Sabía que estaba molesto y me despedí de Mayra mientras caminaba hacia él. Agaché la cabeza y le expresé mi agradecimiento.
—¡Gracias!
Alvaro solo me observó con una expresión aterradora.
—¡Sube al auto! -ordenó y subí al auto de manera obediente. Durante el camino a casa, recibí un mensaje de Mayra informándome que había llegado a casa a salvo y le respondí:
«¡Buenas noches!»
Al mirar por la ventana, me di cuenta de que estábamos por llegar. El hombre seguía frívolo como siempre y si se negaba a decir una palabra, yo también lo haría. Por fin, el vehículo se detuvo enfrente del chalé y él entró a la casa en cuanto se bajó del auto. Lo seguí por detrás y le expliqué:
-Alvaro, pensé que estabas ebrio. Por eso, llamé al Dr. Gael. No fue por nada más. -Mi explicación no era muy convincente, pero, aun así, se lo dije, aunque sabía que no le importaba. De pronto, se detuvo y entrecerró los ojos.
-¿Algo más? ¿En serio crees que le agradas a Gael?
Me quedé sin palabras.
«Tiene razón. Gael es su mejor amigo y yo su esposa. Incluso si no estuviéramos casados, no le agradaría a Gael»
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