( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 32

Mis manos sudaban y mi tensión debía de ser realmente alta. Estaba presentando uno de los éxamenes más importantes, dataría del 65% de mi nota trimestral y francamente no me sentía preparada.

Era un examen supuesto, donde teníamos que jugar con la mente y exponer un esquema de publicidad mediante comunicación 2.0 sobre una compañía ficticia.

Me perdí en mi apartamento la última semana, cumpliendo mi horario en KitPer, incluído el entrenamiento, pero sin ver a mi enojado jefe en su oficina, ni en ningún otro lugar.

Se atrevió a aparecer el jueves en mi estudio, pero fui lo suficientemente fuerte como para cumplir con mi show y marcharme a estudiar.

El tema con Adrien seguía latente, me negaba a darle el gusto a Eder de acabar con mi vida romántica y manejarla a su antojo. Adrien sacaba lo bueno de mí, es gracioso y risueño y sí, lo hace espectacularmente bien. Aún así, no llegaba a más, no era amor y eso ambos lo teníamos muy claro.

La única diferencia es que, Eder no.

—Verónica Tocker, a exponer.

Deseenme suerte.

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—Vero, ¿Vas a hablar de una vez?

Adrien comía una banana mientras yo engullía mi sandwich en la cafetería de la universidad.

—No sé, no es algo fácil de decir.

—Hey, te conté de mi primera vez, te mostré la foto que mi mamá me tomó de pequeño desnudo y corriendo, sabes el nombre de mi mascota favorita y me haz visto desnudo muchísimas veces. ¿No confías tú en mí?

Resoplé, tenía un punto.

—Pues...—No era fácil contarle sobre mi trabajo, y mucho menos, sobre el psicópata nerd que juraba ser mi dueño.

—Dios, ¿Trabajas con el Cartel de algún país?— Dijo con los ojos muy abiertos con sorpresa y bajando el tono hasta gritar susurrando. Yo me reí de su expresión y negué con la cabeza—Entonces, ¿Estás en la CIA o el FBI?— La risa me hizo ahogar y tomé un largo trago de Coca-Cola.

—¿Estás loco, Adrien? Por dios— me reí de él y con el ceño fruncido, esperaba a que parara— Bien, bien, te diré— tomé aire y miré a los lados para luego enfocarlo de nuevo— ¿Sabes lo que es KitPer?

Él me miró confundido y pensó unos segundos.

—Es esa web donde hay chicas en vivo tocándose y follando, ¿Cierto?— Luego el entendimiento llegó a sus ojos— Mierda...

—Soy una modelo web de KitPer. Y sí, gano dinero por masturbarme frente a la cámara. Gano mucho dinero.— Él me miraba sorprendido y una línea recta se instaló en sus labios mientras me escuchaba hablar, no podía verlo a los ojos por lo que mi bebida se veía muy interesante—Conozco al dueño, él es mi...— Me detuve— Tiene un interés muy intenso en mí. De hecho... según un contrato soy... suya.

—¿Qué? ¿Eres una jodida propiedad acaso?— Estaba molesto— ¿Quién mierda se cree ese tipo?

—Es una persona de mucho poder, pero no te confundas. No es un pervertido que me haga daño o cosas así— pensé en las cadenas, nalgadas, mordiscos, y más— Sólo es... Muy celoso.

—¿Qué coño tenías en la cabeza cuando firmaste eso?— Sus puños estaban apretados con fuerza y seguí sin mirarlo.

—No me di cuenta, firmé sin leer.

—Mierda, Verónica...— resopló— Pues imagino que eso es todo, ¿No? Quiero decir, ¿Tengo algún enemigo del que deba cuidarme? Porque imagino que ese idiota ya sabe de mí.

Lo miré, estaba furioso y me miraba con enojo y decepción. Quise llorar.

—No tiene problemas con nuestra amistad, sólo no quiere que cogamos.

—Siempre lo hacemos aquí, ¿Cómo lo sabe?¿Se lo dijiste?— Estaba curioso, pero aún así su rostro estaba como roca.

—Cuando digo que tiene poder, lo tiene.

—Bien, excelente. Que seas muy feliz.

Se levantó con brusquedad y se fue del sitio, dejándome ahí, sola y con ganas de llorar.

