El agua brotaba del grifo del baño mientras Everleigh miraba la imagen que le devolvía el espejo. Su rostro estaba impecable y su guardapolvos blanco continuaba cuidadosamente arreglado. Sin embargo, desafortunadamente, sus ojos estaban completamente rojos, era evidente que acababa de llorar.
No tenía dudas, si no hubiera pasado nada hace siete años, se habría casado con Theodore. No pudo evitar recordar el incidente aquel, la escena apareció en su mente de repente y sintió un dolor sordo en la parte posterior de la cabeza.-
Mientras recordaba, trataba de recuperar el aliento, pero era inútil. Fue en una noche oscura y lluviosa, siete años atrás. Un grupo de hombres la rodeó en un callejón. Ella gritó pidiendo ayuda, pero el sonido de la lluvia ahogó su voz...
De pronto, escuchó un golpe.
—¿Quién está ahí? ¿Por qué cerraste la puerta?
Las imágenes desaparecieron cuando escuchó que alguien golpeaba la puerta del baño. Se sintió como si acabara de salir del agua después de estar a punto de ahogarse. De inmediato, inhaló profundamente y recobró sus sentidos.
Rápidamente, se lavó las manos y abrió la puerta.
—Lo siento —dijo y salió.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? Encima eres médica...
Everleigh ignoró las quejas de la otra persona y se marchó a paso veloz y con la cabeza gacha en dirección a su oficina. Ni bien llegó, se encontró con una mujer con un vestido blanco sentada en su escritorio.
—Everleigh.
Era Josephine, quien de inmediato se puso de pie, dejando que la cola de su vestido de novia cayera al suelo. La luz del sol entraba por la ventana y caía sobre el vestido, dándole una apariencia deslumbrante.
En ese instante, Josephine notó los ojos rojos de Everleigh y le preguntó con cierta vacilación:
—¿Estás bien?
—Sí, estoy bien. Acabo de tratar a un paciente y la medicina me entró en los ojos —mintió. Luego fingió estar relajada, dejó unos informes médicos sobre el escritorio y, con los labios curvados en una sonrisa, preguntó—: ¿En qué te puedo ayudar?
—Bueno... Theodore quiere que lo atienda otro médico y creí que debería informarte. —Hizo una pausa y luego agregó—: No me malinterpretes, no es mi decisión, sino de Theodore.
Luego, levantó la cola de su vestido y salió. Verla marchar vestida como novia fue un gran golpe para Everleigh.
Justo cuando Josephine se volvió para cerrar la puerta, escuchó a Everleigh contestar la llamada en la oficina.
—¿Hola?
Everleigh accidentalmente puso la llamada en altavoz, por lo que Josephine pudo escuchar una voz infantil y encantadora desde el otro extremo de la llamada.
—¡Mami! ¡Adivina quién soy!
«¿Mami?», se cuestionó Josephine. La expresión de su rostro cambió de repente. Instintivamente apretó el pomo de la puerta con más fuerza y dejó la puerta entreabierta.
Al instante, las dudas la invadieron. ¿Everleigh tuvo un hijo? ¿Quién era el padre? ¿Estaba casada? ¿O fueron esas personas de hace siete años...? Las especulaciones cruzaban su mente sin cesar.
De pronto, pensó que si Theodore se enterara... Súbitamente recordó la reacción de Theodore cuando vio a Everleigh minutos antes y no pudo evitar sentirse extremadamente ansiosa.
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