En ese momento, Julia buscaba quién podría ser la pareja ideal para Elisa. Tomó su teléfono y se dispuso a investigar el trasfondo de varios jóvenes decentes. De repente, apareció una notificación de noticias.
«Se vio a la señora Weller, cuyo esposo es rival de Grupo Domínguez, sentada en el asiento del acompañante con el presidente de esa compañía».
Julia no podía creer lo que veía. Guillermo Domínguez era el mujeriego más conocido de la ciudad. Incluso alguien como Julia, que rara vez leía las noticias, era consciente de que era alguien que solo buscaba placer. «Un mafioso seductor como él está totalmente fuera del alcance de ella. Esto debe de ser un ciberanzuelo». Ante ese pensamiento, entró a ver la noticia. Para su sorpresa, vio una foto de Elisa bajándose del auto de Guillermo y sus rostros se veían con claridad. «Esto es escandaloso». Julia llamó enseguida a Elisa.
—El número solicitado no está disponible. Por favor, inténtelo más tarde. —Julia cortó con preocupación.
Por otro lado, Elisa estaba en una llamada con Raquel y frunció el ceño confundida al oír la que su amiga exclamó agitada:
—Se hace tarde. ¿De qué te quejas a esta hora? ¿No acabas de cantar a toda voz hace un momento en casa club?
—¡Dios mío! ¡No me digas que ya tienes un nuevo amante tan pronto! ¡No pierdes el tiempo! ¡El pobre de Carlos va a sufrir otra vez!
—¿Qué tonterías dices? —preguntó con el ceño fruncido.
—Vamos, señorita Benedetti, deje de hacerse la tonta. La noticia sobre la señora Weller vista en el auto de Guillermo Domínguez está en todo Twitter. Cariño, eres tendencia.
Elisa se sobresaltó. «¿Cómo se convirtió ese incidente en tendencia? ¿Podría ser que Guillermo sea el autor intelectual detrás de esto?». Mientras seguía boquiabierta, Julia llamó y era evidente cuál era su motivo.
—Me está llamando la abuela de Gabriel, así que te llamo luego —dijo Elisa con tranquilidad.
Raquel sabía que Julia siempre había sido buena con ella.
A Elisa le causó risa y, a la vez, se sintió resignada, pero, sobre todo, se sintió conmovida.
—No te preocupes, abuela. Los asuntos entre él y yo no son los que piensas. Me reuní con él porque teníamos algunos asuntos que discutir.
—¿En serio? —Julia seguía dudando.
Sin embargo, justo cuando iba a decir algo, Elisa continuó:
—¡Por supuesto! En este momento, ya no pienso en relaciones románticas. —La tristeza que sentía era evidente en su tono y, aunque no lo dijo, Julia sabía que su nieto la había herido mucho. Tras una pausa dijo—: Así que, por favor, no te preocupes por mí.
—Yo...
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