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La oficina se Eder se encontraba llena de gente, estaba en una junta o algo así, realmente estaba tan furiosa que no me importaba, entré como alma que lleva el diablo aún cuando la secretaria me dijo que no podía.

Eder estaba en su silla presidencial mientras todos admiraban unas diapositivas que otro pendejo describía, no los miré aunque ellos a mí sí. Sólo iba por aquel demonio de ojos amarillos.

Me miraba con una ceja alzada, la pose arrogante de su cuerpo no cambiaba pero un brillo en sus ojos lo hacían ver distinto.

—Vero--Lo corté parándome junto a él, las voces hicieron silencio y miré a mi alrededor con fastidio mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho.

—Listo, lo hice. Le dejé todo claro a Adrien y me dejó, ¿Estás contento?— Hablaba entre mis dientes y sentí que botaba humo por las orejas.

—Cariño, ¿No crees que esto lo podemos resolver luego?— Su falsa paciencia era tenebrosa, pero mi enojo lo era más.

—Claro, cuando se le antoje, señor Shane. Siempre y cuando me busque para asuntos de la empresa porque esta es la última vez que te lo voy a decir: Deja mi puta vida personal en paz. No te metas conmigo, no te interesa nada de lo que haga. Soy una mujer libre, soltera, sola y mayor de edad. Sin responsabilidades y segura estoy que tú, pedazo de nerd psociópata, no eres ni serás la primera. Que te quede muy claro, feliz día.

Me di la vuelta y salí de ahí, gracias a dios era viernes y no tenía que transmitir hasta mañana, no estaba de humor para nada.

EDER SHANE NARRA:

—Que muñeca tan problemática, Shane.

No me apetecía seguir escuchando la risa sarcástica de los imbéciles presentes por lo que salí, dejando a medias la exposición del nuevo negocio que se debatía en mi sala de juntas.

Me costaba trabajo creer que Verónica podía ser tan caprichosa y jodida conmigo, su actitud hacía que se ganara tanto el odio cómo el amor de las personas, y ahí caía yo.

Mi oficina era tranquila y pacífica cómo siempre, el bourbon en mi vaso botaba su cálido y respectivo olor y los hechos que han acontecido en mi vida desde que la conocí, estallaron ante mis ojos.

Explotó el vaso contra la ventana de vidrio blindado, restregué mis ojos y mi cabello y me incliné con cansancio sobre mi silla presidencial.

Sabía lo que debía hacer para liberar este estrés.

Le envié un mensaje a mi asistente para que procediera a buscar mi "calmante" mientras buscaba en mi escritorio esa caja de hábanos que me regalo cierto cliente árabe un día. Lo encendí y cerré los ojos disfrutando del humo que me embargaba, hasta que fui interrumpido.

—Señor.

—Pasa, Jamie.

Aquella negra de cabellos rizados, con cuerpo de guitarra y piernas torneadas, caminó hacía mí.

Vestía un largo vestido gris con una abertura en el costado, sus labios hinchados y provocativos no mostraban mueca alguna, cómo jugadora de poker, en cambio esos ojos oscuros estaban cargados de lujuria.

Ella sabía lo que tenía que hacer, por lo que sin dejar de disfrutar de mi hábano, Jamie se arrodilló ante mi y empezó a sacar mi pene de su jaula con mirada hambrienta.

Pasó la lengua por el falo hasta llegar a la base y devolverse, cerré los ojos en el disfrute, Jamie lamió mis bolas para agarrar mi pene con una mano y mecerla mientras que con la otra chupaba y lamía con toda la experiencia del mundo.

No la miraba, mi mente estaba en otro lugar, junto a una trigueña de ojos hermosos.

El ritmo aumentó y la puta no sufría de arcadas, llevé mi mano a su cabeza para follarla cómo me gusta: con violencia. Ella se dejó hacer mientras su mano apretaba cariñosamente mis bolas. Sentí mi pene incharse y mi pulso acelerarse, expulsé humo cuando el hábano casi se acababa y luego de unas agresivas diez estocadas más, acabé con fuerza en la boca de mi modelo.

Jamie se lo tragó todo y me miró en silencio expectante, con ganas de más.

—Gracias, Jamie. Puedes retirarte.

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