No me agradaba saber que fue su mujer ni mucho menos que fue pionera junto a él con éste movimiento online pero el hecho de que se me hiciera participe era satisfactorio para mi.
Mi mente abierta era demasiado amplia en la planificación de cuestiones a mi alrededor que termiran favoreciendome, y cuando se me ocurrió el modo en el que derrocaríamos a la flaca esa, mi mente hizo Eureka!
— Déjalo en mis manos.
Eder no entendió mi respuesta y no me importaba, porque luego de dos semanas, vio los frutos de mi maravilosa idea.
Las transmiciones habían sido un éxito y mi jefe organizó la reunión mensual donde se exhibirían los TOP y estos serían reconocidos delante de sus colegas.
Mi tiempo en la empresa era menor pero mis ingresos fueron tan magníficos que llegue a ocupar el puesto número 8 de los 10 mejores del mes. No estaba mal para ser una novata, ¿No?
Por supuesto que Melissa asistiría ya que "su relación" con el señor Shane estaba viento en popa. La ilusa se había creído el cambio de actitud de Eder y el hecho que "él quería comenzar desde cero y darle una nueva oportunidad". Era asqueroso pero funcionaba.
Todo estaba listo para la gran noche donde se celebraría una éxotica cena dentro de un museo metropolitano recién inaugurado donde una colección de arte sería expuesta únicamente para nuestro deleite.
Le respondí el último WhatsApp a Adrien, porque a pesar de estar en un momento neutral con Eder, no lo consideraba mío, ni lo quería hacer -eso me lo repetía como mantra- y por el contrario, Adrien me hacía sentir... especial.
Era un casanova, se le veía por encima, pero el tipo era tan claro cómo el agua y admiraba la sinceridad aún de las peores manos. Por lo que sí, era el candidato potencial en caso de que el bicho de las relaciones llegara a picarme.
Miré mi reflejo en el espejo y sonreí cómo Chesire. Estaba hermosa y nadie podría negarmelo. El vestido era largo estilo sirena con un corte profundo de un lado donde mis blancas piernas contrastaban con el encaje negro que lo cubría, la tela seguía hasta acabar en un corset estilo corazón que apretujaba mis senos y parecía que fuesen a escapar en algún momento. Mi cabello estaba recogido en un elegante moño alto dandome más elegancia de la usual y dejando ver a su vez, la prenda que colgaba de mi cuello: una fina cadenita de oro con un dije que contenía un ruby falso pero que contrastaba con mi vestido de un tono magnifíco, pequeños aros de oro en mis orejas y un labial color rojo puta junto con mis altos tacones negros de aguja y estaba lista, hecha una diosa.
Mi telefono vibró, había llegado el auto por mí y luego de bañarme en mi divino perfume bajaboxers, bajé hasta encontrar al chofer de siempre con la puerta abierta para mí.
La mirada furtiva del tipo no pasó desapercibida e hice una nota mental: alguien había recibido explícitas ordenes de no mirarme siquiera.
La puerta se cerró y en el recorrido me tomé algunas selfies, comprobando una vez más, el alto nivel de mi egocentrismo.
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Las paredes eran limpias y blancas, adornadas una que otra con plantas de belleza exóticas, algunas nisiquiera parecían reales y todas las flores de estás iban en tonos rojos, lilas y rosados.
La gente rebosaba pero no se veía atestado el lugar, una suave música de saxofón aligeraba el ambiente y el aire acondicionado lo hacía ideal. Desde la entrada vi el bar que se encontraba con unas cinco personas ocupando sus bancas así que caminé hasta ahí y tomando asiento, busqué con la mirada al bartender.
Era un rubio cenizo con barba incipiente y ojos muy claros, su mirada era impactante y su sonrisa lo era aún más, usaba una simple camisa negra y pantalones a juego, aún así, era un hombre muy llamativo dentro de un lugar con personas llamativas.
—Buenas noches, ¿Qué va a tomar?
—Mmm... Sorprendeme.
No trataba de coquetear, simplemente me sentía un poco cohíbida y cuando me sonrío ampliamente la habitual sensación en mi vientre bajo pidiendo atención, no tardó en llegar.
No dijo ni una palabra más, en cambio se fue a preparar un trago para mi. Y realmente me sorprendió: batía y mezclaba con experiencia y esas mangas arremangadas dejaban ver unos antebrazos llenos de venas marcada, ¿Donde más se le marcarían esas venas? Bien, aún no bebía y ya estaba soltandome.
El vaso era alargado, dentro de el habían tres cubos de hielo y un liquido de tonalidades múltiples: el color aguamarina, el rosado claro y el morado intenso brillaban dentro y mi curiosidad se disparó.
—¿Qué es?— Pregunté al chico que se ubicó con paciencia delante de mí para verme con atención.
—Sorprendete— Respondió sonriendo mientras encogía los hombros. Yo hice caso y tomé un sorbo, el líquido frío dulce y lleno de alcohol inundó mi boca y sabía delicioso, tanto que lo tomé de golpe sin darme cuenta.
—Sabe magnífico— Alagué mientras saboreaba mis labios, su mirada sobre mi acción no pasó desapercibida.
—Cómo tú- murmuró en un tono que era obvio quería que escuchara, yo sonreí coqueta—Yo lo cree, aún no tiene nombre.
—Me encantaría conocerlo cuando se lo coloques.—Mis manos se encontraban inquietas así que jugaba con el vaso de vidrio en mi mano, sus ojos eran perturbadores—Mi nombre es Verónica, por cierto.
