Alaia
Acomodo el suéter de mi pequeña, Nick ha insistido en que los niños visiten su casa y después de que lo ha sugerido durante varios días, finalmente he aceptado, Ash y Loli se han ido a Madrid, ya ha pasado una semana desde que viajaron, decidieron hacerlo juntas y su ausencia se siente demás, Freja y Thea nos visitan seguido al igual que Cedric, quien ha alquilado un apartamento para ellos, así que estarán aquí por unas cuantas semanas.
Y ya que mi madre está organizando la cena de esta noche con ellas, hoy será Elise quien acompañara a los Niños para que pasen su primera tarde con Nick, Inhalo con fuerza.
—Estás lista, preciosa —digo a mi bella Alana y ella mira su ropa.
—Noah, también está listo —dice mi madre y volteo a ver a mi pequeño príncipe, quien se ve muy guapo.
—Hoy irán a ver a Nick, la tía Elise estará con ustedes y los cuidará, si quieren regresar a casa solo deben decirle a Elise y ella los traerá de vuelta, ¿está bien? —les explico con un lenguaje claro a ambos y ellos asienten mirándome con esos hermosos ojos.
Guardo la manta favorita de Alana en la pequeña maleta y mi madre toma ambas maletas en las que hemos guardado los juguetes favoritos de los niños.
—Vamos —los llevo de la mano a la camioneta y los sentamos en sus sillitas.
—Adiós mis amores, pórtense bien —mi madre se despide y ellos mueven sus manitos y le envían besos.
Elise y yo subimos a la camioneta, le envío la ubicación de la casa a Gavin, ya que será quien nos lleve hasta ahí.
No tardamos más de diez minutos en llegar a la dirección, justo cuando llegamos, veo que la camioneta de Nick se detiene y permite que nuestro auto entre primero.
Tomo a mis niños y es cuando me fijo en la casa, no puedo negar que es muy bonita y se ve que es muy grande.
—Hola, campeón —Nick llega a donde estamos y se pone a la altura de los niños.
—Hola, Ik —Dice Noah, devolviéndole el golpe de puño, puñito en este caso.
—Hola, bonita —le dice a Alana tomando su manito y ella sonríe arrugando su pequeña nariz.
Admito que Nick se ha portado a la altura, ha hecho todo lo que le pedí, está presente, juega con ellos, conoce un poco más de sus gustos, vela su sueño y los niños se han ido acostumbrando a su presencia.
—Bienvenidas, Pasen —Nick, estrecha la mano de Elise y solo me observa.
Señala la entrada que costa de una puerta doble hecha en madera y cristal.
Caminamos detrás de Nick quien nos permite pasar.
La casa está decorada con colores neutros y se ve muy elegante, mis hijos observan todo con curiosidad y se ven un poco tímidos.
—Adelante, esta es su casa, pueden jugar todo lo que quieran —les dice a los niños y ellos se miran el uno al otro, comienzan a caminar despacio y a acercarse a los objetos que les causan curiosidad.
Lo que no me parece una buena idea, ya que Alana no tardan en tomar una estatuilla que está en el centro de mesa de la sala.
—Cariño, no toques eso —le digo a Alana acercándome a donde está y tomo la estatua, veo que es arte italiano.
—No she toca —mueve su dedito índice.
—No, mi amor.
—Nick, No deberías tener este tipo de objetos a alcance de ellos.
—Pueden tocar lo que quieran, es su casa, todo les pertenece —mira a mis hijos quienes lo observan.
—ti she toca —dice Alana.
—No mi amor —insisto y miro a Nick —, pueden romperla y hacerse daño.
—Marshall —este habla y un hombre mayor no tarda en aparecer.
—Señor.
—Retira esa pieza —observa alrededor y vemos que es la única —, y elimina cualquier objeto que pueda poner en riesgo a mis hijos —dice y Elise voltea a verme levantando sus cejas.
—Como ordene —asiente.
—Elise, Alaia, él es Marshall, pronto verán a su esposa, Sophie; ellos trabajan para mí, son personas de confianza, Sophie es chef y ya está al tanto del menú de los niños.
En ese instante llega la mencionada.
—Es un placer —Marshall asiente hacia nosotras.
—Qué gusto por fin poder conocer a los niños y a ustedes —menciona Sophie con una sonrisa amable y se inclina hacia mis hijos, quienes solo observan a la pareja.
—Igualmente —digo e igual lo hace Elise, parecen ser buenas personas, pero no puedo confiarme.
—Sophie, por favor muestrales la casa, iré a ponerme ropa cómoda —Nick habla —, como ya lo he mencionado, están en su casa —me mira y procede a subir las escaleras.
—Por aquí —pide Marshall y ambos nos muestran cada rincón de la enorme casa, observo que todo tenga las precauciones necesarias para que mis hijos puedan moverse tranquilamente y para mi sorpresa todo está en orden.
En un momento llegamos al patio trasero, donde escuchamos ladrar a unos perros, no presto atención hasta que noto a un chico que trae dos huskies, uno es completamente blanco y otro es en tono miel y blanco, son hermosos.
—Perdóname, mi amor, te prometo que cuando nos mudemos de este apartamento comparemos un perro y le pondremos cupcake —ríe y vuelvo a golpearlo, aunque también me rio, en un momento se muestra serio y solo me mira a los ojos.
—Te amo —pronuncia, vuelve a besarme y hacemos nuevamente el amor.
Fin del flashback.
—Alaia —menciona Elise tocando mi brazo y pestañeo volviendo a la realidad.
—Dime —digo mirando a los perros y a mis hijos que no se han separado de ellos.
—Puedes irte, recuerda que debes prepararte para la cena —dice y asiento.
Nick llega a donde estamos vistiendo una camiseta polo blanca y un pantalón denim claro.
—Veo que ya se conocieron —se acerca a los perros, se inclina hacia ellos y acacia su pelaje, nos miramos en silencio hasta que los niños atraen su atención.
—Debo irme, mandaré a mis guardaespaldas para que cuiden tu entrada —digo y me acerco a mis hijos para besar sus cabezas y los perros se me acercan impidiendo que me vaya.
Cuando logro soltarme de cupcake me despido de todos y salgo de la casa para ir a la mía, tengo algunas cosas que hacer antes de prepararme.
Llego a la casa y subo a mi habitación, tomo un baño y me siento frente al tocador.
Me quedo en silencio mirando mi reflejo sin poder evitar los recuerdos que me invadan.
—¿Todo bien, hija? —mi madre entra a mi habitación mientras estoy secando mi cabello.
—¿Hija?
—Sí, bien mamá —respondo.
Toma el vestido rojo que usaré para esta noche.
—¿Segura? —cuestiona sentándose en la cama.
—Me preocupan los niños y su primer día con Nick —expongo, aunque esa no es la razón.
—Ellos estarán bien, han bastado unas semanas para saber que si quiere a los niños —menciona después de un suspiro.
Asiento aun sintiéndome extraña por alguna razón, sacudo mi cabeza y hago a un lado todos esos recuerdos.
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