—Tus fans te extrañaron, Candy. No deberías desaparecer así— Sabía lo que eso significaba: No te atrevas a desaparecer de nuevo. Estaba en la puerta de mi room, creí que me escaparía de George hoy pero no fue así.
—Lo siento, sabes que la familia es primero. Pero te aseguro que no volverá a ocurrir, cariño. Gracias por preocuparte por mí— Lo miré con ojos de cordero y asintió con lentitud, bajando el rostro hasta darme un beso profundo y violento, al punto de romperme un poco el labio inferior. Sentí la sangre rodar y contuve una maldición. Él me miró sonriente y acarició mi mejilla con suavidad.
—Me gustas más así: Magullada. Entra ya— me instó y salió de mi espacio. Di un suspiro profundo contra la puerta mirando todo a mi alrededor, exactamente como lo dejé.
Han pasado quince días desde mi encuentro con Carish y nos hemos visto un par de veces más. Entre nuestras evidencias están las fotografías con exagerada cantidad de dinero que le tomé distraída mientras me exhibía la bóveda secreta que ocultaba tras una repisa de libros en su apartamento y un U.S.B. que tomé por impulso del escritorio imponente de madera que había en la misma oficina. Resultó teniendo copias de vídeos de torturas a mujeres, no se veían muy contentas. Eran en las habitaciones de los clubes sado, lo sé porque estuve en ellos y también por la grabación de Eder y Carish que George me mostró. Estos hijos de puta movían hilos pertenecientes a los Rey, lo sabía, la sangre sucia no se podía lavar.
Entré en personaje, no más Verónica Tocker y los Mil Problemas, no señor, aquí era Sweet Candy y mis chicos se merecían lo mejor de mí.
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—Candy, el señor Jeffrey te espera en su oficina— Nelly me habló de pasada examinando mi cuerpo de arriba a abajo como siempre que nos encontrabamos, le agradecí con una sonrisa y bufé mentalmente: Era la oficina de Eder, no la suya.
Terminé de arreglarme acomodando mi licra negra con transparencias y el top blanco que usaba, puse el gorro de lana negro sobre mi cabello y salí con el bolso en el hombro, realmente deseaba quitarmelo de encima y tener una rica cena con Eder. Tal vez hoy me prepare lasagna, podía rogar un poco por eso.
—Verónica, pudiste tardar más— dijo irónico, noté su molestia siendo disimulada por la presencia de una figura femenina que se mantenía sentada dándome la espalda. Él se sentó en su asiento y me hizo una seña con la cabeza para ocupar el restante junto a la desconocida, caminé y lo hice, de reojo examiné su perfil: Era alta, realmente alta aún estando sentada, sus pechos se veían enormes y bien hechos y su abdomen entallado por ese vestido turquesa ajustado que usaba se veía plano junto a unas piernas bien torneadas, era una belleza rubia platinada y con cara de pocos amigos. Ni siquiera me miraba.
Levanté una seña en dirección a George y este me sonrió con maldad, ¿Qué mierda estará pensando este loco?
—Ella, querida, es la Ama Deniska, nos acompañará por una temporada.
La mujer se dignó a mirarme aún con el rostro lleno de superioridad, nos dimos un ligero apretón de manos y miramos de nuevo a George, quién parecía extrañamente feliz.
—Deniska y tú grabarán juntas por una semana a ver qué dice la reacción del público— Mi sangre se heló y recordé sus palabras: Me daría un chica- chica muy a su manera, tragué grueso con el claro pensamiento de que esto no sería bueno para mí.
Salí prácticamente corriendo luego que George me obligara a darle una mamada frente a la Ama, sabía lo que hacía: Si me ocurría a retarlo u ofenderlo delante de otra Dom, el castigo sería similar al infierno. Acarició mi cabeza como cuando felicitas a un perro por su buen comportamiento, me levanté y me fui. Apenas en el taxi pude respirar, sin dejar de ver mis temblorosas manos hasta que la entrada glamorosa del hotel me dio la bienvenida, bajé como alma que lleva el diablo y subí al penhouse sin dudar. El olor a lasagna llegó a mis fosas nasales y puedo decir que el cambio era exageradamente confortante. Cerré mis ojos al caminar por la puerta y la suave tonada de jazz de la lista de reproducciones que Eder mantenía de fondo llegó a mis oídos.
—Por fin llegas— Sus manos acariciando mi cabello me sorprendieron y después de las amargas sorpresas del día era un alivio saber que no era una ilusión, él estaba conmigo de nuevo, no estaba sola en esto.
Recordé lo que hice hace menos de media hora y sentí asco de mi misma, dejando a mi hombre con la palabra en la boca corrí al baño a cepillar con furia mi boca. Cuando mis encías empezaron a sangrar, supe que debía parar. Lancé agua helada a mi cara y mojé un poco mi nuca con la mano y salí con mi cabello en una cebolla.
Lo busqué con la mirada, estaba dándome la espalda mientras miraba algo en la encimera, sabía que se había molestado por mi rechazo anterior pero no quería ni explicarle nada, estaba tan cansada...
Lo abracé por detrás y mis manos descansaron sobre sus caderas, usaba un pantalón pijama de algodón y nada debajo, olía a jabón por lo que se acababa de duchar, besé su omóplato y sentí cada músculo tensarse con sus movimientos. Suspiró sonoramente y habló sin mirarme.
