EDER SHANE NARRA:
Maldito hijo de puta, lo asesinaré con mis propias manos, lo juro por mi difunta madre.
Miré de pies a cabeza a Verónica, estaba ojerosa y se veía adolorida, algo no estaba bien, su cuerpo no reaccionaba de la manera que esperaba al mío y en sus ojos vi, algo no estaba bien.
— ¿Qué mierda te hizo ese imbécil?— Hablé con los dientes apretados. Sabía que no debía dejarla con él, algo me dijo que no siguiera su estúpido plan, es una puta mierda saber que esto es mi culpa, que ella está mal por mi.
— Me... Me daré una ducha— murmuró sin mirar mis ojos y corrió prácticamente hasta llegar al baño. Su mano cubría su vientre y se encerró en el cuarto sin darme chance de llegar a la puerta.
Apreté mis puños y pegué la frente a la puerta blanca que me separaba de mi chica, la ducha se abrió pero podía escuchar a la perfección su llanto, cerré los ojos con fuerza y una presión se instaló en mi pecho, Verónica era una mujer tan fuerte que, verla de esta forma, era deprimente.
Diez minutos después, me cansé de estar de pie y me senté de espaldas a la puerta, cerré mis ojos un momento y traté de descansar mientras escuchaba el agua caer...
Y un grito me asustó.
— ¿Vero?¿Qué pasó?¿Verónica?— Estaba desesperado, el seguro seguía puesto y sólo la oía gritar "No, no puede ser, no". Me volví loco y de un golpe con mi hombro que dolió como la mierda, rompí el seguro de la puerta para ver a mi mujer en el piso de la ducha, enrollandose sobre sí misma y con el rostro lleno de lágrimas y desespero.
Y un charco de sangre entre las piernas.
Las horas siguientes pasaron en una nube. La levanté como pude cubriendo su cuerpo con una toalla, no dejaba de llorar y supe que tenía un ataque de pánico. Le puse encima una bata de Piolín que tenía detrás de la puerta y descalza y mojada la llevé a mi camioneta donde los guaruras esperaban y nos miraban con sorpresa.
— Arranca, maldita sea, ¡Ya!
El coche arrancó y en menos de cinco minutos llegamos al hospital central y grité dentro hasta que la vi sobre la camilla. Estaba tan pálida que asustaba y sus manos cubrían su vientre protegiéndolo de cualquier cosa que pudiese dañarlo.
La llevaron adentro y entre tres enfermeros hicieron lo posible por apartarme y no me daba cuenta de las lágrimas en mi rostro hasta que mis guaruras me agarraron entre todos ayudando a los enfermeros a retenerme.
— Señor, si no se calma, tendremos que sedarlo— amenazó uno de los enfermeros al cual miré con tanto enojo que se encogió en su sitio.
— Trata de hacerlo, hijo de puta. Esa que está ahí es mí mujer y mí hijo el que esta perdiendo— la verdad cayó sobre mí como un balde de agua y caí de rodillas mientras revolvía mi cabello con desespero.
Lo estaba perdiendo. Mi hijo. No estaría más.
Y había una posibilidad de que la perdiese a ella también.
Busqué con la mirada a Tomás luego de no sé cuantos minutos y estaba a mi derecha con su mirada dura de siempre y la cicatriz en su craneo sin cabello en el mismo lugar.
— Tom, búscalo.
— ¿Señor?
— Sí, idea lo que tengas que idear, tienes luz verde para lo que sea. Lo quiero vivo ante mí, no importa quién muera en el camino.
El dio un corto asentimiento y vi sus ojos celestes brillar con maldad.
— Sí señor.
Me sorprendió una mano apretando mi hombro y cuando miré arriba era él con el ceño fruncido mirandome fijamente.
— No sabe cuanto lo siento, señor.
Asentí dandole una mirada profunda. Nadie sabe cuanto lo siento yo mismo.
Cuarenta y cinco minutos después, el doctor salió con su bata blanca y una cara larga.
Me levanté de la silla azul de espera donde estuve todo este tiempo, mi trasero dolía y sentí mis piernas acalambrarse pero no me importó.
— Familiares de la señorita Verónica Tocker
— Yo— mi voz salió ronca y el hombre me evaluó mirando a mis ojos.
— Lamento decirle, señor, que la señorita Tocker ha tenido un aborto. Hicimos pruebas y encontramos semen dentro de ella, al parecer una sesión de... Sexo forzoso— el hombre me miraba incómodo— Le causó que...
— Hable claro doctor— apresuré mirandolo fijamente y causando que se pusiese más nervioso. Él suspiró y me miró cansado.
— Señor, ella fue violada vaginal y analmente. La fuerza con la que se realizó el acto causó un desprendimiento de la bolsa que cubría al feto y falleció. La señorita tiene marcas en el cuerpo, muñecas, tobillos y nalgas y su cuello tiene otras más.
