ÁMAME UNA VEZ MÁS romance Capítulo 49

Nick

Mis hijos terminan de cenar y es hora de llevarlos de vuelta a casa, los perros no dejan de ser sus guardianes y me alegra que sea así, tuvieron una conexión a primera vista, resultó mejor de lo que imaginaba.

—Debemos ir a casa con mamá —les digo una vez los bajo de sus sillitas, ambos asienten y Elise se despide de Sophie y Marshall, antes de adelantarse a la puerta.

—Adiós, mis niños lindos —Sophie se despide con cariño y los abraza, Marshall es un poco más formal, aunque mis hijos le han tomado aprecio a ambos.

—Aios —dicen despidiéndose con la manito.

Vamos a mi auto y llegamos rápidamente a la casa de Alaia, llevo a Noah de la mano y a Alana en mi brazo.

—Buenas noches —entro a la casa y saludo a Paula y a Lola, la nana de los niños, busco con la mirada a Alaia y no está por ningún lado, pongo a Alana en el piso y estoy listo para irme, pero Alana toma mi mano.

—Ik, cuentosh —dice y miro a mi hija sin entender a qué se refiere.

—No te entiendo, mi ángel —digo poniéndome a su altura.

—Loli, cuentosh —le dice.

—Alana, quiere que le lea un cuento —explica Lola y siento una agradable sensación en mi pecho.

Alana no suelta mi mano y me lleva con ella, Noah nos sigue, miro a Paula esperando a que ella me permita ir con mi hija, solo el primer día que vine a verlos pude pasar del primer piso de la casa.

—Acompáñalos, Loli —dice Paula y la mencionada viene con nosotros.

Llegamos a la habitación de los niños y es todo lo que podría esperarse.

—¿Qué historia quieres que el señor Garnett lea hoy, preciosa? —pregunta Lola a mi hija.

—Patito —dice dando un saltito.

—Okey, patito será —Lola comienza a buscar entre los libros que hay en una estantería, pero al parecer no encuentra el que Alana ha pedido, ambos miran lo que hace Lola.

—No está por aquí cariñitos, creo que puede estar en la habitación de Alaia —habla y continúa buscando.

—Mami —Alana le dice a Noah, ambos caminan hacia donde estoy, me toman de la mano y me dejo guiar por ellos afuera del cuarto.

—Aquí —Alana señala la puerta que está al lado de la habitación de ellos y yo la observo—, patito, aquí —toca la puerta con su pequeña mano, asumo que me está diciendo que aquí está el libro, ella me mira expectante y llamo a la puerta, momento en que mis dos hijos corren de vuelta a su habitación, confundido los veo irse, la puerta se abre y mi cuerpo reacciona rápidamente ante la imagen y con la mirada recorro lentamente el cuerpo de Alaia antes de que uno de los dos pueda reaccionar, trago con fuerza y me quedo mudo, es la imagen más perfecta que haya visto, Alaia sigue siendo perfecta.

—¡Nick! —grita Alaia y busca una bata de seda para cubrirse —¿Qué haces aquí? —cuestiona molesta y se acerca a mí, apenas me fijo en que Valentino tiene la boca abierta y un gesto de diversión en su rostro.

—Alana quiere que le lea un cuento —apenas puedo explicar y es que aún tengo la imagen de su piel en mi mente.

—¿Y? —Se cruza de brazos.

—El libro está aquí —señalo su habitación, pero solo puedo observar sus facciones —Mencionó algo de un patito —digo, ella entrecierra los ojos y va a la habitación, busca algo y regresa con un pequeño libro en las manos.

—Que sea rápido —dice y me lo entrega, tomo el libro y nuestras manos se unen por unos segundos, ella se aleja como si mi toque le quemara.

—Alaia, voy a encontrarlos, lo prometo —digo por qué si antes nuestra relación era complicada y fría, la situación del hogar la ha hecho aún más difícil.

Ella solo me mira seria y cierra la puerta en mi rostro.

M****a, como la he extrañado.

—Vaya, eso fue… interesante —el amigo de Alaia habla dentro de la habitación y me preparo para irme, pero.

—Quien diría que el primero en ver tu ropa de noche de bodas sería tu exesposo.

Mi espalda se tensa y mi sangre hierve.

—Ik —los pequeños traviesos salen a la puerta y camino hacia ellos, muevo mi cuello para liberar tensión.

—Lo encontró —dice Lola apenas me ve entrar a la habitación, pero no puedo sacar las palabras de Valentino de mi cabeza.

Dejo a mis hijos en la casa después de leerles y voy a la mía, casi no puedo concéntrame en el bendito libro, subo a mi habitación, donde tomo un baño, siento como mi m.iembro vuelve a reaccionar al pensar en Alaia y no soporto la idea que de Cedric este a su lado, debo impedir esa boda a como dé lugar.

Will termina de entrar y niega con la cabeza, se fija la carpeta que está bajo mi mano.

—Lo hiciste —afirma y se sienta frente a mí.

—Tenia que hacerlo, necesito retrasar esa boda, no he logrado averiguar la fecha del "gran evento", pero las cosas entre nosotros no pueden estar peor y estoy seguro de que si le digo la verdad ahora, no va a creerme, necesito ganar tiempo, encontrar a las mujeres, que crea nuevamente en mí.

—No será fácil, Alaia estará muy, muy molesta, es más, se me hace extraño que aún no haya avenido a reclamarte —Will cruza una pierna.

—Estoy seguro de que lo hará, y estoy dispuesto a asumir lo que venga, ya me odia, siento que es mejor que me odie a que le sea indiferente —alzo los hombros —lo importante es que voy a joder a Cedric —afirmo y Will se ríe.

Alaia

—Te llegó esto —Ignacio entra a mi oficina con un sobre en sus manos y procedo a abrirlo.

Comienzo a leer su contenido sin entender lo que está pasando, vuelvo a leerlo, es la copia de un documento, el original está roto, lo digo por las líneas de corte que cruzan la copia.

Tomo mi cartera, los papeles y salgo de mi oficina rápidamente, Ash me mira cuando estoy saliendo.

—Pero mujer, ¿a dónde vas con tanta prisa?

—Iré a ver a Nick —digo entrando en el ascensor.

—Te acompaño —Entra en detrás de mí, respiro con fuerza, ¿Qué clase de juego es este?

Ash hace que vayamos en la camioneta con los guardaespaldas.

—¿Qué pasa, cariño? —inquiere mi prima y le entrego los papeles los cuales lee y hace gesto de no entender.

Llegamos al edificio de los Garnett y me apresuro a entrar a este, como se me ha hecho costumbre sigo a la oficina sin llamar, la secretaria de Nick solo me observa sin decir nada.

—Me puedes explicar ¿Qué significa esto? —lanzo los papeles sobre el escritorio, él los mira y luego a mí.

—Significa… que sigues siendo mi esposa Alaia —dice reclinándose en la silla.

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