( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 43

El vestido daba vueltas en mis manos, no necesitaba probarmelo, era el indicado. De una ajustada tela negra subía en V por mi pecho y terminaba en dos finas cuerdas para ajustarse a cada lado, en la parte baja tenía un corte irregular, más largo de un lado que de el otro y tres cadenas que unían los pedazos de tela desiguales. La espalda era descubierta y cubría sobre el trasero, me imaginaba como me quedaría y sí, este era.

—Cariño, cómprame este— pedí con un puchero en los labios y ojos de corderito, pestañeé varias veces en su dirección. George me miró sonriendo como cuando no me niega nada y asintió cortamente, besé su mejilla con suavidad— Gracias.

¿Que cómo llegue aquí? Fácil.

Deniska me reveló un par de cosas mientras hacíamos lo nuestro luego de las transmisiones, fue una semana muy particular, dado el hecho de que George me exigió siete grabaciones y no sólo tres como era en el contrato. Teníamos un juego: un orgasmo, un secreto. Así que para este momento- han pasado tres semanas desde eso- ella se fue a Rusia sabiendo que mi padre se cogió a mi madre sin condón y que desapareció como un puto cobarde y crecí con mi madre solas, trabajando de lo que saliera y sobreviviendo con poco. Que mi color favorito era el púrpura y que había tenido sexo con menos de diez hombres en mi vida, no contamos las mujeres. Por mi parte, descubrí que George tenía una especie de obsesión conmigo, un cuarto en su habitación con fotografías mías, que tenía amenazada a Carish de no buscarme jamás porque sospechaba que ella gustaba mío -quiere decir que aún no descubrió mi pequeña amistad con su hermanita- También que Melissa le soltó su parte en el "trono" del bajo mundo mientras que él se asegurara de acabar con los negocios de Eder y con su vida personal, es decir, conmigo.

Por lo que ahora actuaba como la novia perfecta, la chica sumisa y complaciente que George deseaba, la chiquilla calenturienta que le daba mamadas en cualquier lugar sin importar quién viese.

Las fiestas TOP habían sido canceladas gracias a George, también. Se ganó un reclamo de los Stars pero cuando los amenazó en despedirlos, todo el mundo calló. Por lo que ahora me compraba un lindo vestido para "nuestra fiesta privada" dado el hecho que me volví #2 en el TOP del mes.

Tomó mi mano para salir de la tienda mientras pensaba en qué zapatos combinar con mi vestido. No, no me volví loca, sólo entré en personaje. Era Sweet Candy ahora mismo y siempre que estaba con él: inhibida y pensando sólo en sexo, no en que este pedazo de mierda cagada por el mismo Lucifer era el causante de que ahora mi embarazo tuviese poco más de tres meses.

Suspiré hondo y sonreí abiertamente a lo que él me decía, cuando mi teléfono se iluminó con la palabra Abuela. Le había puesto ese nombre a Eder, no piensen otra cosa, mi pobre abuelita no sabe ni usar un aparato de estos.

—Hola, Abue. ¿Qué tal todo? — George besaba mis nudillos de la mano contraria y traté de no revolver mis ojos.

—Nena, ¿Está todo bien?— su voz sonaba ronca y preocupada.

—Claro que sí, abue, bien como siempre— miré al costado, estabamos en la camioneta con los dos gorilas coquetones que siempre me picaban un ojo cuando su jefe se descuidaba— ¿Mamá ha hablado contigo?

Era nuestro código para decir "¿Arreglaste todo para lo de esta noche?"

—Sí, caramelo. Yo estoy... Finiquitando los detalles -suspiró contra el teléfono- ¿Estás segura de que harás esto? No quiero arriesgarte a nada que--

—Si abue, saludala de mi parte, dile que luego la llamo. Tengo que colgar, mi novio me espera— tranqué rápido dirigiendo una mirada a George, quien me sonreía con posesividad. Maldito imbécil.

—¿La buena esta bien? Últimamente te llama mucho— la voz de George sonaba a preocupación disfrazada. Le regalé una sonrisa triste

—Sí, mamá me contó que los últimos días se la pasa sacando fotos viejas y llorando. Siempre pasa por esos momentos de melancolía. Bien, ¿Cual será mi regalo de hoy?— cambié el tema con curiosidad. Él besó mi mejilla y yo apreté su antebrazo tatuado con mis uñas recién arregladas. Estaban filosas y de rojo, perfectas para la noche de hoy.

—Es una sorpresa- me guiñó el ojo y yo suspiré resignada— ¿Qué tal va tu negocio? A fin no me haz dicho qué es lo que harás por fin. Te solté buena cantidad, no me vayas a decir que los gastarás en--

—Es una sorpresa, amor— lo corté en seco y levantó una ceja con seriedad. Lo miré con el ceño levemente fruncido y gesto de ofendida— Daddy, si sabes todo de mí, te aburriré muy rápido.

Le excitaba, no, le encantaba que le dijese así. Psicópata de mierda.

Acarició mi mejilla con rudeza y apretó mi barbilla con fuerza

—No me gustan los secretos.

—No es un secreto, sólo una sorpresa. Cuando me cuentes cual es la que tienes para mí esta noche, yo te daré mi sorpresa también— me sostenía con fuerza y se me complicaba soltar las palabras, parecía sopesar lo que dije— George, me estás lastimando— le recordé y me soltó de inmediato, parecía haberse perdido en el limbo.

—Lo siento, me perdí en tus ojos— loco y cursi— Bueno, al parecer tendremos una noche llena de sorpresas— murmuró más para sí mismo que para mí. No dije nada mientras miraba por la ventana, hacía eso de perderse en su cabeza muy seguido y solía no decir ni pío para no provocar su enojo.

Seguimos el camino en silencio hasta que el chófer se detuvo frente a mi apartamento. Obviamente no podía llegar al hotel donde Eder estaba, así que hice el intento de quitarme el cinturón cuando George puso su mano en mi hombro con tal vez demasiada fuerza.

—Quiero entrar contigo.

Traté de no ponerme nerviosa, el hombre era un depredador y olía mi miedo. Se excitaba con él.

—Cariño, si me verás en unas horas— le sonreí— Quiero ponerme hermosa para ti— acerqué mis labios a los suyos y cuando se lanzó a besarme supe que lo convencí— Te amo, adiós.

Bajé casi corriendo de el auto y cuando subí al ascensor limpié con furia mis labios. Lo odiaba, realmente lo hacía. Cerré mis ojos tratando de relajarme hasta que las metálicas puertas se abrieron en mi piso. Usé mi llave y entré a mi apartamento, soltando la bolsa con la ropa nueva en el suelo descuidadamente.

Me quité los zapatos en la entrada mientras un olor familiar llegó a mi nariz. Debía parecer un sabueso ya que lo perseguí hasta la cocina, ahí estaba la caja de pizza abierta y humeante y mi grandote comiendo un trozo sentado a un lado.

—Eder— murmuré soltando la tensión de mi cuerpo de inmediato, parecía increíble que su mera presencia causara estragos en mi interior, pero lo hacía.

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