( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 34

VERÓNICA TOCKER NARRA:

Luego de ver a Darkprince me empecé a sentir terriblemente mal, no era normal en mí el irme temprano de una fiesta y ocacioné, lamentablemente, una interrupción en los negocios de Eder, cosa que lamentaba.

—No tenías que venir conmigo, tu deber era acabar las reuniones pendientes— dije molesta aunque con los ojos cerrados, el auto en movimiento me mareaba.—Shh, calla. Había acabado todo lo importante y claro que no te dejaría sola— dijo mientras acariciaba mi sudada nuca causándome una deliciosa sensación. Odiaba el sabor del vómito en mi boca por lo que un foco brillante iluminó mi cerebro.—¿Eder?— dije en tono dulce—¿Sí?— —¿Me compras un helado?— su rostro se cubrió de curiosidad y sorpresa, me encogí de hombros— Por favor, quiero un helado de fresa justo en este momento, necesito quitarme el mal sabor de la boca.

Asintió comprensivo y dio órdenes al chofer de encaminarse a un Mcdonald's y comprar mi helado.

Terminé con un sundae triple de mantecado, chocolate y fresa con maní y sirope de chocolate. A las y tantas de la noche, me sentía gratamente feliz comiendo mi deleite mientras el serio hombre junto a mí me miraba sorprendido.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, a de ser una baja de azúcar.

—En serio tienes un gran problema azucarado, Sweety— dijo en tono de broma y yo sonreí con helado en mi boca para robarle una risa, amaba escucharlo reír— Verónica, necesito preguntarte algo— dijo con tono serio, volviendo a su anterior actitud.

—Dime— pedí

—¿De donde conoces a Jeffrey?— El nombre no me sonaba pero rememoré la noche en mi cabeza y me quedó sonando las palabras del verdugo hacía Eder, "George Jeffrey". De inmediato comí helado para ocupar mi boca en algo mientras pensaba algo inteligente para decir— No juegues conmigo. Pido tu completa sinceridad y me lo debes, recuérdalo.Suspiré y hablé mientras miraba mi helado a medio derretir.

—Dormí con él. Una vez, era cuando trabajaba con el señor Edward y me tomé una semana de vacaciones. Fui a un club muy extraño y ahí... Nos conocimos— hablé rápidamente pero debido a su silencio me imaginé que estaba entendiendo cada una de mis palabras— No sabía que era él porque era un club de BDSM, hasta que entré no lo supe. Él tenía una máscara puesta.

—De Anonymous— completó él y me atreví a mirarlo, su ceño estaba fruncido pero no se veía furioso— Continúa, por favor. Quiero saberlo todo— pidió y lo complací.

—Realmente no fue mucho, pasé varios días visitando el lugar para tener sexo con él, simplemente nunca conocí su cara. Usamos condón y tomé pastillas de emergencia para evitar el riesgo de embarazarme de un desconocido. Luego de eso no supe más de él.

—¿Hasta hoy?— preguntó con curiosidad. Yo negué con la cabeza.

—Eso es lo más extraño, Eder. Recuerdas mi primera transmisión, ¿Cierto?— Él asintió con seriedad— Pues, los comentarios de "Darkprince"... Era él— se sorprendió— No sé cómo me encontró pero el día en que tú me... El día en el que corté con Adrien, él me encontró— Eso era lo confuso para mí.

—¿Dices que te siguió de una ciudad a otra? ¿Cómo dió contigo? Maldición, Verónica— se revolvió el cabello con rostro cansado— Deberías ser más comunicativa, ¿No crees?

Me encogí de hombros, realmente no sabía aún cuando confíar en Eder y cuando no, y esté era uno de esos momentos.

—Haré unas llamadas, mientras, ¿Estás segura de que te sientes bien?Mi pulso se había calmado y mi temperatura había llegado a su grado normal por lo que asentí.

—Da igual, si llega a empeorar seguro que te llamaran de la morgue— dije con mi broma negra que no pareció agradarle

—No seas idiota, no son juegos— me regañó para dejar un beso en mi frente. Estabamos estacionados en la entrada de mi edificio y necesitaba descansar— Si llegaras a morir ten por seguro que me mudo al infierno para hacerte compañía— prometió robándome una sonrisa sincera.

