Cuando Mariana volvió a despertarse, ya estaba tirada en su cama.
Al lado de la cama había una ventana grande de piso a techo. Afuera el cielo estaba oscuro como tinta y la lluvia golpeaba el vidrio, difuminando todo el paisaje hasta que no se podía ver nada claro.
"Mari, ¡por fin despertaste!".
Mariana escuchó una voz conocida y sonrió ligeramente: "Valeria, ¿cómo llegaste aquí?".
Valeria era una de las personas mayores de la familia Torres, había dedicado su vida a las plantas y flores, y trabajaba como jardinera para la familia Torres.
Valeria llegó con un tazón de sopa caliente y se acercó a la cama con una mirada de preocupación: "Si no hubiera venido, ¡nadie se habría enterado de que te desmayaste! Toma, bebe un poco de sopa. Es caldo de dátiles rojos, perdiste mucha sangre y esto te ayudará a recuperarte".
Mariana se sentó con esfuerzo, tomó el tazón y empezó a sorber.
"Mari, ¿qué te pasó? Cuando te estaba ayudando a cambiarte, estabas cubierta de sangre. ¿Acaso te lastimaste?".
Mariana sonrió levemente y negó con la cabeza: "No me lastimé. Valeria, ¿no estás enojada conmigo?".
Los padres de Miguel le debían un favor a Valeria, por eso la acogieron en su casa para trabajar, y después de tantos años había mucho cariño. Cuando sucedió lo de aquel año, la familia Torres se desmoronó de la noche a la mañana y los sirvientes se fueron, sólo Valeria se quedó para cuidar a Miguel porque estaba preocupada
Valeria suspiró, su expresión era algo desolada: "Para ser honesta, estoy muy resentida contigo por la muerte del señor y la señora. Pero Mari, te he visto crecer desde pequeña, sé muy bien cómo eres y sé que tú no harías algo así".
Mariana sintió un nudo en la garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas: "Valeria, ¿de verdad me crees?".
"Niña, ya estoy mayor y mi mente no reacciona tan rápido como antes, pero todavía puedo pensar por mí misma. Si realmente tú y tu familia hubieran conspirado contra la familia Torres, después de lo sucedido, ¿no deberías haber vuelto a la familia Sánchez a vivir la buena vida? ¿Por qué volviste al lado de Miguel?".
Mariana casi lloró con sus palabras: "Sí, incluso tú lo has pensado, ¿por qué Miguel no se da cuenta de eso?".
"No es que el joven señor no lo haya pensado, es que no se atreve a hacerlo". Valeria secó las lágrimas de Mariana con sus cálidas manos, su tono era tierno y cariñoso: "Estos años, el corazón del joven señor ha estado cegado por el odio, y además ahora tiene a esa tal Teresa a su lado. Puedo ser mucho mayor que ustedes, pero aún sé juzgar a la gente. Esa Teresa parece muy astuta, pero no es tan simple como él cree".
Mariana sonrió amargamente.
Pero no servía de nada hablar de eso ahora.
"Mari, ¿por qué estabas sola en la azotea bajo la lluvia? ¿Otra vez discutiste con el señor?".
Mariana negó con la cabeza: "Ya no podemos ni discutir".
El amor había llegado a su fin, sólo quedaba dolor y cansancio, ¿para qué discutirían?
¿Decirle la verdad sobre lo que había hecho Teresa o que ya no le quedaba mucho tiempo de vida?
De esas dos cosas, ¿cuál creería Miguel?
Así que no discutió, tampoco tenía las fuerzas para seguir haciéndolo.
"Valeria, ¿cuánto tiempo estuve desmayada?".
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