Luego de divagar unos instantes, Josephine decidió que no podía permitir que Everleigh se quedara en Ocpeace City.
Entretanto, en la oficina, Everleigh apagó el altavoz. Al escuchar la suave voz del otro lado de la línea se sintió mucho mejor.
—Si no me equivoco, tú eres Adrienne —dijo ella.
—Hum, mami, ¿por qué siempre adivinas? Alastair y yo tenemos la misma voz —replicó la niña enojada.
Antes de que Everleigh pudiera contestar, la voz de Alastair sonó en el fondo.
—Eso es porque no hago tonterías como tú —El niño estaba muy sereno, su actitud se asemejaba a la de un adulto.
—¿A quién llamas tonta? Yo no... no... —Adrienne sollozó de repente. Luego añadió—: Mami, te extraño.
—Tranquila, Adrienne —la consoló Everleigh. Oír a su hija sollozar la entristeció enormemente—. Christopher debe terminar unos asuntos y luego los traerá aquí, conmigo.
Apenas escuchó el nombre de Christopher, Adrienne gritó:
—Christopher no quiere volver. Ahora tiene una nueva novia, incluso la trajo a casa. Me asusté tanto...
¡Debía ser Christopher Meyer! Todas las semanas tenía una nueva novia, ¿encima ahora las llevaba a la casa? ¡Sin dudas, no es una buena influencia para los niños! Luego de pensar unos segundos, Everleigh frunció el ceño y dijo:
—Adrienne, no llores. Pásame con tu hermano.
Adrienne lloraba a lágrima viva, ni siquiera podía hablar, por eso Everleigh decidió charlar con Alastair en su lugar.
—Ma. —La voz serena de Alastair resonó en el parlante del celular, su tranquilidad la hacía sentir como si no estuviera hablando con un niño.
—¿Christopher trajo a su novia a casa de nuevo? ¿Los asustaron? —preguntó Everleigh.
—Mami, ¿por qué te ríes? Eres mala —exclamó Adrienne con furia. Luego, todavía sollozando, agregó—: No quiero vivir más con Christopher. Mamá, te extraño.
—Está bien, Adrienne, compórtate. Cuando termine el trabajo, iré a buscarlos a ti y a Alastair, ¿sí?
—Mientes. Ya no te creo. Iremos nosotros a buscarte —se quejó la niña.
Eran solo dos niños pequeños, por lo que Everleigh no se lo tomó en serio.
—¿Y cómo planean venir? —preguntó con paciencia.
—¡Volaremos! —afirmó Adrienne.
Ante la actitud decidida de su hija, Everleigh se quedó sin palabras.
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