( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 30

Lagerta y yo agarramos vuelo hasta un segundo piso muy disimulado que la galería tenía, no buscabamos nada en especial y tratábamos de no hacer mucho ruido con nuestra risa típica de borracha.

Una puerta al fondo se nos hizo interesante y descubrimos que era un pequeño armario con típicas cosas para limpiar, un pequeño ventilador a un lado de la pared y un televisor muy antiguo sobre una pequeña mesa vieja y una silla de metal parecida a un banco, parecía un pequeño cuarto de servicio. Nos miramos cómplices y yo cerré la puerta con seguro, al voltearme inmediatamente mi linda amiga se lanzó sobre mis labios y el sabor del whisky que tomabamos se hizo presente en mi boca. Su lengua tenía dos pequeñas perforaciones en la punta que hacían cosquillas en el interior de mi boca y me encontré con ganas de más. Cosa rara, ¿eh?

Agarré sus melones y los saqué sin dudar ni un segundo, sus areolas rosadas y los puntos de plata me saludaron cuando sus pezones se pusieron en punta. Con mis uñas pellizqué un poco y ella gimió en mis labios, amasé sus senos con mis manos y saqué mi boca de la suya para llevarme uno a la boca.

El sabor a sudor, sexo, alcohol y fiesta me saludaron y yo tragué y mordí gustosa. Ella hundía más mi cabeza y cambié de víctima, así hasta que me apartó y buscó mis labios con los suyos de nuevo.

Metió una mano en la abertura de mi vestido y abrió los ojos cuando encontró mi vagina sin nada encima.

—Puta— murmuró en mis labios y la mordí juguetona. Metió sus dedos en mi interior y con una calma tormentosa acarició mi hinchado clítoris.

Yo seguí masajeando su pecho mientras mientras nuestras lenguas jugaban una violenta danza donde sus perlas chocaban con mis dientes y gemidos eran callados.

Nos separamos cuando el aire se acabó y sin dudar nos arrimamos a la mesa vieja, se veía resistente. La insté a sentarse encima y abrió las piernas para mí mientras yo seguía de pie. Metí mis dedos y ella tampoco tenía tanga alguna por apartarle así que jugué con sus jugos en mis dedos embarrados mientras pellizcaba su centro y ella gemía en mi boca mientras clavaba sus uñas en mi hombro.

—Dios... Se siente tan bien— dijo entre susurros mientras separaba nuestras bocas. Busqué el banco con la mirada y, cuando lo vi, me senté sobre ella para abrir sus rodillas y exponer ante mis ojos su hinchada vagina goteante.

Su piercing estaba lleno de jugos y mordí mis labios, sin dudar baje la cabeza a su vagina y su sabor dulce y un poco salado me dio la bienvenida que tanto anhelaba. Busqué su perla y jugué con ella en mis dientes, hundió sus dedos en mi cabello, hundiendo mi boca a la vez en su clítoris. Ella gemía ruidosamente y no me importaba, honestamente.

Cuando acabó, fue estruendosa, mis dedos estaban en su vagina y mi boca mordía y succionaba su nudo de nervios perforado.

Ella me apartó con violencia y quedé de espaldas al suelo, ni siquiera lo sentí, ella se sentó sobre mí y no dejaba de besarme, probandose a sí misma.

Abrió mis piernas sin cuidado de mi largo vestido y no me importó.

—Veamos que tan dulce eres, Sweetie.— sonrió con malicia y hundió su rostro en mi paraíso personal y me arrancó un profundo gemido cuando mordió sin compasión mi clitorís y las piedras en su lengua acariciaron esa zona tan sensible.

Minutos después de juguetear con sus dedos en mi zona íntima acabé en su boca y ella tomó todo de mí. Sin tregua alguna y con los nervios aún alterados, Ella se posicionó de manera que nuestros centros se tocasen y en cuestión de minutos y una centena de gemidos, acabamos juntas.

Sudadas, borrachas y excitadas nos miramos y, entre risas, salimos de ahí tomandonos de la mano. Volviendo al evento cómo si de una escapada al baño para polvearnos, se tratase.

Al llegar a la fiesta todo estaba explosivo, parecía que la noche nunca acabaría y deseaba más y más.

Dejé a Lagerta bailando con un moreno que no conocía y caminé hasta la barra con la apariencia de un hambriento jaguar cazando a su próxima víctima.

Liam servía unos shot de tequila a la chica que reconocí por el trío Oreo, ella me sonrió con amabilidad y se fue con sus tragos mientras mi sonrisa se dirigía al rubio detrás de la barra.

Él pareció reconocer mi rostro, tal vez era habitual terminar teniendo sexo luego de estos eventos, era un hombre muy guapo.

—Tengo el nombre perfecto para tu trago.

Hablé coqueta luego de que por fin preparó la bebida tricolor para mí, me miró sonriendo de lado.

—¿Cúal es?

Me acerqué sugerente, apoyando mis senos contra la madera y la tela de mi vestido, su mirada inmediatamente se dirigió a esa área y pasó la lengua por sus labios cuando le hablé

—Sweet Candy.

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Minutos después, él rubio bartender y yo estabamos cruzando por una puerta detrás de la barra que daba a una alacena donde cajas de bebida, toallines y vasos eran agrupados.

Lo arrastraba en vez de llevarme a mí y amaba la manera en la que se dejaba hacer a mi gusto, últimamente tenía una fantasía con dominar. Demos gracias a un agresivo y dominante Eder Shane.

La puerta de metal fue cerrada por dentro y lo empujé contra la misma sorprendiendole, mi lengua encontró la suya, sabía a cigarrillo y era una explosión de sabores en mi boca. Mis manos encontraron su cierre y detrás su erección despertando mientras las suyas acariciaban mis costados, calentando todo a su paso.

Di un paso hacía atrás, poniendo distancia entre nosotros y acomodé mi cabello de lado, bajando el cierre del costado del vestido, la tela cayó al piso, y mi desnudez quedó expuesta ante sus ojos.

—Dios... Sí que eres una hermosura.

Su voz era más ronca que antes y se cobró el paso que yo antes había dado hacía atrás. Tomó mi cintura y su lengua encontró lugar junto a la mía, se dejaba llevar a mi ritmo y amaba eso.

En algún momento quedé de rodillas ante él mientras se sostenía de un mueble de madera que tenía cajas de cartón con vasos plásticos en lo más alto. Con mi lengua rocé suavemente la punta goteante antes de depositar un sonoro beso en la cabeza rosada. Miré su rostro y sus claros ojos estaban oscuros por la lujuria, mi ego se alzó.

Pasé la lengua por el pene completo, no era tan largo cómo el de Eder pero sí bastante grueso, y me sorprendí de encontrarme a mí misma comparando los tamaños. Maldito idiota, no me joderás el polvo.

Empecé a darle sexo oral de la manera más salvaje y puta que conocía. Escupía, engullía y me ayudaba con las manos, chupé sus bolas y las acaricié en casi todo momento, cuando sentí las venas- porque sí, era muy venoso- tensarse, supe que lo que más deseaba llegaría pronto, y aún no me había divertido.

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