( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 42

Mi espalda me dolía, en serio lo hacía y la transmisión no llevaba ni un cuarto de hora.

Deniska se dejó llevar un poco por lo que decidió ignorar la pantalla y lo que decían mis seguidores. ¿Y donde estaba yo? Amarrada con sogas por mis extremidades a cada punta de la cama, mi trasero dolía porque simplemente la posición era incómoda, el pobre no se imaginaba lo que venía.

—Recuerda obedecerme, esclava, si no quieres un castigo— Canturreaba mientras arrastraba un extraño acento, sus ojos claros estaban clavados en los míos y tenía una especie de fusta en mi barbilla— No me mires a los ojos— me retó alzandome la voz y asustándome, no pude reprimir un quejido cuando la fusta golpeó mi mejilla. Eso seguro dejaría una marca, bajé la mirada mordiendome la lengua para no insultar a su madre y ella palmeó mi cabeza con dicho juguete— Buena chica, esclava. Buena chica.

Se retiró de su posición de rodillas a la cama y la vi de pie, usaba un traje enterizo de cuero negro que se ajustaba a cada parte de su cuerpo dejando poco para la imaginación. Sus labios eran rojos y su cabello estaba bien recogido en un apretado moño, causaba temor así.

Soltó mis tobillos y flexioné un poco las piernas dejando que la sangre circulara, mis manos fueron soltadas sólo para volver a amarrarse una junto a la otra, al menos ya no estaban sobre mi cabeza. Ahora yo estaba arrodillada sobre la cama, con la vista gacha y completamente desnuda, mi cabello cubría mi rostro y mi corazón estaba muy acelerado.

Un fuerte jalón de cabello me hizo quejar por lo bajo, me instó a bajarme de la cama para arrodillarme junto a ella, cosa que se me complicó un poco gracias a mis ataduras, cuando por fin lo logré, ella se sentó en la orilla de la cama con su vagina frente a mi rostro, sus manos estaba en su espalda y empezaba a bajar el cierre que unía su traje de cuero.

La pieza cayó de a poco agrupandose en sus talones para luego salir de ellos con un ágil movimiento de su parte que no necesitó retirar los tacones de veinte centímetros que usaba, estaba desnuda frente a mi. Una suave línea de vello púbico amarillo cubría su vagina gorda y rosada, sus tetas eran enormes con los pezones claros y en su clavícula había una gran cantidad de pecas. No me atreví a mirar su rostro porque no quería ser castigada.

Me cruzó el rostro con una cachetada que no esperaba ni pensaba merecer. Mi cara ardía y tenía seguramente las mejillas muy rojas.

—Eres una perra sucia, ¿Te gustan las mujeres, no? ¡Responde a tu Ama, esclava!— Su voz sonaba enojada y hundí mis uñas en las palmas de mis manos.

—Sí, Ama. Me gustan las mujeres. Soy muy sucia.

Sus manos fueron a mi cabello y me acarició suavemente, muy sútil. Eso daba miedo.

—Bien— su voz era suave— Aquí— se palmeó la vagina y tumbó su cuerpo sobre sus codos, abriendo un poco las piernas para mí. La fusta seguía en su mano derecha y humedecí mis labios para meter mi cabeza en su entrepierna.

Los vellos me hicieron cosquillas en el rostro y pasé mi lengua de manera salvaje por su clítoris, estaba hinchado en poco tiempo y de su boca salían muchos gemidos. Metí mi lengua dentro y fuera de su raya y brinqué cuando la fusta golpeó mis glúteos y parte de mi espalda, pero no se quejaba ni me regañaba, parecía gustarle. Así que lo intensifiqué.

Mi lengua se embarraba entre tantos jugos vaginales, su olor era fuerte pero no tenía mal sabor, dentro y fuera, dentro y fuera, la mujer estaba con los ojos en blanco y la fusta no paraba sobre mi espalda hasta el punto que ya no ardía, sólo picaba y me excitaba cuando mi corazón se aceleraba con el sonido de un nuevo golpe.

Sentí que acabaría en cualquier momento, ahí fue que con una mano en mi cabello me apartó de golpe, dejándome tambaleante e intentando no caer con mis manos atadas y los tacones en mis pies.

—De pie, esclava.

