( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 44

George me tenía atada a la silla, en un sentido metafórico. Sólo podía mirar mis manos y, por más que Carish insistiera en unirme a sus chistes tontos, no podía responder ni una mirada. No es que lo quisiera, realmente.

Un mesero cubierto por un diminuto bóxer de cuero y una máscara del mismo material en el rostro se acerco a nuestra mesa y, arrodillándose, entregó dos menú, uno para cada Amo.

—Hmm— Carish examinaba el menú mientras su sumiso se arrodillaba a verla con ojos de admiración, me sentí horrorizada, ¿Qué mierda le pasaba a ese hombre? Sé, gracias a mi trabajo y a todo lo que Eder me ha enseñado, que hay gente que le gusta ser humillada, se sienten bien así, y pues, si aquel pobre hombre se sentía completo mirando a Carish y queriendo tatuarse su cara en una nalga, allá él.

—Dos cócteles de camarones y una botella de champagne para mí— George ni miró, sólo mantenía sus ojos puestos en mi de una manera amenazante, quería ver si realmente iba a obedecerlo o me aprovecharía de la situación para burlarme de él junto con su hermana. Vaya autoestima tiene este tipo—Verónica— me habló y yo lo miré, el camarero se había ido y las luces estaban bajando de a poco para crear un ambiente intimo.

—Amos y sumisos, ha llegado la hora— una voz que venía de algún lado empezó a retumbar— El espectáculo de la noche.

Los murmullos suaves y las miradas emocionadas me crispaban la piel, sabía que quién quiera que fuese a aparecer en esa tarima iba a estar en sus cinco sentidos y aceptado todo consensualmente, más sin embargo, no podía evitar ponerme nerviosa.

De pronto, la luz de un reflector iluminó nuestra mesa y creo que me puse más blanca que un papel, George me apretó la mano, me sentía helada y cuando su ceño fruncido se dirigió a mí, Carish se levantó de la mesa con paso lento, meneando sus caderas con cada movimiento. Usaba un vestido muy corto y ajustado de color rojo con escote en forma de corazón y espalda descubierta, una versión más puta del vestido de la mujer de Roger Rabbit, y su cabello suelto y acabado en ligeras ondas la hacían ver más angelical de lo que realmente era, puso un collar de cuero y tachuelas en el cuello de su sumiso, el cual ahora podía ver mejor. Se arrastraba en cuatro patas con su torso descubierto, tenía dos argollas en sus tetillas y muchas marcas desiguales en su espalda, algunas recientes, otras no tanto. Sus pies estaban descalzos y nada cubría su piel por lo que su pene se movía con cada gateada que daba. En su ano estaba un dilatador de color dorado y, pues, no se veía muy cómodo. Pero él parecía animado y seguía a la mujer a paso rápido.

No puedo describir la calma que sentí cuando el reflector los siguió a ellos y mi respiración se calmó un poco. La comida llegó y cuando el mesero estaba sirviendo las dos copas de champagne para dejar la botella a un lado, George apretó la parte interna de mi muslo.

—Luego tal vez vengamos y demos el espectáculo nosotros, cariño, ¿Qué piensas? Recordar viejos tiempos, cómo en Nirvana— se estaba burlando de mí, ¿No es así? Por favor, Eder, llega ya.

—Sí, amor, sería genial— traté de no sonar ni muy triste ni muy animada, no quería provocarlo de ninguna manera y su mente tan inestable trataba como amenaza cualquier alteración en mi voz.

—Bueno, come— ordenó y asentí cortamente para obedecerlo, aunque me tomé la copa de golpe y levantó una ceja, sólo le regale una sonrisa inocente y él la rellenó de nuevo.

Mientras comía un poco vi como por fin Carish y su "mascota" llegaron al escenario. Ella lo amarró en cada punto de la X de madera y ese pene desdichado parecía muy erecto y animado. En su abdomen habían varias marcas circulares y otras finas y largas. No me imagino todo lo que Carish se ha divertido con él. Y él con ella.

Una mesa alargada y al parecer llena llegó de algún lado al costado de la X, ella se acercó al oído del sumiso y murmuró algo que lo hizo asentir con ánimo. La acción comenzó cuando fueron iluminados por pequeñas luces amarillas desde el suelo que daba un aspecto tenebroso y, junto a la canción Fetish de Selena Gómez, todo empezó.

Carish agarró lo que parecía ser pinzas de corriente conectadas a una pequeña batería, puso cada una en las argollas del pecho de su sumiso, quién no podía mover la cabeza dado que el collar en su cuello estaba atado a la equis también. Dio vuelta a un pequeño círculo y el cuerpo del hombre empezó a temblar con la energía corriendo por él. Suaves quejidos salían de su boca e inundaban el espacio y ni una mosca sonaba más allá, todos parecían embelesados en aquellos dos.

Carish apagó la batería y dirigió sus manos a las bolas del sumiso. Besó su cuello y el hombre cerró los ojos con placer, las pinzas seguían en sus argollas. Volvió a subirse la electricidad, esta vez eran un poco más fuertes sus temblores y sus sollozos no tardaron en sonar. Se apagó luego de más de un minuto y se veía que respiraba con rapidez. Carish volvió a la mesa y puso un dedo en su boca como si estuviese pensando qué hacer ahora, cuando volvió al lado del hombre, tenía una cubeta de hierro con un largo trozo de hielo en ella. Lo sujetó con sus dedos y empezó a pasarlo por los labios del hombre, quien tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta. El hielo bajo por su cuello y el trataba de retorcerse, luego bajó por sus pezones, quienes fueron liberados de las pinzas y con su boca acarició la piel ahora mojada, él gimió roncamente y vi como varias mujeres se mordían los labios, sin diferenciar Amas de sumisas.

George tenía cara de aburrimiento y tomaba varios tragos de su copa

—Daddy, ¿No te gusta?— pregunté curiosa, él me miró y se encogió de hombros

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