Me revolví el cabello con fuerza y sentí mis ojos llenarse de lágrimas con total impotencia. Algo en él le hizo saber que no fui yo el que realizó esto a mi mujer, era estúpido siquiera imaginarlo.
— Escuche señor, en estos casos debemos denunciar a las autoridades aún sin el consentimiento de la víctima, pero realmente pienso que usted no es el culpable y me gustaría preguntarle a la señorita cuando despierte lo que desea hacer. Tomese un minuto, ella esta sedada y en media hora reaccionará. Lo vendré a buscar cuando la revisen, ¿Entendido?
Asentí levemente y no me moví de mi sitio.
Ese hijo de puta tenía que pagar y con creces.
Ahora me debía la vida de mi hijo.
—No es tu culpa, saca eso de tu mente. No eres débil, Verónica y lo sabes. Lo cazaré y lo verás morir, como Zeus se come cada pedazo de carne de su cuerpo vivo. Quiero que sufra de a poco.
Tal vez sonara macabro pero esa conversación nos relajó un poco, luego de unas horas él quería buscarme algo de comer pero me negué, mi estómago no daba señales de vida y me sentía tan revuelta que no pensaba en pasar bocado. Necesitaba idear un plan, una manera de acabar con todo de una buena vez.
Entonces recordé el motivo que lo llevó a mi departamento.
—Eder, dime que descubriste.
Él pareció recordarlo y se acomodó para sentarse frente a mí, me levanté como pude pero la verdad dolía mucho, me practicaron una cesárea para sacar todos los restos y evitar alguna infección. Llevaría de por vida la huella en mi cuerpo que mi lindo ángel dejó.
Mi chico tomó aire y me miró con seriedad.
—George Jeffrey y Carish Jeffrey son primos segundos de Jerom Rey, el padre de Melissa— mis ojos estaban abiertos como platos— Cuando los negocios ilegales de los Rey fueron descubiertos, parte de la ilegalidad de los Jeffrey fue afectada, por eso decidieron explotar su parte "legal"— hizo comillas en el aire y continuó— Ahí fue cuando buscaron asociarse con KitPer y expandir sus negocios de clubes sadomasoquistas. Es la única entrada que tienen actualmente y por el estilo de vida que tienen, no parece ser suficiente.
—Que puta mierda— murmuré en tono bajo pero me hizo una seña para que lo dejase continuar.
—Al parecer Melissa realizó unas llamadas al número de George desde la cárcel. Imagino que informándolo de todo el asunto desde el principio para idear su plan: Acabar con mi poderío en KitPer y manejar a su antojo la compañía volviendose el socio principal, que es el puesto que ocupo yo.
—Pero es imposible que lo hagas, eres el creador del sitio— dije con el ceño fruncido— Además, no entiendo, ¿Como es que ya había llegado hasta mí? Melissa no sabía de mi existencia ni yo de la tuya cuando estuve con el en Nirvana. Además que se convirtió en Darkprince y seguía mis transmisiones antes de esto— Estaba realmente confundida y Eder me miró con gesto oscuro.
—Al parecer que te lo encontraras en Nirvana fue coincidencia del destino, y el hombre se obsesionó contigo. Tomó fotografías hacía tu ventana en la antigua casa y tu nueva dirección estaba en su GPS. Fue mera casualidad que te convirtieras en mi mujer y eso sacara de quicio a Melissa. Cuando él supo quién eras, lo vio como algo fácil de manejar ya que ya había paseado por tu cama.
Arrugué más el rostro cuando dijo la última frase pero lo ignoré. Era algo tan confuso de entender que mi mente recién salida del sedante estaba un poco atascada.
—¿Como es que descubriste todo esto?— me miró como si fuese estúpida y entendí— ¿Hiciste unas de tus cosas nerd, verdad? Eres todo un maniático con esa mierda— dije lo último en broma después que asintió como todo un sabelotodo. Eder me miró con una sonrisa que suavizó el momento y yo suspiré. De verdad no superaría esto de la misma forma si no estuviese a mi lado.
Tomé su mano estirando la mía con cuidado y le di un leve apretón que me devolvió con firmeza.
—Carish me conoció y le guste— le comenté — a George no le gustó— evité mirarlo a los ojos pero no el tensarme completamente— Dijo que mi próxima grabación sería un chica a chica si tanto lo quería. Pero no creo poder así, Eder.
El negó con la cabeza.
—Ella es una loca pero será fácil de dominar, sólo piensa con su entrepierna. No grabarás ni de coña, necesitas reposo además, ¿Qué pasará cuando vea la cicatriz? No dejaré que te toqué de nuevo. Te irás conmigo saliendo de aquí, basta ya de tener lejos a mi mujer.
—Pero Eder, si me escondo, ¿Como llegaré a Carish?
—Encontraremos la manera.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD