ÁMAME UNA VEZ MÁS romance Capítulo 40

Alaia

“Alaia, el señor Darius, está aquí y ha pedido verte” Habla Ignacio por el intercomunicador.

Dejo de prestar atención a mi laptop y frunzo el ceño, mi padre es quien me comunica todo lo que tiene que ver con Darius.

—Que pase —vuelvo a ver el documento en la pantalla.

—Buenos días —saluda una vez entra.

—Buenos días —respondo girando la silla en dirección a la puerta —. En que puedo ayudarle —digo sintiéndome curiosa.

—No me iré con rodeos, Alaia, como sabes, he visto a los niños varias veces desde que llegué a Los Ángeles —menciona acercándose a donde estoy.

Asiento a sus palabras.

—Quiero que me permitas visitarlos en casa —menciona y su petición me toma por sorpresa —, siento que es mejor verlos en un ambiente familiar, como lo hice mientras estaban en España —parece que hacer esta petición significa un golpe para su ego, lo digo por su actitud.

Y aunque nuestra relación siga siendo lejana, debo admitir que no se ha negado a nada de lo que corresponde a mí, a mis decisiones en la empresa y en que aceptó que yo sea quien vaya a tomar las riendas de la compañía en un futuro, cuando él es el dueño de todo, fue quien tomó la fortuna de sus padres y construyó un imperio.

—Está claro que mis hijos lo quieren y aceptan como su abuelo y no puedo negarme a su petición, así que podrá visitarlos como lo hacía en la casa en Madrid —digo.

—Te lo agradezco, iré más tarde a verlos —asiente serio y se retira.

Exhalo, Darius me hace ver que mis hijos son capaces de derretir el iceberg más grande.

Paso unas horas más en la oficina hasta que Ashley viene por mí, es hora de ir a casa, cuento los minutos para ver a mis hijos, no supe nada de Nick durante estos días, ¿se rindió?

—Vamos, cari, que me he dejado el bloc de diseño nuevo, tengo los últimos bosquejos ahí —dice Ash apresurándome.

—¿Por qué no enviaste por él? —cuestiono.

—Acabo de notarlo hace una hora, tardarían más tiempo en traerlo, que yo en llegar a casa —explica.

Escuchamos que tocan la puerta, imagino que es Erika o Ignacio.

—Adelante —camino y busco mi saco para ponérmelo.

—Buenas tardes —la inconfundible voz de Nick se escucha detrás de mí.

—Buenas tardes —responde Ash y me giro.

—Buenas tardes —digo caminando a mi escritorio, él también llega hasta ahí.

—Quiero verlos —la forma en que lo dice es algo, no puedo explicar.

Me entrega una carpeta, la cual tomo con desconfianza, creo que debo sentarme para leer el contenido.

Es un documento en el que Nick acepta la paternidad de mis hijos y entre otras cosas, dice, tendré que permitirle verlos, levanto mis cejas sorprendida al ver que solo le tomo un par de días. Aunque no debería sorprenderme, es evidente que hizo uso de sus influencias.

—Veo que vas en serio —levanto la mirada en su dirección.

—Voy muy en serio, Alaia —me mira a los ojos.

—Podrás visitarlos este fin de semana, momento en que organizaremos tus horarios de visita —digo cerrando la carpeta, Ash me mira diciendo “Eres terrible”

Solo lo estoy probando, Ash. Pienso para mi.

—No estoy para juegos, quiero verlos hoy, seguro tendremos tiempo para organizar esos horarios esta tarde —señala con el dedo hacia el piso.

Exhalo y evito rodar los ojos, al parecer, no puedo retrasar este encuentro por más tiempo.

—Bien, los verás un momento, antes de que nos reunamos para hablar de esto —le enseño la carpeta—, vamos de salida —me pongo de pie y tomo mi cartera —. Conoces el camino —digo pasando a su lado.

—Vaya que eres jodia, Alaia —dice mi prima a mi oído cuando vamos camino al ascensor, no veo a Ignacio ni a Erika, ahora entiendo por qué nadie me advirtió que Nick había llegado.

Entramos al ascensor y cuando damos la vuelta veo que Nick entra detrás de nosotras, su gesto es serio como siempre.

Otras dos chicas entran con nosotros, creo que son del área de ventas.

Las dos se ven impresionadas por Nick.

Ash me codea disimuladamente y yo resoplo bajo, si supieran la clase de persona que es.

En el parqueadero subterráneo de mi edificio, buscamos el auto y Nick va hacia su camioneta.

—Deberías comprar un auto, Ash —digo cuando doy marcha, mirando que mis hombres de seguridad se mueven.

—¿Y dejar de tenerte como mi conductora elegida?, ni hablar —dice con tono de burla y rio.

—En serio, podrías salir un poco, conocer chicos —digo.

—Que no estoy interesada en salir con un chico gay, que va a pasar cuando vea mi potorro, saldrá corriendo —dice y no puedo evitar la carcajada.

Seguimos hablando con ánimo y de vez en cuando veo el auto de Nick que ha tomado el mismo camino que nosotras, no sé por qué pienso que desaparecerá en algún momento; sin embargo, no lo hace.

—El auto desconocido es de Nick Garnett, permítanle pasar —digo a los chicos de seguridad de la casa, apenas llegamos.

Nick

El hermano de Alaia sale del despacho.

—Él es Aidan, mi hermano —me presenta al niño y él me observa reflejando extrañeza y curiosidad al mismo tiempo.

—Soy Nick —el niño estira su mano en mi dirección mientras me mira serio.

—Ya veo —dice el niño y mira a su hermana.

—Mami, juegosh —dice Alana llegando a Alaia, ni siquiera puedo reaccionar ante todo lo que significa para mí, el verlos y escucharlos.

—Por supuesto, mi amor —dice Alaia inclinándose para tomarla en brazos

—Espérame en el despacho —se dirige a mí.

—Si no te importa, me gustaría estar con ellos por mas tiempo —digo antes de que se aleje.

Ella me mira en silencio y a los demás quienes está a la espera de su respuesta.

—Bien —suspira —. Sígueme.

Lola toma a Noah en brazos y suben las escaleras, el primo de Alana y el hermano me miran hasta que me pierdo escaleras arriba.

Entramos a un cuarto lleno de juegos que está decorado con colores tenues, los niños corren a por la habitación y siento una espina en mi pecho al ver que solo soy un desconocido para ellos.

—Volveré pronto —Alaia va con alguien que ha venido a buscarla y me deja con los niños y la nana.

Me dedico a observarlos, mientras Lola juega con ellos y de vez en cuando me integra a las conversaciones, los niños se ven receptivos.

—Debe ser paciente, señor Garnett —dice Lola y asiento después de un suspiro, no me será fácil.

Aidan entra a la habitación, trae dos botellas en sus manos, las deja sobre una cómoda y sale, no sin antes mirarme.

En un momento veo a Noah ir por una de las botellas, se acomoda en el mueble a mi lado y comienza a beber el contenido, quedándose dormido rápidamente, solo lo observo embelesado.

Lola se vuelve y observa a Noah.

—Es hora de la siesta —susurra y Alana asiente.

—¿Puede ayudarme? —dice mirando a Noah dormido, la rubia toma la botella de Alana y a ella en brazos.

—Sí —me pongo de pie rápidamente y me siento inseguro de como cargarlo.

—Podrá hacerlo, lleve una mano a su espalda y cabeza, y otra a sus muslos y caderas —dice la chica. Con gran cuidado tomo a mi hijo en mis brazos, lo pego a mí para sentir su respiración lenta en mi cuello, su pequeño cuerpo se siente cálido en mi pecho, es entonces cuando siento que algo dentro de mí se rompe y las emociones me traspasan.

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