—Un placer, yo soy Liam— Estiró la mano y apreté sus dedos, la diferencia de tamaño entre su palma y la mía era rídicula y la apartó con curiosidad cuando una mirada llena de reconocimiento llegó a sus ojos—He escuchado mucho de ti.
—¿Qué?— Me sorprendí, realmente y el sonrío de nuevo.
—Suelo trabajar en estas reuniones mensuales, la mayoría de las veces y escucho cosas. Eres la chica nueva que llegó al TOP, ¿Cierto?
—Pues sí, esa soy yo.— Me incomodó el saber que muchos ahí me reconocían más yo a ellos, no. Y ese era uno de los peligros de este trabajo, ahora lo entiendo.
—Pues siendo honesto...—se acercó más a mi a través de la barra que nos dividía— Me encantaría saber si todo lo que dicen de ti es cierto. Si te interesa, me quedó hasta tarde aquí.
Guiñé el ojo en su dirección y con una ligera caricia de mis uñas pintadas de blanco sobre su antebrazo venoso, me marché sin decir ni una palabra. Sin dejar de menear mis caderas en todo el camino.
Decidí admirar las obras de arte en las que la gente se aglomeraba, y entendí de inmediato la relación de KitPer con esto.
Era arte erótico. Impresionante acabado de imagenes del cuerpo humano con una estructuración de la colección completa que, si admirabas con coherencia, contaban una historia llena de sumisión y sexo.
Las cuerdas en una, las caderas descubiertas en otra, un cinturón con gotas de sangre más adelante, unos tacones junto a una cama más allá y así sucesivamente. Todo en blanco y negro, todo elegantemente distribuido.
Me encontraba ida delante de una pieza que en especial llamó mi atención, era una cama deshecha de sábanas claras, sobre ella estaba la chica de la que el rostro no se veía nada ya que estaba de espaldas, el cabello oscuro y desparramado por su desnuda espalda, su culo llamaba la atención por su delicada apariencia que se veía abusada por unos zurcos marcados en ellas que describían el uso de un cinturón sobre ellos, tal vez de el que más atrás goteaba sangre. Una mano se posó en mi cadera sacandome de mi hipnosis.
—Tú eres Sweet Candy— dijo sin dudar, no era una pregunta.
—Y tú eres Lolly, ¿cierto?— Ella asintió— Pues es un placer conocerte.
—Wow, de cerca eres más bella aún.
Junto a ella estaba un castaño realmente grande, su traje color azul oscuro parecía hacer un gran esfuerzo por cubrir ese enorme cuerpo, su barba en forma de candado le quedaba fenomenal y sus ojos de café claro se veían llenos de morbo.
—Él es Max, o Maximus. Es otro Star— dijo Lolly, dandole un codazo— Uno con un ego tan grande cómo su tamaño.
—Sabes que todo en mí es grande, amor, eso te encanta.
La conversación picante era realmente agradable puesto que la incomodidad quedaba de lado al saber que todos compartían la misma profesión llena de perversión.
—Van a espantarla— dijo una voz femenina muy burlona y mi mirada se enfocó al cuerpo que no veía bien gracias al de la idea de apagar las luces— ¿Oh, sin mi traje de monja no me conoces?— De inmediato sonreí agradeciendo que mi sonrojo no se veía.
Era la monja, la maldita monja.
—Creeme, no cualquier cosa me espanta, monjita—Su melodiosa risa llegó a mis oídos y cuando la luz fue ajustada a un buen nivel, me maravillé viendo su hermoso cuerpo cubierto por un atrevido vestido color fucsia con cuerdas a los lados que dejaban a la vista su falta de ropa interior, y de pudor. Los piercing en sus senos se marcaban contra la tela y mi nudo de centros se hinchó.
—¿Ves lo que pasa cuando tomas a todos por idiotas?—Una voz masculina la reprendió en broma, él era un moreno de cabeza calva pero con un sex appeal increíble, se enfudaba en un traje negro con corbata roja y le quedaba ridículamente bien—Yo soy África, caramelo, y sí que es un placer conocerte.
—Creí que África era mujer— bromeé robandole una risa a la mesa entera sin querer burlarme de él. Aunque su ronca carcajada me tranquilizó al saber que no lo ofendí.
—Puedo demostrarte que no.
Antes de que respondiera la voz del presentador se hizo presente y una luz blanca destacaba un pequeño escenario en la habitación.
—Bienvenidos a nuestra Noche TOP mensual, un fuerte aplauso para nuestros principales directivos, el señor Shane y la señorita Rey
Todos aplaudían a la feliz pareja, excepto yo, juró que lo intenté pero mi estomágo estaba muy revuelto. Melissa vestía de blanco, con un vestido de manga larga y falda corta que no le lucía para nada, lucía insignificante junto a Eder, aunque pensandolo bien y viendola cómo se suponía debía de ser, eran ideales: un amo y su sumisa. Y una mierda.
Tomé de golpe el trago de whisky que serví de la botella en la mesa y mientras todos estaban distraídos arrugué mi rostro, brinqué un poco cuando una risa femenina se sintió junto a mi cuello y recordé que la oscuridad me rodeaba en ese momento. La voz de la monja falsa a mi lado me dio tranquilidad, al menos un poco.
—¿No te gusta las escenas románticas? Yo también soy de esas.
—Prefiero la acción.—La miré sugestivamente y se mordió el labio inferior sin decir nada y acomodándose en su asiento en el justo momento donde la luz se ajustó y todos volvieron la mirada a la mesa. La comida fue servida pero esos ojos sádicos de color verde oscuro no se apartaban de mí y el fuego en mi interior empezó a formarse.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD