Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 50

Besarlo es lo más cercano a tocar las estrellas, y sus manos comenzando su travesía por mi cuerpo me eleva a otra galaxia, una donde todo lo que estamos atravesando deja de existir. Abandona mis labios por tan solo un instante y es tan solo para provocarme más. Sentirlos en mi cuello hace que mis pies dejen de tocar el suelo. Comienzo a perderme en las sensaciones que provoca en mí y él lo sabe muy bien.

Sus expertas manos van deshaciéndose de mi ropa de una manera lenta, pero muy sensual. Me hace sentir deseada y todo empeora cuando muerde mi lóbulo —me muero por ti. — Me susurra.

—Yo por ti Lucas...— consigo decir mientras desabrocho su cinturón.

Las únicas prendas que me cubren son mi sujetador y bragas, y a pesar de que su tela es mínima; siento que me estorban. Ya con su cinturón desabrochado, repito la tarea con su pantalón mientras que el termina de despojar la camisa de sus brazos. Escucho su agitada respiración en mi cuello y yo estoy igual o peor... bajo su pantalón llevándome con él su bóxer, y sonrío al ver su masculinidad totalmente expuesta e incitada. —todo esto lo provocas tú. — me susurra al oído y antes que pueda siquiera responderle algo; un gemido se escapa de mis labios cuando sus dedos rozan mi intimidad por encima de la tela de mi diminuta braga.

—Ahhh...—

—Y veo que yo también te provoco...— me dice al oído de manera maliciosa mientras sigue estimulándome, haciéndome que pierda la poca cordura que me quedaba.

No sé exactamente en qué momento ha sucedido, pero él está totalmente despojado de sus prendas incluyendo sus zapatos y calcetines. Me mira a los ojos y abandona mi cuerpo haciendo que me queje, pero antes que pueda reclamarle; me calla con un beso de esos que hacen que pierdas el sentido.

Sabe perfectamente cómo llevarme al límite y me encanta... Sus manos se posicionan en mis muslos y de esta manera me levanta en el aire haciéndome enredar mis piernas en él. Es sentirle desnudo bajo mi ropa interior y sentir ganas de arrancarme todo inmediatamente, pero él tiene otros planes.

Sin dejar de besarme camina conmigo hasta su cama y me acuesta en ella, para luego subirse sobre mí tal como lo hace un depredador con su presa. Me besa milímetro a milímetro, comenzando por mi boca y a su paso va quitando las únicas dos prendas que quedaban en mí. No avanza por mi cuerpo sin antes torturarme de la manera más deliciosa posible. Sus labios besan, muerden y juegan con cada uno de mis pechos y yo tan sólo puedo gritar de placer mientras mi espalda se arquea en respuesta intentando absorber la exquisita y delirante sensación que me provoca. Sigue bajando y tal como si fuese un niño que ha encontrado su juguete favorito, se divierte en mi intimidad llevándome al más fascinante clímax.

Con una sonrisa que lo dice todo y su mirada azul clavada en mis ojos, sube hasta mis labios —eres deliciosa...— me dice y sin más me besa dejándome probar el sabor de mi cuerpo en su boca.

Es excitante... ardiente... —Creo que es mi turno... ¿no? — propongo sobre sus labios, pero él niega.

—Quiero estar en ti, ya. — dice firme y aparta mis piernas de una manera extremadamente provocativa.

Le miro a los ojos y sonríe de lado —soy toda tuya...— afirmo y es todo lo que hacía falta para que entre en mi de una manera salvaje, pero que me encanta.

Sus embestidas siguen un ritmo despiadado que me hace aferrar a su espalda —no pares...— le suplico con mis ojos cerrados y mi cuerpo reclamándole más si es que eso es posible.

«Me hace olvidar todo... Quiero pasar todas las noches de mi vida de esta manera junto a él ».

Se mueve con más fuerza hasta que mi cuerpo comienza a contraerse. Le siento temblar y sujetando mi cara para verme a los ojos, llegamos juntos al más increíble de los clímax. No hay palabras que podamos decir en estos instantes. Solo nos podemos besar e intentar recuperar el aliento; lo cual parece difícil...

Sale de mi lentamente y se desploma a mi lado quedándose boca arriba. Hay silencio en esta habitación, sólo se escuchan nuestras respiraciones hasta que el voltea a verme. —dime que tengo que hacer para que te mudes aquí conmigo. — me dice dejándome en blanco —no quiero pasar ni una sola noche más lejos de ti — termina de decir y debo admitir que sus palabras me han tomado por sorpresa.

«No sé qué decir porque apenas puedo pensar... No quiero que nos volvamos a equivocar».

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