Amor inesperado romance Capítulo 6

Clarisa se presentó en la entrada del hotel, ataviada con un sencillo vestido negro largo, con poco maquillaje en el rostro. Sin embargo, su aspecto llamó la atención, ya que muchos hombres se acercaron a coquetear con ella.

Clarisa estaba disgustada por ello. Si no fuera por las quejas de su madre acerca de su situación con los González, no habría aceptado asistir al banquete.

«¿Pero acaso se trataba de algo tan sencillo como ver el mundo por lo que su madre le había dicho que viniera?». Clarisa tenía sus dudas al respecto.

Al ser abordada de nuevo por otro hombre, lo rechazó con frialdad y se dirigió hacia el balcón. Con la cortina bloqueando su vista, pudo al fin recuperar la tranquilidad cuando sintió el calor de un cuerpo detrás de ella. Clarisa se giró sorprendida, sólo para ver a un anciano de aspecto pervertido de pie justo delante de ella. Cuando ella se apartó por instinto, el hombre se quedó parado en su sitio, con una sonrisa obscena.

-Nos encontramos de nuevo, Clari. Qué agradable es eso.

El hombre no era otro que el anciano que le habían presentado los González. Clarisa tembló de rabia al darse cuenta de que se trataba de otra trampa.

Al mirar al hombre con rabia, pero con cautela, quiso dar la vuelta y marcharse, pero el hombre la detuvo.

-Apártese, Señor Jiménez.

—¿Por qué esa expresión fría, Clari? En algún momento nos convertiremos en una familia. Aprovechemos este tiempo para conocernos, ¿de acuerdo?

-Familia, ni de broma. Hágase a un lado antes de que grite por ayuda.

—Adelante. La gente seguro pensará que sólo estoy coqueteando con mi prometida. Relájate, Clari. Conozco a esta gente de aquí. Pero tú... ¿alguien te creerá? Además, los González han aprobado esto. Deja de ser tan testaruda y compórtate. Te prometo que seré amable. -El viejo se abalanzó sobre Clarisa. Pero ella ni siquiera le dio una oportunidad, se levantó un poco el vestido y le dio una patada en el estómago antes de salir corriendo.

«Así que por eso insistieron en que viniera hoy, ¿cierto? ¿Cómo pude ser tan estúpida? ¿Por qué me dejé ablandar por esa mujer que se suponía que era mi madre?».

Clarisa salió rápido del banquete sin saludar a nadie.

—¡Quédate donde estás, Clarisa! —La voz de mando de Ivone se escuchó desde atrás.

Clarisa se limitó a ignorarla y se dirigió al ascensor. Sin embargo, Ivone la alcanzó, se paró frente a ella y le levantó la mano.

Clarisa pensó que su hermanastra estaba a punto de abofetearla. Con la rabia ardiendo en las entrañas, Clarisa la agarró con rapidez de la muñeca y la empujó a un lado, con lo que la hizo caer.

-¡P*rra! -gritó Ivone-, ¿Cómo te atreves a pegarme?

Pedazo de... -Nadie se había atrevido a tratarla así desde que era pequeña.

Como una loca, se lanzó contra Clarisa por la espalda, tirándole del cabello. Ésta gritó de dolor y se defendió, jalando su cabello con una mano mientras le arañaba el brazo con la otra. Las mujeres se enfrentaron en una pelea de gatos, sin que ninguna cediera hasta que Hilda y Zacarías acudieron a separarlas.

Sin mediar palabra, Hilda llegó a darle a Clarisa una fuerte bofetada en la cara. Su mirada no era la de una madre, sino de decepción y sobre todo de asco. Hilda se giró sin emoción y fue a consolar a Ivone.

Clarisa se preguntó si los ojos que la miraban eran de simpatía o de burla. Se arregló el cabello y la ropa y se alejó con indiferencia. Se encontró en un rincón tranquilo, lejos de la multitud, donde acabó por ponerse de rodillas y derrumbarse.

No fue hasta que el aire se llenó de humo de cigarrillo cuando recuperó la compostura. Se frotó los ojos con el dorso de las manos. Justo cuando estaba a punto de salir, vio a un hombre apoyado en la pared, que fumaba y tenía un aspecto maduro y encantador, como siempre.

«¿Cuánto tiempo lleva ahí de pie? ¿Me ha visto en ese estado tan lamentable?».

Capítulo 6 1

Capítulo 6 2

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