—Eso me encantaría- besé sus labios para abrir la puerta del auto— Nos vemos mañana, jefe.

Subí a mi apartamento saludando a un grupo de chicos sentados en las afueras de su puerta con una botella de alguna bebida alcohólica.

Me quité los zapatos y suspiré sonoramente.

Me serví un vaso de agua y caminé hasta mi habitación, ya me había quitado el vestido y me había metido en la cama cuando mi teléfono sonó. Pensé que sería Eder por lo que contesté con coquetería sin mirar siquiera la pantalla.

—¿Cariño, ya me extrañas?— mi voz era un ronroneo.

—Claro que sí, bebé. Ni siquiera llegamos a hablar, me siento muy decepcionado de ti.

Era él. George Jeffrey.

—No me digas así— ordené. Mi cabeza empezó a latir, Hola a la jaqueca.

—¿Sólo tu estúpido jefe puede decirte eso?— dijo burlón pero un tono de molestia era claro.

—Sí— afirmé sencillamente. Era cierto.

—¿Por qué te fuiste?— cambió radicalmente de tema

—Me sentí mal. A todas estas, si ya tienes mi número, ¿Qué podrías decirme en persona que no puedas hacer por aquí? Siglo XXI, puedes actualizarte— sugerí cortante, haciendolo reír. No recordaba que, en los días que follamos, se ríera en algún momento y debo decirlo, era muy sexy y ronco.

—Me encantaría tener tu rostro frente al mío para morder esa boquita tuya hasta hacerla sangrar, ¿Recuerdas cuanto te gustaba?— temblé un poco recordando la sensación pero no dejaría de ser punzante con él.

—Claro que lo recuerdo, ahora lo hace el señor Shane a plena luz del día, no apaga un bombillo ni usa disfraz— sonreí cuando maldijo— Habla claro, George, ¿Por qué me sigues?

—Dios... Se escucha tan bien mi nombre en tu boca— dijo maravillado— Me provocaste una maldita erección, mujer.

—¿Hablarás hoy o...— dejé la pregunta abierta. En serio quería descansar.

—Ahora estaremos más cerca que nunca, Candy. No te preocupes, en algún momento sabrás. De igual forma, que pases buenas noches. Aunque no sea en mi cama.

Se atrevió a colgarme el aparato, no quise reaccionar con molestia pero acabé lanzandolo en algún lugar de la alfombra.

Ahora sí, a dormir....

EDER SHANE NARRA:

Lo tengo. Armé un jodido esquema donde por fin sé qué carajos se trae ese tipo de mierda con mi chica. Por que sí, aceptémoslo, es mía y sólo mía. Verónica Tocker es mí mujer, o lo será, muy pronto.Debo decir, con humildad, si no me dedicaba a esta industria, tendría futuro como estratega militar. Casi me acaricio el hombro yo mismo.

Nirvana, el club que Verónica visitó en esas vacaciones que tuvo de su trabajo en la cafetería, ese club pertenece a nada más y nada menos que: George Jeffrey.

Conocido en nuestro perverso mundo por ser un dominador con fanatismo por cubrir su rostro, usa comunmente una máscara de Anonymous u otro personaje unisex y fácil de confundir.Su atención por mi caramelito debió desbordar hasta el punto de mandarla a seguir al hotel con uno de sus hombres, averigüar sus datos y dar con su vivienda anterior, frente a mi vieja casa. Debido a esto, supo de mi presencia en su casa y pudo suponer que yo la contrataría cómo mi modelo.Por eso creó una cuenta para empezar a buscarla y habiendo publicado la fecha del show inicial de Sweet Candy, dio con ella.

Estaba descubierto ante mis ojos el ¿Cómo?

Ahora, necesitaba el ¿Por qué?

Me restregué la cara y vi el amanecer llegar por la ventana, no me importaba la hora que fuese, necesitaba resolver esto.

Mi teléfono sonó y la hora me alarmó, eran las cuatro de la mañana y el nombre de Verónica brillaba en el aparato.

