en silencio y sólo me miraba con el ceño fruncido. Yo tomé una Coca-Cola del frezzer sin ofrecerle una y, arrastrando una silla de metal, me coloqué junto a la cama.

Subí las mangas de mi camisa de vestir hasta ver mi antebrazo tatuado y el otro sin mancha. Abrí la botella sin ver su rostro y tomé un largo trago. El líquido refresco mi garganta y, luego de saborearlo, decidí cómo empezar pero...

— ¿Era necesario todo ese show, en serio? Digo, tu novia pudo vernos. Te ganarías unas largas noches con dolor en las bolas — Su tono era condescendiente y lo odiaba — Aunque bueno, con esa técnica de obligar a tus empleadas a dormir contigo en el contrato, sólo tendrías que obligarme a mí o a otra y--

No aguanté. Me levanté y la tumbé a la cama, forcejeamos hasta que pude sentarme y tenerla de espaldas sobre mi regazo, bajé cómo pude sus jeans ajustados hasta que esa hermosa piel blanca apenas cubierta con una mínima panty de flores rosadas, quedo a mi vista.

Me puse el condón e incliné en un mejor ángulo ese hermoso culo, ella me siguió sin quejarse ni un momento, y quería que lo hiciera.Embarré mi dedo medio con el lubricante y, por simple odiosidad, la introduje en su interior de golpe. Ella brincó y se molestó un poco, no pude evitar reír y lo saqué. Lo introduje de nuevo y lo volví a sacar, así unas cinco veces hasta que sus jugos se formaron cómo cascadas sobre esa divina vulva que me volvía loco. Pasé el dedo índice por su raya y terminó empapado, ahora éste acompañó al dedo medio dentro de su agujero más pequeño y sus gemidos ahogados por la sábana que mordía llenaron mis oídos. Cuando estaba adaptándose al tamaño, metí mi pene dentro de ella, primero la cabeza, suavemente. Podía estar enojado con mi dulce limón pero no la maltrataría. Al menos no para hacerle daño.

En algún momento todo cedió y nuestra danza se volvió frenética y violenta. Las imágenes que mi cabeza se había formado de ella, dejándose hacer oral o haciéndoselo al muchacho ese, o ella pidiéndole que la cogiera cómo hacía con él... Mierda. Todo fue más rápido y su cabello terminó en mi mano de nuevo, por suerte era largo, pero no me importaba si le dolía, me lo debía.

— Esto es por ser tan atrevida. — Se lo clave hasta el fondo y la nalgueé con fuerza. Sollozó y gimió a la vez. Mi otra mano encontró su clítoris y la acariciaba a la vez que la castigaba— Esto por ser tan caliente. — Repetí mi gesto y el gemido fue más fuerte aunque cerraba sus ojos del dolor. — Esto por no dejarte hablar. Esto por permitir que otro te tocara. Esto por no terminar de entender que eres mía. La última fue la más fuerte y me detuve cuando los espasmos del orgasmo la hacían retorcer. Su culo estaba rojo, en algunos lados un color morado se veía y en otro estaba hinchado. Estaba orgulloso de mi trabajo.

No dejé de martillarla mientras se retorcía y quería llegar al clímax escuchando unas mágicas palabras.

— Dilo, Verónica. Di que eres mía. — Ordené. No dijo nada y la nalgueé con fuerza de nuevo, esta vez sollozó entre gritos y yo hablé en su oído — Di que eres mía, Sweet Candy. ¡YAAA! — Grité con fuerza y bombeé el doble de rápido.

— SOY TUYA, EDER SHANE, SOY TUYA.

Mi leche salió disparada cuando la última sílaba se pronunció, solté su cabello y me desplomé sobre ella, no podía salir, no podía respirar. Estaba lleno de semen y de orgullo.

Besé su hombro cuando me sentí calmar, estaba relajado y la furia me había abandonado.

— ¿Ves que no era difícil? — Bufó pero no pronunció palabra. Me quité y fui directo al baño a botar el condón, me di una corta ducha y volví para encontrarla en la misma posición que antes. Estaba sollozando y se contuvo cuando sintió mi presencia. — Mierda, Vero... ¿Te duele mucho? — Era una pregunta tonta y cuando me puse de lado de su trasero sólo enredé mis manos en mi cabello. — Maldición, perdona, yo... — ¿Me disculpaba? ¿Luego de quererla castigar? — Tengo algo que te ayudará.Busqué en la mesa de noche la crema refrescante que usualmente mantenían todas las Stars en el mismo lugar para calmar ese dolor tan molesto que quedaba luego de una dura sesión.

La crema de suave color rosa se sentía fría entre mis dedos y, con toda la suavidad del mundo, la regué por toda la piel maltratada que le había dejado a mi chica. Verónica ya no lloraba pero mi preocupación no cesaba. Cuando se pudo mover supe que podía volver a respirar.

Con un mal gesto en su rostro y estando aún sonrojada me regaló una pequeña sonrisa llena de tristeza.

— ¿Sabías que el castigo terminaría así?

— Era una probabilidad — Fui sincero y aparté la mirada de sus hermosos ojos. Me sentía una mierda. Ella tomó mi barbilla y me hizo mirar su rostro.

— Hey — llamó mi atención — Existen otros peores que tú, ¿Lo sabes, no? Ha sido la mejor golpiza que han podido darme — Su risa fue un murmullo y me sentí romper en pedazos — No hagas lo que no te gusta que te hagan. No me odies por intentar ser feliz y no querer imaginarte con Melissa.

— Te lo contaré todo — aseguré de inmediato, sintiendo que ella, más que un problema, sería un apoyo en mi plan, de alguna manera.

— ¿Todo? — preguntó.

— Todo.

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