( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 39

EDER SHANE NARRA:

Maldito hijo de puta, lo asesinaré con mis propias manos, lo juro por mi difunta madre.

Miré de pies a cabeza a Verónica, estaba ojerosa y se veía adolorida, algo no estaba bien, su cuerpo no reaccionaba de la manera que esperaba al mío y en sus ojos vi, algo no estaba bien.

— ¿Qué mierda te hizo ese imbécil?— Hablé con los dientes apretados. Sabía que no debía dejarla con él, algo me dijo que no siguiera su estúpido plan, es una puta mierda saber que esto es mi culpa, que ella está mal por mi.

— Me... Me daré una ducha— murmuró sin mirar mis ojos y corrió prácticamente hasta llegar al baño. Su mano cubría su vientre y se encerró en el cuarto sin darme chance de llegar a la puerta.

Apreté mis puños y pegué la frente a la puerta blanca que me separaba de mi chica, la ducha se abrió pero podía escuchar a la perfección su llanto, cerré los ojos con fuerza y una presión se instaló en mi pecho, Verónica era una mujer tan fuerte que, verla de esta forma, era deprimente.

Diez minutos después, me cansé de estar de pie y me senté de espaldas a la puerta, cerré mis ojos un momento y traté de descansar mientras escuchaba el agua caer...

Y un grito me asustó.

— ¿Vero?¿Qué pasó?¿Verónica?— Estaba desesperado, el seguro seguía puesto y sólo la oía gritar "No, no puede ser, no". Me volví loco y de un golpe con mi hombro que dolió como la mierda, rompí el seguro de la puerta para ver a mi mujer en el piso de la ducha, enrollandose sobre sí misma y con el rostro lleno de lágrimas y desespero.

Y un charco de sangre entre las piernas.

Las horas siguientes pasaron en una nube. La levanté como pude cubriendo su cuerpo con una toalla, no dejaba de llorar y supe que tenía un ataque de pánico. Le puse encima una bata de Piolín que tenía detrás de la puerta y descalza y mojada la llevé a mi camioneta donde los guaruras esperaban y nos miraban con sorpresa.

— Arranca, maldita sea, ¡Ya!

El coche arrancó y en menos de cinco minutos llegamos al hospital central y grité dentro hasta que la vi sobre la camilla. Estaba tan pálida que asustaba y sus manos cubrían su vientre protegiéndolo de cualquier cosa que pudiese dañarlo.

La llevaron adentro y entre tres enfermeros hicieron lo posible por apartarme y no me daba cuenta de las lágrimas en mi rostro hasta que mis guaruras me agarraron entre todos ayudando a los enfermeros a retenerme.

— Señor, si no se calma, tendremos que sedarlo— amenazó uno de los enfermeros al cual miré con tanto enojo que se encogió en su sitio.

— Trata de hacerlo, hijo de puta. Esa que está ahí es mí mujer y mí hijo el que esta perdiendo— la verdad cayó sobre mí como un balde de agua y caí de rodillas mientras revolvía mi cabello con desespero.

Lo estaba perdiendo. Mi hijo. No estaría más.

Y había una posibilidad de que la perdiese a ella también.

Busqué con la mirada a Tomás luego de no sé cuantos minutos y estaba a mi derecha con su mirada dura de siempre y la cicatriz en su craneo sin cabello en el mismo lugar.

— Tom, búscalo.

— ¿Señor?

— Sí, idea lo que tengas que idear, tienes luz verde para lo que sea. Lo quiero vivo ante mí, no importa quién muera en el camino.

El dio un corto asentimiento y vi sus ojos celestes brillar con maldad.

— Sí señor.

Me sorprendió una mano apretando mi hombro y cuando miré arriba era él con el ceño fruncido mirandome fijamente.

— No sabe cuanto lo siento, señor.

Asentí dandole una mirada profunda. Nadie sabe cuanto lo siento yo mismo.

Cuarenta y cinco minutos después, el doctor salió con su bata blanca y una cara larga.

Me levanté de la silla azul de espera donde estuve todo este tiempo, mi trasero dolía y sentí mis piernas acalambrarse pero no me importó.

— Familiares de la señorita Verónica Tocker

— Yo— mi voz salió ronca y el hombre me evaluó mirando a mis ojos.

— Lamento decirle, señor, que la señorita Tocker ha tenido un aborto. Hicimos pruebas y encontramos semen dentro de ella, al parecer una sesión de... Sexo forzoso— el hombre me miraba incómodo— Le causó que...

— Hable claro doctor— apresuré mirandolo fijamente y causando que se pusiese más nervioso. Él suspiró y me miró cansado.

— Señor, ella fue violada vaginal y analmente. La fuerza con la que se realizó el acto causó un desprendimiento de la bolsa que cubría al feto y falleció. La señorita tiene marcas en el cuerpo, muñecas, tobillos y nalgas y su cuello tiene otras más.

Me revolví el cabello con fuerza y sentí mis ojos llenarse de lágrimas con total impotencia. Algo en él le hizo saber que no fui yo el que realizó esto a mi mujer, era estúpido siquiera imaginarlo.

— Escuche señor, en estos casos debemos denunciar a las autoridades aún sin el consentimiento de la víctima, pero realmente pienso que usted no es el culpable y me gustaría preguntarle a la señorita cuando despierte lo que desea hacer. Tomese un minuto, ella esta sedada y en media hora reaccionará. Lo vendré a buscar cuando la revisen, ¿Entendido?

Asentí levemente y no me moví de mi sitio.

Ese hijo de puta tenía que pagar y con creces.

Ahora me debía la vida de mi hijo.

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