—¿Te violó de nuevo?— Su tono era furioso y me tensé al instante, no era fácil de recordar eso, yo...
—No, me presentó a la Ama Deniska— dije cambiando radicalmente de tema pero explicándole algo que me aterraba, me miró con el ceño fruncido y arrugó la boca— ¿La conoces?— Tonta pregunta, seguro que sí.
—Deniska tenía años sin venir al país, ¿Por qué te la presentó?— Desvió el asunto, algo pasaba ahí.
—Grabaré con ella. Será mi castigo por el día en el que me presentó a Carish— me solté de él y busqué su mirada —¿Qué pasa con Deniska, Eder?
—Es una de las Dom más extremas— dijo sacando la bandeja del horno, cosa que supongo usó de excusa para no mirar mi rostro — Hace cosas muy sádicas y le gustan las sesiones grupales — me miró por fin y vi sus ojos amarillentos llenos de cólera.
Pues sí, George me castigaría y vaya forma de hacerlo.
Sin decir nada caminó hasta mi y me sacó un quejido cuando de un movimiento me bajó hasta que mi culo guindara de la orilla de la cama mientras su toalla caía al suelo y exhibía ese pedazo hermoso de carne, mí pene, lo digo con orgullo; Recordé que esta semana podía empezar a tener relaciones pero bajo el estricto uso del condón y perdí coordinación cuando aquellos labios gruesos besaron mis senos y lamieron mi piel causando que el frío de la habitación y mi nivel de excitación alzaran en punta los picos de mis pechos. Él se rió, engreído y buscó mis labios para besarme, abrí mi boca por inercia y sonrió contra mis labios.
—Amo como tu cuerpo me responde. Sabe que es completamente mío— Mordió con fuerza mi cuello y lamió hasta llegar a mi abdomen. Sus dedos jugaban con mi centro y era ridícula la cantidad de humedad que había entre mis piernas.
—Eder, el condón— le recordé entre suspiros, sus dedos no paraban y me sentía sobreexcitada. Él se estiró para sacar una caja de la mesa de noche y se lo puso enseguida con una mano, mientras que el toque en mi piel no se detenía. Los círculos tormentosos me tenían a punto de acabar.
Lo sentí ponerse en mi entrada y empezó a penetrarme suave pero intensamente. La sensación de satisfacción al por fin tenerlo dentro de mi pudo más que cualquier mísero dolor que llegara a atormentarme. El baile se fue intensificando y los gemidos eran de parte y parte, su manera ronca de decir mi nombre fue todo lo que necesité para dejarme llevar, grité sin importar quién podía escucharme y el arco iris me dio la bienvenida.
—OH, EDER, TE AMO...
Sus besos inundaron mi cuello y acabó con intensidad cuando pronuncié la última palabra, cayendo exhausto sobre mi y ahogándome con su cuerpo y respondiéndome como siempre que le expresaba mi amor. Nada importaba, nuestras respiraciones estaban agitadas y los espasmos de ese fuerte orgasmo causaban una divina atmósfera hasta que la inteligente idea de mi hombre de levantarse e ir al baño llegó.
Me acurruqué aún desnuda y con olor a sexo para por fin caer feliz y satisfecha en los brazos de Morfeo, cuando sus manos me abrazaron por la espalda y su rostro se escondió en mi cabello.
Me apretaba fuerte y el silencio y la oscuridad nos rodearon, no sé qué hora era pero sí que todo se mantenía en una extraña calma.
—Mi madre fue asesinada por el hermano de mi papá mientras él la intentaba violar. Yo lo vi todo.
¿Qué? Me congelé, no supe que decir. Su tono era tan... extraño. Parecía que le costaba dejar salir las palabras y me dio miedo hablar y cagarla.
—Mi papá nunca lo supo, yo... No supe como hablar — continuó y apreté sus manos entre las mías, fue lo único que pensé podría animarlo a continuar. Me apretó de vuelta — Él se volvió alcohólico y violento. Murió manejando borracho— Hablaba de su padre con enojo— Lo bueno fue que, junto a él, murió mi tío. Tenía mucho dinero sucio bien lavado y graciosamente todo quedó a mi nombre. Me emancipé muy joven y desde ahí crecí solo. Me fue bien, a decir verdad— sonaba calmado pero apenas me imaginaba la tormenta en su interior — Nunca lo hablé con nadie. Nunca tuve amigos verdaderos, todos siempre me rodearon por lo que tenía en el banco. Por eso soy tan reacio a confiar. Cuando conocí a Melissa pensé en darme una oportunidad a mí mismo, quería retarme a sentir algo por alguien, algo real. Ella era distinta en ese entonces pero el poder la hizo cambiar. Cuando se enteró en lo que su familia estaba metida no sé en qué carajos pensaba. Pero poco me importaba y poco me importa ahora. Sólo tú, Verónica, sólo a ti te he dejado ver qué es lo que hay detrás del muro.
No dije nada porque no hacía falta responder, algo en nosotros se complementaba tan bien que las palabras sobraban. Me acurruqué más aún entre sus brazos, besando sus nudillos y cerré mis ojos sintiendo el beso en mi cabello.
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