—Sí, Ama— la mirada baja e intenté cumplir en poco tiempo lo que me pedía, no era una tarea fácil.

Estaba frente a frente con ella, se mantenía aún sentada y su cuerpo brillaba debido al sudor. Sus dedos viajaron por mis tetas y pellizco ambos pezones con fuerza, sacandome un quejido fuerte.

La fusta empezó a tronar sobre la piel delicada de mis pechos y apreté los ojos para no llorar, al quinto golpe, la sensación fue tornandose más placentera y empecé a gemir con el décimo latigazo.

—No te he dado permiso de gemir, esclava— dijo molesta deteniendose de golpe y casi suelto una grosería— De espaldas. Ahora.

Me di la vuelta y expuse a ella mi culo, mordí mi labio inferior para tragarme la sorpresa de lo que fuese a hacer con él. Sus dientes mordiendo mi piel me tomaron por sorpresa. Parecía tener mucha hambre y estar tragandose una hamburguesa doble, mordía todo a su paso y segura como la mierda que las marcas serían muy feas.

Así estuvo hasta que sollocé, le rogaba que parase y sólo cuando le dio la gana, lo hizo.

Me hizo girar a la antigua posición y se inclinó de nuevo sobre sus codos.

—¿Te gustó eso, esclava? ¿Haz aprendido a no gemir cuando no te lo permito?— su voz era burlona y ese estúpido acento me tenía hasta la coronilla.

—Sí, Ama, perdón. No volverá a ocurrir— dije sumisamente.

—Excelente, ahora acuestate de boca sobre la cama— ordenó y se puso de pie, yo suspiré obedeciendo. Estiré mis manos y mis pechos se apretaron contra el colchón— Abre las piernas, todo lo que puedas— lo hice simulando ser una estrella de mar, el sonido de cierres me llamó la atención pero no podía hacer más que ver de reojo.

Sus dedos golpearon la piel maltratada de mis nalgas, al menos unas quince veces. Cuando ya estaba extra sensible y no aguantaba las lágrimas en mis ojos se detuvo y yo pude soltar el aire, respirando de a poco. No duró mucho cuando sentí un pene entrando de improvisto en mi vagina. Era plástico, tenía uno de esos cinturones que llegué a usar con Mommy y cerré los ojos tratando de disfrutar un poco, sin ser demasiado.

El pene plástico se hundió en mi interior de improvisto, gracias al condón que usó no me maltrató puesto que no tuvo ni la delicadeza de huntarme lubricante. Me penetraba con fuerza y tomaba mi cabello con rabia levantando mi rostro y permitiendome ver la escena en el monitor. Sus ojos estaban cerrados y mordía su labio inferior, cinco minutos más de estocadas y salió de mi interior.

Aún seguía de espaldas y con la respiración acelerada cuando sentí arder mi espalda, fuego, era fuego.

Miré el monitor asustada cuando un velón rojo derramaba la esperma sobre mi espalda, su mirada era sádica y llena de perversión y yo apreté la mandíbula para no gritar, no podía quejarme.

La sensación fue... Extraña. Empezó aterrandome pero terminó gustandome - muy en el interior- y cuando el esperma rodó hasta mis nalgas, sus dedos entraron en mi vagina, causando que empezara a mojarme con las estocadas que me brindaban.

De repente, esos dedos entraron en mi ano ya humedecido, entraron y salieron de él hasta que mis uñas se clavaron al colchón y solté un pequeño grito de sorpresa cuando sentí el esperma de la vela llegar sobre esa zona sin entrar en mi interior. Era un calor tan excitante que me dio miedo estar sufriendo algún tipo de desorden mental. Los dedos no se detenían y sentí que explotaría en un orgasmo, bajé mi rostro hasta estar contra el colchón para no ser oída pero la risa burlona de Deniska llegó a mis oídos.

—No acabes, esclava. Si llegas al orgasmo, te castigaré— amenazó mientras no paraba de penetrarme, sabiendo que era inminente el castigo, decidí dejarme llevar un poco y gemir a todo pulmón, después de todo, el castigo igual llegaría, ¿Qué mejor forma que recibirlo bien merecido? Cuando los espasmos pasaron los dedos aún mantenían su ritmo— Mal hecho, sucia esclava, muy mal hecho.

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