—¿Vero?¿Qué pasa?— dije alarmado

—Pues buenos días para ti— dijo con voz pesada sin dejar de burlarse, mi dulce chica—Dijiste que llamara si seguía mal y realmente no quiero entrenar hoy— me reí por lo bajo, en serio me había asustado.

—Claro, quédate en casa, no te preocupes. ¿Cómo sigues?

—Cansada. No dormí muy bien, creo que pezqué un virus o algo.

—¿Quieres ver a un médico?—Pregunté muy preocupado.

Estaba desnuda en la cama, pensando en lo delicioso que sería el día con él a mi lado y sin tener que grabar ya que era feriado y no tendría ni trabajo ni clases, cuando de pronto un mareo movió mi mundo y terminé corriendo hasta llegar al baño.

Eder acababa de cerrar la puerta, a tiempo para que el repartidor no viese mi desnudez, cuando mi estomágo se vació en el W.C. Su cabeza se asomó a la puerta cuando cepillaba mis dientes y veía mi reflejo en el espejo.

—El desayuno está listo, come bien porque de aquí nos vamos al doctor.

—Eder, dije que no era necesario— me quejé

—Y una mierda que no, Verónica.

Me dio la espalda y suspiré. Era un pesado pero en esto, tenía razón.

Comimos en silencio, estaba todo muy rico y recé por no vomitar, cuando acabé fui a vestirme bajo el ojo vigilante de mi nerd. Le alcancé unos jeans que una vez había dejado aquí y sonrió de lado cuando se los puso sin ropa interior, podía ver su abdomen todo el día pero odiaría salir con él así y tener que sacudir a las mujeres como moscas de su cuerpo, por lo que, con resistencia, le di una camiseta suya que usaba cómo pijama algunas veces, pero que no le admitiría.

Usé unos jeans desgastados y una vieja camiseta negra de AC/DC, unas Nike negras y mi cabello suelto, parecía una chica cualquiera al lado de un rey porno.

Eso era...

EDER SHANE NARRA:

—Los resultados están por llegar, el doctor Gabsy pide que lo esperen en el consultorio, por favor— la enfermera hablaba hacía nosotros amablemente y caminamos a donde nos pidió, un pequeño consultorio color salmón estaba acomodado con un escritorio y esperamos sentados en las dos incómodas sillas. Al cabo de dos minutos, mi viejo conocido entró.

—Eder Shane, amigo, qué placer— dijo sacudiendo mi brazo. Seguía tan delgado como siempre aunque sus dientes resplandecían mientras miraba a Verónica.

—Ronald Gabsy, la vida te trata bien— comenté saludándolo mientras se sentaba en su lugar con unos papeles en la mano.

—No tanto cómo a ti— dijo riendo— Y bien, usted debe ser...— revisó los papeles— Verónica, ¿Cierto?— Ella asintió mientras meneaba una pierna inconcientemente, con impaciencia. Yo coloqué mi mano sobre ella para calmarla y me regaló una nerviosa sonrisa.

—He empezado unas nuevas pastillas anticonceptivas y puede que mi cuerpo no las haya recibido bien, tengo días mareándome mucho y es algo incómodo vómitar en todos lados— dijo ella con una mueca de asco, Ronald rió entre dientes y dijo algo que no comprendimos, aún así se restregó la garganta.

—Díganme, ¿Se conocen desde hace mucho tiempo?— dijo curioso, me sorprendió su intromisión, no era normal en él.

—Disculpe, pero no veo que sea de mucho interés aquí, puede que ustedes se conozcan pero aquí vengo yo como paciente, no como pareja de nadie— dijo ella con molestia, la miré para que se calmara y respiró profundo.

—Poco tiempo, un par de meses apenas.

—Bien, lamento ser tan curioso— dijo él sonriente, no lo lamentaba— Simplemente, señorita Tocker, lo que usted tiene se relaciona mucho con el señor Shane, aquí presente.

—¿Como...— mi mente estaba a un millón por hora y la curiosidad en mí se desbordaba. Verónica estaba tan sorprendida como yo, si no es que aún más.

—Pues sí. Felicidades, están esperando un hijo.

Y ahí, mi mundo se puso negro.

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